Karelia, una República transfronteriza

Si en tiempos de la URSS las repúblicas soviéticas disfrutaban al menos de un autogobierno nominal, hoy todas las regiones rusas están sometidas a un progresivo rigorismo jerárquico impuesto por la verticalidad del poder político-económico moscovita. De tal manera que se puede concluir que el actual centralismo post-soviético en Rusia se ha radicalizado. Y significativamente, el que hoy se construyan y erijan al unísono monumentos a Iván el Terrible y a Stalin, es un fiel indicativo de que la ideología del Estado de la Rusia actual es una síntesis de los imperios zarista y soviético. No obstante, están surgiendo poderosas fuerzas que ven en el desarrollo del regionalismo como filosofía política, basada en el principio del autogobierno civil de las regiones, la salida a esta rutina imperial. Para los regionalistas cualquier cambio real en la política rusa solo puede comenzar con elecciones libres a los parlamentos regionales y con la participación de todos los partidos regionales actualmente ilegalizados. Este despertar político de las comunidades civiles regionales y de sus parlamentos libremente elegidos, se convertiría en la autoridad legítima garante para tomar nuevas decisiones sobre el futuro de sus regiones. De particular interés para los regionalistas rusos es el fenómeno de las eurorregiones, territorios transfronterizos donde es posible la integración y colaboración directa entre países vecinos. Estas eurorregiones, que implementan proyectos de cooperación económico-cultural y constituyen espacios transfronterizos autogestionados, aparecieron en las fronteras de la UE con la Federación Rusa (Konigsberg, Karelia) en la década de 1990, para más tarde derrumbarse debido a las políticas neo-imperiales y aislacionistas de Rusia. Karelia constituye un ejemplo real de una República de la Federación rusa situada en un espacio transfronterizo.

La República de Karelia, situada en el NO de Rusia en el istmo de Karelia, se halla en una posición intermedia entre la cuenca del mar Blanco y la del mar Báltico. La región, muy llana y de relieve glaciar, cuenta con gran abundancia de lagos y sus bosques de coníferas ocupan la mayor parte (85%) del territorio. El total de los habitantes en la República es de 650.000, de los cuales 300.000 viven en su capital, Petrozavodsk. La patria de los Karelios es una vasta área actualmente compartida entre Finlandia (regiones de Karelia del Norte y Karelia del Sur) y Rusia (república de Karelia y óblast de Leningrado). Desde un punto de vista histórico, partes de Karelia han pertenecido a Suecia, la república de Nóvgorod y Rusia, aunque administrativamente nunca han formado un todo unido. Tras la conquista de Finlandia por Rusia (1809), los fineses lograron la independencia en 1917 y reclamaron los territorios habitados por los karelios hasta el mar Blanco. Mientras Finlandia establecía su independencia, una insurrección nacionalista de Karelia controlaba el territorio y votó a favor de la secesión en alianza con Finlandia, constituyendo la República de Ukhta. Sin embargo, en mayo de 1920, destacamentos del Ejército Rojo invadieron Ukhta y destruyeron la República. El Tratado de Tartu mantuvo dentro de sus límites las fronteras entre la RSFSR y Finlandia, pero comprometió a la Rusia soviética a proporcionar el autogobierno de Karelia del Este, garantizando la autodeterminación nacional, la autonomía en la RSFSR, el idioma nacional y los intereses económicos locales. El compromiso adquirido por la URSS de celebrar un referéndum de autodeterminación en la Karelia Oriental nunca se realizó. Una vez finalizada la Guerra Civil en Rusia, Karelia Oriental se convirtió en la República Autónoma de Karelia en 1923, mientras que Karelia Occidental quedó dentro de Finlandia con Vyborg como ciudad principal. Durante la 2ª Guerra Mundial la resistencia finlandesa impidió a Stalin conquistar el país, pero Finlandia tuvo que ceder el istmo de Karelia, con la ciudad de Vyborg y parte de Karelia Occidental. Así pues, al concluir la guerra en 1945, la casi totalidad de Karelia fue incorporada a la URSS e incluida en la RSFSR con el nombre de República Autónoma de Karelia, con capitalidad en Petrozavodsk. Durante estas guerras gran parte de la población karelia huyó o fue expulsada a Finlandia, y la región fue repoblada por rusos, bielorrusos y ucranios. Los pequeños sectores de Karelia que quedaron en Finlandia constituyeron las provincias de Finlandia Oriental, Finlandia Meridional, y las regiones de Karelia del Norte y Karelia del Sur.

Surgió así en Finlandia la denominada “Cuestión de Karelia”, controversia política acerca de la posibilidad y conveniencia de recuperar la soberanía perdida sobre la región de Karelia y otros territorios cedidos a la URSS durante la 2ª Guerra Mundial. Esta controversia resurgió en 1990 tras la desintegración de la URSS, cuando grupos de opinión finlandeses promovieron la idea de que Rusia devolviese a Finlandia el territorio de Karelia y se restableciese la capitalidad en Výborg. Solamente grupos políticos pequeños, como ProKarelia, y algunas personalidades finesas relevantes (Ari Vatanen…) hicieron campaña activa para el retorno pacífico de Karelia a la soberanía finlandesa. Los principales partidos políticos finlandeses no la apoyaron alegando la inutilidad de solicitar tal cambio territorial por la existencia de un tratado de paz con la URSS. En aquel tiempo, la opinión pública finlandesa mostraba que un 30% de los finlandeses respaldaba el regreso de Karelia y que un 62% se oponía. Por otra parte, la posición oficial del gobierno de Finlandia confirmaba la no existencia de conflicto territorial alguno con Rusia, por lo que no urgía plantear la cuestión de Karelia a Rusia, en tanto éste no mostrara intención de devolver dicho territorio o de discutir el tema. Si bien en 1994 el entonces presidente ruso Yeltsin lamentó la invasión de la Karelia finlandesa como ejemplo del totalitarismo agresivo de Stalin, en 1997 afirmó que dicha cuestión era un asunto cerrado entre ambos países. En 2000 Putin indicó que las discusiones sobre Karelia podrían dañar las buenas relaciones ruso-finesas, dando por finiquitado el tema en 2001 al considerar que cambiar las fronteras no era el mejor modo de solucionar problemas.

Los karelios siempre han sido minoritarios dentro de su república y su porcentaje dentro de la República ha ido disminuyendo constantemente. En el período de entreguerras la población de la Karelia soviética se duplicó pasando de 200.000 (1920) a 469.000 (1939). Tal crecimiento fue principalmente el resultado de la migración interna motivado por los planes quinquenales que incluyeron grandes inversiones en la industria de la celulosa, plantas de energía, construcción de viviendas…., que requerían abundancia de mano de obra. Como consecuencia de esto, se produjo un cambio sustancial en la composición étnica de Karelia. Así, si en 1926 había 111.900 (55.7%) rusos, en 1939 se habían más que duplicado llegando a los 296.500 (63.2%). Mientras tanto, el declive de los karelios en ese período fue manifiesto, pasando del 40,3% al 23,2%. Las grandes industrias que se desarrollaron en el período soviético, la afluencia constante de personas de habla rusa y las secuelas de las guerras (matanzas, expulsiones, destierros..) comportaron la inevitable minorización de los karelios en su tierra natal con profundas alteraciones culturales e idiomáticas.

El idioma Karelio es una lengua que pertenece a la rama finougria de la familia de lenguas urálicas. Es muy similar al finés y se subdivide en tres grandes conjuntos dialectales: el Karelio propiamente dicho (40.000 hablantes), el Karelio de Olonez (30.000) y el ludiano (5.000) próximo al Veps. Los primeros libros de Karelio se imprimieron a principios del siglo XIX en alfabeto cirílico, pero debido a las condiciones desfavorables no hubo posibilidades de constituir un idioma Karelio común. El idioma escrito finlandés, estrechamente relacionado con los dialectos de Karelia del Norte, se usó en la República de Karelia desde la década de 1920, cuando el gobierno local estaba encabezado por comunistas finlandeses en el exilio. En las calles de la capital Petrozadovsk se hablaba finlandés y Karelio, todas las señales estaban en bilingüe o solo en finlandés, y había una sensación generalizada de que toda la población entendía el finlandés. En aquellos años, incluso los pasaportes soviéticos en Karelia eran bilingües ruso-finlandés, lo que causaba considerable sorpresa en las universidades de Moscú o San Petersburgo, donde los estudiantes de Karelia eran percibidos casi como “extranjeros”. El idioma finlandés se extendió tanto que era comprensible para los hablantes de los dialectos de Karelia. Si bien es cierto que la lengua literaria seguía siendo la finlandesa (y por supuesto la rusa), lengua que catapultó a la fama mundial a escritores karelios (Antti Timonen, Pekka Perttu, Jaakko Rugoyev…), la realidad es que este hecho socavó la ya precaria situación de la lengua nativa. El fracaso durante la época soviética de los intentos de unificación de dicha lengua en alfabeto cirílico contribuyó determinantemente a su declive. No obstante, en los últimos años se realizan serios intentos de revivir el idioma y la cultura: en 1989 la Universidad de Petrozavodsk abre la Cátedra de idiomas Karelio y Veps para la capacitación de maestros de escuelas; se inician emisiones de Karelio en radio-televisión, así como se publican diversos libros y el periódico Oma Mua en lengua nativa; en 2000 había una extensa red de escuelas y guarderías donde se imparte enseñanza en Karelio; prosiguen insistentemente los intentos que abogan por darle al idioma un estatus oficial en la República de Karelia, única de las repúblicas de la Federación Rusa donde el idioma local no tiene todavía reconocido un status oficial. Sin embargo, el proceso de rusificación prosigue su curso: la mayoría de los letreros finlandeses en Petrozavodsk desaparecen, los pasaportes bilingües se vuelven monolingües rusos; las publicaciones impresas, así como las emisiones de radio y televisión en finlandés y carelio se reducen; en la Universidad de Petrozavodsk, la única Facultad de Filología y Cultura báltica y finlandesa existente en Rusia es cerrada; la Academia Pedagógica Estatal de Karelia se disuelve, y desde entonces no hay universidades que lleven el nombre de la República…Una mirada en perspectiva ofrece un panorama poco alentador: en 1920 los karelios eran mayoría absoluta y todos ellos hablaban el idioma. Hoy en día, el número de karelios ha disminuido dos veces y media durante este tiempo (45.000 de una población total de 632.000), y de ellos pocas personas conocen su idioma. Los rusos constituyen el 82% de la población, los karelios el 7,4% (solo el 5,1% en Petrozavodsk), los finlandeses el 1,4% y los vepsianos (otra nacionalidad relacionada con el finlandés) el 0,5%.

El Parlamento de la República de Karelia, al colapsar la URSS en 1990, proclamó la Soberanía de la República de Karelia con la intención de construir un estado de derecho, democrático, soberano dentro de la Federación de Rusia, pero teniendo en consideración que en el caso de que las leyes federales infringieran los derechos e intereses del pueblo de Karelia, sus efectos en el territorio de la república serían inmediatamente invalidados. La tierra, la riqueza mineral, el agua, la plataforma costera, la flora y fauna, así como el patrimonio histórico y cultural fueron declarados propiedad de los habitantes de la República de Karelia y la base de su soberanía económica. Al tener una gran longitud fronteriza con Finlandia, en 1994 el Consejo de Ministros de la República de Karelia firmó con Finlandia un acuerdo de comercio y cooperación económica, cultural y de asistencia técnica. En 2000 se constituyó la Eurorregión Karelia, formada por la república rusa y tres provincias finlandesas, que emprendió el desarrollo de las conexiones e infraestructuras de transporte en la región, la promoción de la cooperación económica, la mejora del bienestar social, las cuestiones medioambientales, la cooperación juvenil, así como la educación y la investigación. Pero las Eurorregiones no son solo proyectos técnicos sino que también implican la asunción de ciertas obligaciones regulatorias, lo que obviamente Rusia no asumía. El problema estribaba en que Moscú, al percibir a los países nórdicos vecinos a través del prisma de la estrategia militar, teme los intentos de una mínima salida de las regiones al nivel internacional, al tiempo que considera la frontera, no como un recurso para el desarrollo, sino como una fuente de amenazas ficticias. Y aquí es donde residen las grandes limitaciones de un desarrollo integrado de Karelia.

Por otra parte, la paulatina y rígida centralización del poder en el país, la progresiva imposición de las leyes federales en detrimento de las republicanas locales, ha privado a Karelia del derecho propio a disponer de sus propios recursos, los cuales habían sido declarados antaño propiedad de sus habitantes y base de su soberanía económica. Todo ello ha complicado el sistema de vida de la población rural cuyo sustento era la madera, la caza, la pesca y la recolección de setas y bayas. Las empresas madereras fueron privatizadas y las máquinas suplantaron gradualmente el trabajo manual, lo que provocó que los campesinos emigraran a las ciudades en busca de empleo; la pesca amateur en los lagos y ríos ahora está regulada por agencias federales, que ignoran la opinión de la población rural y equiparan esta pesca histórica de los habitantes indígenas a la caza furtiva; incluso grandes extensiones de bosque son convertidos en cotos de caza privados para solaz de los señoritos que vienen desde Moscú y Petersburgo. La mayoría de la población se concentra en el sur o en la carretera federal a Murmansk, pero las ciudades industriales se están vaciando debido a la creciente ola de desempleo y miseria causada por cierres de fábricas, recortes de plantillas y falta de dinero. Finalmente, la República perdió lo principal que le dio su estatus republicano, la elección del líder, que ahora es impuesto desde Moscú. Consecuentemente, las autoridades federales moscovitas han tomado el poder por completo en Karelia, gestionan los restos de la industria y comienzan a apoderarse de la tierra de la República, privando al gobierno autónomo local de la más mínima posibilidad de resolver sus problemas por sí mismo. Los oligarcas de Moscú y Petersburgo ven a Karelia como su zona de confort y parque de atracciones, pesca, caza y recreación en la naturaleza, relacionándola exclusivamente con sus bellezas de bosques, lagos y noches blancas. Para los federales, otra Karelia habitada por personas que viven en ciudades, pueblos y aldeas, simplemente no existe.

Es comprensible, pues, que en esta atmósfera de injusticia nacional y social el descontento y las protestas de la población aumenten, y que se hagan ostensibles expresiones independentistas o soberanistas por mediación de diversos grupos que han surgido en estos últimos años. Así, los activistas de “Unión de Karelia” distribuyeron propaganda en un intento de realizar un referéndum sobre la adhesión a Finlandia con el fin de garantizar una vida digna para la población. El presidente de la asociación pública “Congreso de Karelia”, Anatoly Grigoriev, propuso la idea de otorgar el estatus de zona económica libre a todos los antiguos territorios finlandeses de la región de Ladoga (divididos entre la República de Karelia y la región de Leningrado), lo que serviría al desarrollo económico intensivo de estos territorios, al renacimiento del bilingüismo tradicional de Karelia y a la convergencia de los intereses finlandeses y rusos.

La organización nacionalista moderada finesa “ProKarelia”, que también opera en Karelia, aboga por la retirada de la República de Karelia de la Federación Rusa y su inclusión en Finlandia. El líder del movimiento, Veikko Saksi, cree que el regreso de Karelia a Suomi está en línea con las normas de la Unión Europea. Según Saksi, en Finlandia aumenta el apoyo de la vuelta de Karelia, ya que acorde al monitoreo de la opinión pública, en el 2000, 5-10% de los encuestados expresaron su opinión favorable al respecto, en 2007 lo hacía el 38%, y en 2010 el 40%. Este crecimiento significativo es corroborado en varios foros de Internet donde la proporción de apoyo alcanza el 80%. Saksi también se refirió al ex diputado del Parlamento de Finlandia Risto Kuislu, quien afirmó que más de la mitad de los finlandeses apoyan el regreso de Karelia.

La “Comunidad Karelia Ingermlandish” (“IKS”) es un movimiento de Karelia creado como una iniciativa civil interregional para establecer vínculos sociales, políticos, culturales y económicos directos entre las regiones vecinas: Ingria y Karelia. El Movimiento aboga por un mayor protagonismo de los municipios y asambleas legislativas regionales que deben abolir el poder hegemónico de los partidos, requiriendo la eliminación de todas las barreras artificiales para la comunicación de las regiones del norte con los vecinos europeos. La relación entre ellos debe llevarse a cabo directamente sobre la base de los intereses de las comunidades locales y no sobre la de permisiva y corrupta actitud de las autoridades federales. Todo ello supondría el fortalecimiento de los lazos socio-políticos, culturales y económicos con los países vecinos y regiones: Novgorod, Pskov, Finlandia, Estonia, Latvia, Lituania, Murmansk, Arkhangelsk, Komi, Vologda, Bielorrusia, Ucrania, Polonia, Noruega y Suecia.

El movimiento “Karelia Libre” (“Välly Karjala-Vapaa Karjala”) publicó escándalos de corrupción a gran escala cometidos por representantes de la policía y las autoridades regionales en el territorio de la República. Sus activistas apoyan proyectos creativos para desarrollar la autoconciencia republicana y el autogobierno civil. Su objetivo es conseguir un Estado soberano y autónomo siendo los idiomas estatales el ruso, el carelio y el finlandés (y también vepsiano en el Veps National Volost). Propugnan la reactivación del proyecto transfronterizo “Eurorregión Karelia”, la eliminación del sistema oligárquico-nomenclatura de “Rusia Unida”, la implantación de una economía innovadora (en lugar del estado actual de la República como proveedor de materias primas baratas), una protección medioambiental y una modernización tecnológica. Los recursos de Karelia y los impuestos de las empresas republicanas no deben ser rapiñados por funcionarios “federales”, y sí tienen que servir para mejorar la vida de sus ciudadanos. Otro grupo estrechamente relacionado con el anterior es el “Movimiento Republicano de Karelia” (“Karjalan Tasavallan Liike”), no promueve la desconexión de Rusia y la unión a Finlandia, y propugna un autogobierno republicano normal, que debería estar por el momento en la federación, para la posterior consecución de la independencia. Uno de sus líderes, Vadim Shtepa, detenido y acusado de extremismo por la publicación de la “Petición del pueblo de Karelia” al ser considerada “anti-rusa y rusófoba”, tuvo que exiliarse a Estonia. Dicha petición busca el reconocimiento internacional de la ocupación de su República y la celebración de un referéndum sobre la independencia, lo que pondrá fin al genocidio que las autoridades rusas han infligido en la región, restaurando de esta manera la justicia histórica. Dice así:

“El 1 de abril de 1920 el pueblo karelio proclamó la República Democrática de Ukhta (hoy Kalevala). Finlandia la reconoció y el Ejército Rojo, con el apoyo de los internacionalistas rojos finlandeses, la destruyó. Los asesinaros en masa obligaron a la población a huir a la vecina Finlandia para escapar del exterminio total. Los acontecimientos ocurridos en 1920-1922 supusieron la consumación de este genocidio, la destrucción casi completa de la etnia de los karelios en su territorio. No vemos posible la existencia futura de los Karelios dentro de Rusia puesto que es el camino hacia su destrucción y olvido definitivos. Después de la captura del Ejército Rojo del territorio de la República Democrática de Ukhta, no se firmaron acuerdos para la resolución de estos eventos con los Karelios, ni se concilió un tratado de paz, ni tan siquiera se concertaron los términos de la incorporación de Karelia a la RSFSR. Sobre esta base, preguntamos e instamos a la comunidad internacional:

1-Ayudar a restaurar la soberanía del Estado de la República Democrática de Ukhta y reconocer la ilegalidad de la ocupación de la República Democrática de Ukhta por el Estado de la RSFSR.

2- Detener el genocidio de la población indígena de Karelia (karelios, finlandeses, saamis y Vepps), organizados por las autoridades rusas, para salvar a nuestros pueblos de la aniquilación total. En la actualidad, la República de Karelia no cumple con su propia Constitución, los tribunales no actúan de acuerdo con las leyes, la policía no respalda el orden y se violan los derechos de los ciudadanos en todas partes. El pueblo está inhabilitado a elegir al jefe de su Estado de Karelia, siendo nombrado por el presidente de Rusia. Además, las autoridades de Karelia están llevando a cabo una política de destrucción de la naturaleza: se obstruyen los depósitos de agua, se destruyen los bosques, etc. Todos los recursos de Karelia son saqueados por los oligarcas rusos bajo la protección de dichas autoridades, que además está llevando a cabo la destrucción del patrimonio cultural de Karelia.”

“En este sentido, llamamos a todos los residentes de Karelia a no reconocer la autoridad actual ilegítima en Karelia y celebrar un referéndum, en el que todos puedan resolver libremente la cuestión de la soberanía del territorio de la actual República de Karelia”.

En Karelia va tomando cada vez más fuerza la opinión de que necesitan un Estado independiente y soberano para poder libremente decidir su propia forma de desarrollo en el futuro. La diversidad nacional de Karelia y la simbiosis de sus diferentes pueblos (karelios, rusos, fineses, Veps, swomis..), está conformando una cultura única con su propia mentalidad humana, basada en el amor a su patria, su relación con la naturaleza, su actitud fraterna hacia las diferentes nacionalidades con las que conviven juntos durante siglos sin conflictos étnicos ni prejuicios nacionalistas.