La batalla de las imágenes contra la narrativa judicial

Los señores jueces del Supremo lo tienen difícil. Maquinan para construir una gran narrativa sobre el proceso, el 1-O y sus protagonistas ignorando toda la iconografía de los hechos disponible en todo el mundo. Están abocados al fracaso. La obscenidad de muchos textos judiciales generados en las diversas salas del castillo se explica quizá por la obcecación política, pero también por el desprecio de las evidencias icónicas.

La visión del documental 20-S de Mediapro (*) ha vuelto a poner de relieve el poder de las imágenes como pruebas forenses que obligan a interrogarse una y otra sobre la verdad de unos hechos y de unos personajes. De unos hechos y de unos personajes ya no existentes en el presente de la interrogación sino en la única forma de las imágenes. ¿Qué pasó en Barcelona el 20 de septiembre de 2017 que mereciera, por ejemplo, la prisión incondicional de los presidentes de Òmnium y de la ANC, acusados del terrible delito de rebelión y sedición?

La potencia de la reconstrucción iconográfica y narrativa del 20-S ha sido ampliamente corroborada en dos direcciones contrarias y complementarias: por un lado, la incomparable audiencia en Cataluña conseguida por la emisión de TV3 (más de un millón de espectadores, 34,8% de cuota de pantalla); por otro, el boicot declarado al documental por todas las televisiones españolas y el silencio elocuente de la gran prensa de Madrid. Si en Cataluña el elevado interés por recordar los hechos del 20-S revelaba una clara voluntad de re-visión de las imágenes, ahora ya integradas en un relato coherente, el silencio mediático de Madrid era una muestra más de la censura practicada sistemáticamente sobre las diversas manifestaciones favorables al proceso, y en especial sobre los hechos de octubre.

Como han destacado columnistas y políticos catalanes, el documental 20-S es una reprobación en toda regla de los informes policiales primigenios y de los autos judiciales posteriores argumentando el encausamiento penal de los Jordis y su prisión incondicional. En TV3, el programa ‘FAQS’ del sábado 30 puso de manifiesto las contradicciones entre las imputaciones del fiscal y las obviedades del documental. El juez instructor y el futuro tribunal, ¿tendrán en cuenta la totalidad de las evidencias del 20-S? ¿O bien continuarán aferrados a la única imagen, interesadamente distorsionada y repetida por las televisiones españolas hasta la saciedad -los Jordis sobre el furgón de la Guardia Civil-, que les permitía acusarles de incitación al levantamiento?

Es obvio que estamos todavía en plena batalla para establecer el relato estratégicamente vencedor sobre la verdad del 20-S, como sobre la de los demás hechos excepcionales de octubre. En este frente, luchan muchos actores diferentes, pero me parecen especialmente determinantes ahora el frente judicial y el frente mediático. Hemos visto durante el último medio año cómo el aparato judicial español, desde la policía judicial a la fiscalía, de la Audiencia Nacional al Supremo, iba sustituyendo al ‘govern’ y al bloque del 155 en el intento de establecer los marcos de referencia, el discurso ‘oficial’ sobre el 1-O y la criminalización de los líderes del movimiento independentista catalán. Por su parte, la prensa española se prestaba sumisamente a hacer de corifeo y de altavoz de las versiones judiciales. Por el contrario, en Cataluña, los medios públicos, así como una parte importante de la prensa, sobre todo la digital, han cuestionado abiertamente la narrativa de la judicatura. En este frente, destacaría las actuaciones de dos actores principales: TV3 y Mediapro.

Que TV3 ha sido un contrapeso decisivo en la lucha contra la gran narrativa distorsionadora del proceso, dominante en todas las cadenas españolas, es una constatación aceptada por amigos y enemigos. Las múltiples ofensivas contra la credibilidad y la viabilidad de TV3 durante los últimos tiempos no hacían sino reconocer la imposibilidad de inculcar en Cataluña el ‘pensamiento único’ que propagaban impunemente en las Españas. No podían tolerar, por ejemplo, que los ‘Telenotícies’ obtuvieran la confianza de la mitad de los telespectadores. O que la cadena retransmitiera en directo las votaciones del 1-O, los plenos rupturistas del parlamento o las grandes manifestaciones pro-presos políticos. O que programara espacios de humor político como ‘Polonia’ o ‘Está pasando’. O que en el espacio ’30 minutos’ emitieran reportajes ya imprescindibles como ‘Cerco al referéndum’ (24-9-17), ‘Los días clave’ (8-10-17), ‘Cataluña: asunto exterior’ (12-11-17) o ‘¿Causa general?’ (19-11-17).

Mediapro, por su parte, ha liderado una nueva modalidad de intervención en la batalla iconográfica entorno del proceso. Bajo la dirección del infatigable Jaume Roures, Mediapro ha estrenado tres documentales de investigación, de factura homologable a los estándares internacionales del género, ya imprescindibles no sólo en relación con el proceso, sino también para la comprensión política de la historia reciente de España y Cataluña. Me refiero, además del 20-S que abre el artículo, a ‘Las cloacas de Interior’ (julio 2017) y ‘1-O’ (enero 2018). A pesar del boicot de las televisiones del Estado a todos estos documentales, las redes sociales han evidenciado las limitaciones de las censuras mediáticas convencionales. De hecho, las descargas de ‘Las cloacas’, Por ejemplo, ya suman unos 11 millones.

Pero, es que el repositorio iconográfico en torno al conflicto Cataluña-España ya es un patrimonio universal. En cualquier momento, un medio de cualquier país puede dedicarse a recuperar del archivo propio o ajeno imágenes conocidas o inéditas para interrogar nuevamente las razones del conflicto. Dos ejemplos: lo hizo de manera magistral la cadena Arte en noviembre pasado (‘Catalogne: Espagne au bord d’une crise de nerfs’) y lo acaba de hacer la BBC a finales de junio (‘Crisis in Catalonia 2018’).

Más allá de los grandes actores profesionalizados en la recuperación de las imágenes a efectos de establecer o restablecer la verdad histórica contra la distorsión interesada, la actual ecología de la imagen hace cada día más difícil representar ante la ciudadanía simulaciones de los hechos contradiciendo las evidencias icónicas. La proliferación de imágenes de las cargas del 1-O salieron de los móviles de la gente. Igualmente, las del 20-S. Y las de tantos y tantos momentos de los conflictos vividos. Hay miles de vídeos por explorar. Y algunos pueden estar bajo llave: como por ejemplo los vídeos de las cámaras incrustadas en el casco de los policías que ejecutaban las cargas del 1-O. ¿Cuándo podremos ver estas imágenes?

En definitiva, la opulencia de imágenes en torno a un conflicto de elevada intensidad como es el vivido entre Cataluña y España impide cerrar, desde cualquier posición de poder, una macronarrativa definitiva. Estamos y estaremos durante mucho tiempo en fase provisional de fabricación, mejor dicho, de la batalla por la imposición de unos relatos que puedan ser aceptados como la verdad histórica de los hechos excepcionales de septiembre y octubre. En esta batalla, los poderes del Estado no podrán prescindir del poder de falsación que han adquirido las imágenes. Y es que las imágenes, en el actual ecosistema de generación del conocimiento sobre la realidad, adquieren el estatus de materia prima. Las imágenes de los hechos y de las apariciones de los personajes en relación con la ruptura fundacional del 1-O son ahora la única realidad que perdura,

(*) http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/sense-ficcio/20-s/video/5774300/

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