Merry Christmas, my president

Intuyo que a un anglófilo como Ud. ha de sentarle de perlas tal felicitación. No voy amargarle estas fechas expresándome en la “lingua navarrorum”. Ya sabe lo del Gabon, el urte berri on y parecidas mandangas. Igual no me las entiende. Claro que, es verdad, siempre puede recurrir a Pedro Blas, su correligionario. Después de su periplo por la jefatura de vascuence, algo se le habrá pegado.

Se imaginará que mi felicitación no pasa de ser un mero cumplimiento, pura cortesía. Pero ni siquiera tengo la esperanza de que esta felicitación le llegue. Aquí hay más filtros que el pentágono. Mi deseo, como el de muchos otros navarros, es ver cuanto antes el día en que, con la satisfacción del deber cumplido, pueda retirarse a su feudo de Corella.

Teníamos ciertas ilusiones. Pero la corte, con tal de frenar el menor soplo de soberanía en Navarra, una vez más nos vendió al diablo. Muchos navarros no acababan de creerse que eso que llamaban PSN, de izquierda nada de nada. Hace muchos años que perdió los perfiles. Hoy por fin sabemos que PP, UPN, PSOE, para los efectos, son buitres de la misma camada.

Los navarros solían apodar a sus reyes. Aunque Ud. no aparente grandes conocimientos sobre historia, alguno ya recordará: el monje, el sabio, el fuerte, el malo… No sé cómo le bautizarán a Ud. Se oye de todo: Miguelico, D. Miguel el chico, el descabezau, Miguelico el facha… Evidentemente hay mala baba por medio. Eso de que cualquier pelao pueda llegar a la presidencia de Navarra crea muchas envidias y suspicacias.

Son las ventajas y las tribulaciones de la democracia; que cualquiera, por imbécil que sea -hablo en general- pueda arribar a tan alta poltrona -y si no, fíjense en Bush- . Claro que si un imbécil llega a semejantes alturas, ¿a ver que son quienes le eligen?

Pero no nos apartemos del motivo de esta misiva que no es otro que desearle los mejores auspicios con motivo de las fiestas y del nuevo año. Al propio tiempo, puesto que en sus manos está la gobernación de nuestro pueblo, manifestarle alguno de los deseos y preocupaciones de sus gobernados. En definitiva, las de todos los contribuyentes que hacen posible la situación privilegiada y los chanchullos de usted y todos los que pululan en su entorno o se apegan a la pomada…

Es bien simple, cuestión de honestidad. Llevamos décadas, por no decir siglos, en que la realidad de Navarra esta en juicio, en entredicho, cuando no en perpetuas tinieblas. Esto no se soluciona recurriendo sistemáticamente a la visión interesada que de Nabarra ha dado el invasor, conquistador, administrador, llámele como usted quiera.

Tampoco es de recibo que el dinero de los contribuyentes se despilfarre exclusivamente en manos de los que se atienen escrupulosamente a la versión oficial. Mi opinión no debe valer ni importar mucho, pero me parece deplorable la baja calidad científica e intelectual de los tales “historiadores, los “del régimen”. En este caso los de Ud. y su entorno. Nada importan las aportaciones de nuestros grandes historiadores, Moret, Madrazo, Campión, Lacarra y un largo etc.

¿Quién tiene miedo a la verdad, a que todos los navarros conozcan a fondo sus raíces? ¿Por qué el dinero público no lo utilizan ustedes en congresos, simposiums, investigaciones, donde todas las sensibilidades tengan las mismas oportunidades y los mismos apoyos económicos? ¿Teme nuestro presidente que eso arroje la auténtica luz, la “verdadera” verdad sobre las esencias de nuestro pueblo?

Vería Ud. cómo el problema no es sólo es ETA, que tan bien les viene a ustedes para mantener un discurso único. Ya veríamos entonces de qué iban a hablar… Qué meridiano iba a quedar si el interés por mantenerla era de ustedes, la derechona, o de los que nos sentimos abertzales.

En fin, D. Miguel, no es el momento para hablar de las otras mil preocupaciones. Tenga un mínimo de decencia y no nos deteriore más la sanidad pública. Preocúpese por la enseñanza pública tanto o más que por la privada, que esta ya sabe bandeárselas sola. Pague lo que debe a las ikastolas, no dejándolas al borde de la inanición, empujándolas a endeudarse con créditos para pagar al profesorado…

No quiero meterme con ese macrocosmos del cemento, que tan holgadamente ha forrado su riñón y el de sus secuaces. Ya pueden retirarse o jubilarse bien tranquilos.

Para despedirme y por no enturbiar estas fiestas tan entrañables, le ruego que intente obviar esa clasificación que ha hecho de los nabarros: de primera, de segunda y abertzales. Un saludo sin acrimonia.