Jordi Graupera: “La ‘Crida Nacional’ busca la unidad por sí misma, para nosotros es instrumental”

LA UNIDAD A DEBATE

Jordi Graupera (Barcelona, 1981) anunció que dejaba su vida en Nueva York, donde vive desde hace diez años, para volver a Barcelona. No por una cuestión menor, sino porque aspira a gobernar la ciudad. Para ello, ha impulsado un proceso de primarias que despierta recelos y complicidades a partes iguales

 

– ¿Qué le lleva a lanzar la propuesta de primarias?

– Parto de un diagnóstico que cree que nuestra cultura política está en crisis o decadencia. El otoño pasado, el sistema de debate público y cómo articulamos la política catalana llegó a su límite. Hay una ruptura entre las instituciones y la gente que salió a defender los colegios. Hay que aprovechar la movilización que hay en la política catalana y en lugar de folklorizarla la debemos politizar. Debemos aprovecharla para meter introducir elementos de tecnología política que hacen que haya más rendimiento de cuentas por parte de los políticos.

 

– ¿Qué ha pasado con la cultura política catalana?

– Hasta el máximo al que se podía llevar la cultura política del catalanismo es el 30 de septiembre. Lo que pasó el 1 de octubre, lo que ocurrió en el momento cuando la gente decidió no moverse cuando la policía se lo ordenó, en ese momento se rompió el fondo de la cultura del catalanismo. Desde aquel momento nuestra política ha ido en decadencia. El catalanismo es una ideología que sirve para decir a los catalanes qué tienen que hacer para responder a las demandas de Madrid. Sirve para explicarnos qué tenemos que hacer para no enfadarlos. Esto se filtra en la forma en que muchos periodistas son serviles a los poderes, se filtra en las universidades, en la literatura, en la investigación, en la sociedad. Hay una mentalidad de subordinación absoluta y de no alterar la paz social.

 

– Cuando se lo plantea, ¿tenía la garantía de que algún partido le apoyaría?

– No. Era la idea de que fuera así. Mi experiencia dice que si tienes una idea y la pones en circulación con un manifiesto con gente de diversos sectores, la idea no es de nadie y es de todos. Así, lo que pasa es que la idea se degrada y se quema para siempre. Yo creí que lo tenía que presentar por la vía Mourinho, salir en medio del campo solo y que te piten a ti. Yo intento que la idea penetre por sí sola, sin otra fuerza que la calidad de la idea y la persuasión del argumento. De este modo, si alguien la quiere enredar, primero me ha de matar.

 

– ¿No habló con los partidos?

– Cuando empezamos esto, sabíamos que había partidos con más incentivos para entrar y otros con menos incentivos. Los partidos pequeños tenían más y los grandes menos. Por lo tanto, por el orden eran Demócratas, Juntos por la República, PDeCAT y ERC. Así ha sido. Tengo muy buena relación con Antoni Castellà y gente de Demócratas, pero también con gente de ERC. La semana antes de lanzar la idea llamé a Antoni Castellà, Alfred Bosch y a Xavier Trias y les expliqué el contenido de la conferencia. Nadie más lo sabía. También envié una copia a los presos.

 

– Estos planteamientos que hace, sin embargo, ¿no serían más propios de alguien que aspira a gobernar la Generalitat?

– Una cosa son las primarias y la otra la candidatura. Yo he evitado hablar de la candidatura para que no se identificara la propuesta de las primarias con una candidatura. Pero buena parte de mi conferencia inicial es el proyecto para Barcelona. Mi motivación es Barcelona, es aquello para lo que me llevo preparando mucho tiempo y es donde creo que hay una carencia de discurso más fuerte. El independentismo no tiene proyecto para Barcelona. Los otros tampoco. La globalización se ha endurecido mucho, lo hará más, y Barcelona está a la intemperie. El mundo municipal es el único lugar donde se puede hacer política. El Parlamento y el Gobierno están muertos por una temporada.

 

– También lo enmarca en el boom de las ciudades. ¿Por qué tiene sentido un proceso de emancipación nacional en este contexto?

– Que haya un retorno a las ciudades no es excluyente con booms de otras cosas. Además, el mundo de las ciudades es el mundo de Cataluña. Es el mundo contrario a la forma de Estado de la modernidad, Estados como España, Francia, Alemania, Italia, Rusia. Este mundo es autoritario, de ejércitos, menos democrático. En el mundo de las ciudades es donde existe la posibilidad de que Cataluña tenga alguna oportunidad en el mundo. Cataluña es en una red de ciudades. Barcelona está dentro de la red que va de Nápoles hasta Argel, pasando por Marsella. Barcelona es el centro del Mediterráneo occidental. Por lo tanto, necesita un espacio donde emanciparse.

 

– Desde que dio el paso adelante se ha criticado mucho que alguien que vive en Nueva York ahora quiera ser alcalde de Barcelona…

– A mí me parece una virtud. Deberíamos querer que la gente aprenda cosas fuera y luego quiera volver. Del mismo modo que es buena noticia que una persona que ha sido primer ministro de Francia quiera ser alcalde de Barcelona. El señor Manuel Valls es el catalán que ha tenido más poder en el siglo XXI, tal vez mano a mano con Joan Clos, que dirige una agencia de las Naciones Unidas sobre vivienda muy poderosa. Segundo, irse fuera en este siglo no es lo mismo que en el siglo XIX. Durante estos diez años que estado fuera he participado de la esfera pública catalana. Y tercero, la política catalana es un juego de extorsiones porque somos un país pequeño y ocupado. Haber estado fuera me ha dado más libertad. La presento antes de volver porque es cuando soy más fuerte.

 

– ¿Cree que el hecho de que haga un planteamiento liberal para Barcelona puede alejar a personas de izquierdas de las primarias?

– Marché de Cataluña siendo un liberal clásico y he vuelto siendo un pragmático en el sentido americano. Es una ideología que en EEUU es más bien de izquierdas que dice que hay que fijarse en las consecuencias de nuestras acciones. Dicho esto, creo que el 99% de la gente de Barcelona estamos en medio de los dos extremos, los que creen que todo lo debería hacer el Estado y los que creen que debería hacerlo el mercado. Debemos ser antidogmáticos. No creo que mi fama de liberal haya impedido que ERC se sume a la idea de primarias. Tienen una estrategia a largo plazo que dice que deben estar abiertos a pactos con los Comunes y el PSC y luego creen que hay una oportunidad real de que Bosch gane solo las elecciones. No pasará. Si el problema es que creen que soy demasiado liberal para la gente, deberían sumarse a las primarias porque sabrían que las ganarían sin problemas.

 

– Me refería a la hora de llegar a personas individuales o la CUP…

– Ferran Mascarell, que ha dicho que se sumaría, viene de los socialistas. Había gobernado el Ayuntamiento con Pasqual Maragall. Y en cuanto a la CUP, no soy nadie para decirles que no se deban sumar. Pero, pienso que es mejor que estén fuera. No debemos buscar la máxima unidad posible. La unidad es muy arriesgada porque nos convierte, muy a menudo, en un movimiento acrítico, folclórico, que corre el riesgo de convertirse en populista y autoritario. Parte del fracaso de octubre tiene que ver con el hecho de que la unidad ha contaminado muchos espacios de nuestra política. Desde el principio hasta el final yo he sido muy crítico con la unidad. Sumar a la CUP no es algo necesario. Necesitamos la mínima unidad necesaria para ganar. Segundo, la CUP es el único partido de la política catalana que sabe decir que no. Esto es un valor a conservar. Tres, la CUP es un partido anticapitalista, el único partido de Barcelona que lo es. La tradición anticapitalista de Barcelona es muy importante y el resto de ideologías están contaminadas por ello. Lo vemos en los nombres de las calles de Barcelona, en los agujeros de bala de la Guerra Civil, en los movimientos libertarios… Yo a la CUP les quiero proponer que participen de los debates como externos, necesitamos todas las visiones sobre la mesa. Yo les voté el 21D, no tengo nada en su contra.

 

– Su visión discrepa del planteamiento de la ‘Crida Nacional’…

– Correcto. A su favor hay que decir que se han puesto a favor de hacer primarias claramente. Pero gente de Juntos por la República ya se reunieron con nosotros y mostraron su apoyo público. Dicho esto, el argumento de fondo de la ‘Crida’ busca la unidad por sí misma. Para nosotros sólo es instrumental, en unas elecciones que premian la lista más votada. En las elecciones del 21D escribí contra la lista unitaria. La unidad anula la disidencia y el pluralismo. No creo en el unitarismo ‘per se’ ni en los liderazgos fuertes.

 

– ¿Entonces no está coordinado con Puigdemont?

– Nunca lo he estado. Si no, lo habría dicho.

 

– ¿Cómo es que la consejera Clara Ponsatí hace el prólogo de su libro ‘Una propuesta para Barcelona’?

– No es militante de ningún partido, entró en el Gobierno como independiente y ha salido siendo la voz más crítica. Es una voz libre. Además, somos amigos de hace muchos años y es de las primeras personas con las que lo empecé a debatir.

 

– Si ERC se suma a las primarias, ¿será un fracaso?

– No. Ya veremos hacia dónde nos lleva. Estamos abiertos a que se sume hasta el último minuto.

 

– ¿Tiene algún indicio que apunte a que se puedan sumar?

– Bosch nos dijo que de entrada no. Lo interpretamos como el principio de una negociación. Es un juego de fichas de dominó. La última en caer es la dirección de ERC. Si caen, caen. Y si no, no.

 

– Si no cae, ¿tiene sentido?

– Tiene sentido en cualquier escenario. Es la punta del iceberg de una serie de cambios que necesitamos. Después ya veremos qué sale.

 

– ¿Estaría dispuesto a sacar adelante la candidatura aunque PDeCAT y ERC fueran por separado?

– Estar dispuesto es una fórmula extraña, que tiene poco peso y la respuesta hace un titular. Estoy dispuesto a todo. Pero no lo sé ni lo quiero saber. Quiero presionar con todo lo que tengo. Si decido que me presento solo, afecta mi manera de operar. Si decido que no lo haré, se lo pongo fácil para ignorarme. La decisión no la puedo tomar solo.

 

– Si la lista funciona bien, todo correcto. Pero si no suma lo suficiente para ser la primera lista es un problema para el independentismo.

– Para sumar mayoría absoluta hay un pacto que incluye necesariamente C’s y Comunes. Esto es inconcebible. El otro posible es ERC, Comunes y PSC. Este es un poco más posible. El otro es un acuerdo del soberanismo. Hoy por hoy, nada parece indicar que el soberanismo llegue a un acuerdo. Por lo tanto, pactar no es suficiente. Así que es probable que quien gobierne sea el más votado. Si ERC y PDeCAT deben poder pactar ‘a posteriori’, tanto da, hagámoslo ‘a priori’. En público y no en despachos, decidiendo las prioridades. Esto tiene una potencia bestial, genera una dinámica ganadora. Me parece que, por ahora, ERC cree que puede ganar sola.

EL TEMPS