La última carta de Enric Millo

Enric Millo, como delegado del Gobierno en Cataluña, ya es historia. Detrás deja un año y medio de ataques sistemáticos y llenos de odio contra nuestro país así como toda una serie de declaraciones acompañadas de una sonrisa cínica que no era más que el vivo retrato del placer morboso que experimentaba. Dicen que en este mundo tiene que haber de todo, y se ve que este pobre hombre tiene la libido en el autoodio.

Uno de sus últimos desatinos, antes de verse obligado a abandonar el cargo, fue enviar una carta a los alcaldes de Cataluña en un grotesco intento de coaccionar para que impidieran la exhibición de símbolos de color amarillo en sus municipios apelando a lo que él llama ‘neutralidad’. Es decir, que prohibieran esteladas, lazos amarillos y pancartas con los lemas ‘democracia’ y ‘libertad rehenes políticos’. Incluso se permitía tutearlos como si los conociera de toda la vida para añadir sibilinamente: ‘convendrás conmigo en que lo más importante es velar por la convivencia en nuestros municipios, una tarea en la que los ayuntamientos tienen una responsabilidad fundamental como garantes de la neutralidad de los espacios públicos y con la obligación de no permitir su empleo con símbolos que puedan acabar dañándola ‘

Todos los dictadores consideran que la neutralidad la garantiza el pensamiento único. Por ello dictan a la gente lo que debe pensar y criminalizan la disidencia. Para ellos la convivencia se garantiza mediante la sumisión de los disidentes ante los símbolos del pensamiento único y de un poder absolutista. Y como que necesitan guardar mínimamente las apariencias ante el mundo y no pueden ilegalizar la libertad de expresión, ni las esteladas, ni el color amarillo, los quieren hacer desaparecer en nombre de la ‘neutralidad’ y de la ‘convivencia’. Y, por supuesto, la bandera española sería el símbolo por excelencia de esta neutralidad. Si eres español, eres neutral; si eres catalán, eres parcial.

En primer lugar, el Estado español nunca será neutral con relación a su conflicto con Cataluña. Entre otras cosas, porque es el opresor; es un Estado que se impone por la vía de la fuerza en Cataluña y que le dice qué puede hacer y qué no puede hacer. Neutrales, por tanto, podrían serlo Inglaterra, Alemania o Japón, pero nunca España. La convivencia no la garantizan las prohibiciones y las mordazas, la garantizan el civismo y la cultura democrática. Son miles y miles y miles los catalanes para los que la bandera española es un símbolo de opresión que les ofende, y, sin embargo, no piden su prohibición, porque, por encima de todo, antes de que independentistas, son demócratas. El Estado español, en cambio, incluyendo gobierno, policía, tribunales, etc., antes que demócrata, es español. Terrible diferencia.

CUGAT.CAT

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