La Cumbre Climática de Katowice, en la recta final

La Cumbre Climática que comenzó el pasado día 3 de diciembre en la ciudad polaca de Katowice afronta estos días su recta final, ya que finaliza el próximo viernes día 14 de diciembre. Esta semana las negociaciones y reuniones tienen un perfil más político y menos técnico, con la participación de los representantes políticos de unos 200 países participantes. Y por ahora, quizá el dato más ilustrativo, y por otra parte muy preocupante, aunque eso se esperaba, es la posición de EEUU, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait, que se unieron el pasado sábado para impedir que en la cumbre se acogiera con satisfacción el último informe del Panel Intergubernamental de científicos de Naciones Unidas que estudian los efectos del cambio climático y las formas de combatirlo (IPCC, en sus siglas en ingles).

El citado informe, que ha sido elaborado por la práctica totalidad de científicos expertos en el cambio climático, señala básicamente que se está acabando el tiempo para que el calentamiento terrestre esté dentro de unos umbrales manejables. El Acuerdo de París, alcanzado en diciembre de 2015, y que se debe desarrollar y concretar en la Cumbre Climática de Katowice, establece que los países deben reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero para que a final de siglo el incremento de la temperatura del planeta esté entre 1,5 y dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales. Y el último informe del IPCC del pasado octubre pedía a los gobiernos que, de forma urgente, se ajustara más bien a 1,5ºC que al tramo entre 1,5ºC y 2ºC, y que se acometan recortes drásticos de sus emisiones para cumplir con esa meta.

Este análisis fue encargado al IPCC por los casi 200 países que cerraron en 2015 el Acuerdo de París. Sus conclusiones no fijan obligaciones para ningún Estado. Tras su presentación en octubre, en esta cumbre se debía dar esa bienvenida consatisfacción al estudio. Pero esos cuatro países se negaron el pasado sábado 9 de diciembre a que se diera ese paso y proponían que solo se optara por la fórmula de tomar nota, algo que rechazan la mayoría de países asistentes. Finalmente, no hubo acuerdo y la declaración sobre el informe del IPCC se quedó sin aprobar.

La no aprobación de esa declaración no tiene en principio efectos prácticos inmediatos, pero envía una señal muy preocupante para esta semana, y así ha sido valorado por diversos expertos. Durante esta semana los negociadores de los países reunidos en Katowice deberán cerrar el desarrollo de las reglas de juego del Acuerdo de París. Por ejemplo, deberán fijar la forma en la que todos los países presenten sus planes de recortes de emisiones de gases de efecto invernadero y los instrumentos de transparencia. Además, los países en desarrollo quieren que los estados más pudientes den garantías de que a partir de 2020 habrá 100.000 millones de dólares para ayudarles a paliar los efectos del cambio climático.

Revertir la situación climática no va a ser nada fácil, pero aún estamos a tiempo de tomar esos cambios profundos de los que habla el IPCC en su informe.

La situación climática es muy alarmante. En primer lugar, si bien las consecuencias negativas afectan a todas las sociedades, son las comunidades más pobres y vulnerables de los países en desarrollo las que sufren y sufrirán las consecuencias más devastadoras. Estados-isla del Pacífico y del Caribe se verán anegados por la subida del mar, es decir, para ellos supone una amenaza existencial. Entre 20 y 30 millones de personas humildes que viven en el delta del Ganges-Brahmaputra de Bangladés habrán de emigrar si el mar aumenta un metro de nivel;cientos de millones de personas del África subsahariana padecerán el agravamiento de sequías devastadoras y una mayor presión sobre sus ya escasos recursos, sometiendo a muchos países de la región a una intensa presión adicional que apenas podrán gestionar.

En segundo lugar, de mantenerse la tendencia actual de emisiones hacia mediados de siglo, el calentamiento anual excederá los 2º en la mayor parte de la superficie terrestre. Un cambio de esa magnitud implicará una alteración drástica de los parámetros climáticos y supondrá un desastre sin paliativos para el mundo que recibirán las generaciones venideras, así como para el resto de formas de vida que comparten con nosotros la biosfera.

En consecuencia, la respuesta a la crisis climática ha de encontrar sus raíces y fundamentos en el legado de la razón crítica, el conocimiento científico, el compromiso con la justicia como igualdad (también entre generaciones), el debate y la participación activa de una ciudadanía libre que debe buscar retomar desde la política el destino de su sociedad, en unos momentos en el que el auge de los movimientos de extrema derecha y los nuevos fascismos a escala global van in crescendo (Brasil con la llegada de Bolsonaro al poder, Trump en EEUU, Italia, Francia, Hungría, España…).

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