Guerra contra las lenguas minoritarias de Rusia

En la Federación Rusa se hablan 133 lenguas en la actualidad, de las cuales 35 son oficiales a escala subestatal y sólo una, el ruso, lo es el conjunto del territorio. Según la UNESCO, sólo el ruso y el tártaro (hablado por seis millones de personas en Tatarstán y Bashkortostan) gozan de buena salud. El resto, 131 lenguas, están amenazadas: 19 son vulnerables (los niños no la hablan fuera de casa), 79 corren un grave peligro (sólo las hablan las generaciones mayores) y 19 están a un solo paso de extinguirse.

Este panorama desolador es fruto de unas políticas centralistas que los sucesivos líderes rusos han aplicado desde la formación del Imperio ruso en el siglo XVIII, fomentando la expansión de todo lo étnicamente ruso en detrimento de lo que fuera característico de los pueblos que habitaban los territorios que iban conquistando, con la intención de asimilarlos en un proceso de rusificación. La excepción a esta tendencia fue la política de tolerancia que Lenin inició hacia las minorías y el apoyo a sus lenguas, que se extendió entre la revolución de 1917 y los años 20 y 30. De hecho, no fue hasta la desintegración de la Unión Soviética en 1991 cuando, en un contexto de colapso del gobierno central acompañado de grandes reformas, apertura y renovación, las naciones pequeñas empezaron a luchar por sus derechos, entre ellos el de preservar su lengua nativa.

 

Modelo lingüístico en las escuelas

El marco legislativo vigente en materia de educación data de 2012, donde se especifica que “los ciudadanos de la Federación Rusa tienen derecho a recibir la educación preescolar, primaria y secundaria obligatoria en una de las lenguas nativas de los pueblos de la Federación Rusa, así como el derecho de estudiar una de las lenguas nativas de los pueblos de la Federación Rusa, dentro de las posibilidades que ofrezca el sistema educativo”.

Por lo tanto, el derecho a estudiar en una lengua nativa está garantizado, sobre el papel, para los pueblos que conforman la Federación Rusa. Sin embargo, tal y como señala Miquel Cabal y Guarro, doctor en Lingüística y traductor literario del ruso, en la práctica la lengua vehicular en las escuelas es casi siempre el ruso. El remate del punto mencionado de la ley, «dentro de las posibilidades que ofrezca el sistema educativo», se emplea como pretexto para negar el derecho a las minorías de estudiar en su propia lengua.

Así, la realidad en las escuelas rusas en materia lingüística hasta el curso pasado era utilizar el ruso en los centros de primaria y secundaria como lengua vehicular. En todas partes se cursaba el ruso como lengua obligatoria, a la que se dedicaba entre cinco y nueve horas lectivas semanales, dependiendo del curso. Y en el caso de los estudiantes de las repúblicas donde hay una lengua cooficial se estudiaba, además, la asignatura también obligatoria de la lengua cooficial, impartida durante dos o tres horas a la semana. Cabal señala, sin embargo, que las clases de la lengua nativa se hacían “de forma poco seria, para los estudiantes era una ‘maría’, y los alumnos apenas aprendían las competencias más básicas de esta lengua”.

Pero este modelo, ya precario para las lenguas propias, ha sido revisado recientemente a partir de unos comentarios que Vladimir Putin hizo en julio del año pasado durante una reunión del Consejo para las Relaciones Internacionales de Rusia, en la que dejó patentes las diferencias existentes entre el ruso y las otras lenguas habladas por las minorías étnicas que conforman el país. De la lengua rusa afirmó que “es la lengua del Estado (…) que no puede ser sustituida por nada; es el marco espiritual natural del conjunto de nuestro país multinacional. Y todos lo deben saber hablar”. Y a continuación, en referencia a las lenguas cooficiales de Rusia, dijo que “es inaceptable obligar a una persona a estudiar un idioma que no sea su lengua materna, de la misma manera que es inadmisible reducir el nivel y las horas de la enseñanza del ruso. Insto a los gobernadores de las regiones de la Federación Rusa que pongan especial atención en esto”.

Rápidamente las autoridades se pusieron en marcha. En primer lugar, actuó la Fiscalía, y a partir de noviembre de 2017 los padres que querían que sus hijos estudiaran su lengua materna debían solicitarlo explícitamente en las escuelas, cuando hasta ese momento esta asignatura había sido obligatoria para todos los alumnos en primaria y secundaria. Esto causó indignación a los habitantes de muchas de estas naciones, que protestaron contra la nueva medida, especialmente en Tatarstán y Bashkortostan, pero también en Daguestán, Kabardino-Balkaria, Komi u Osetia del Norte.

Haciendo caso omiso al rechazo que esta iniciativa generaba entre las minorías nacionales, el Comité para la Educación y la Ciencia de la Duma Estatal (Parlamento) propuso un proyecto de ley que introducía cambios a la Ley Federal con respecto a la educación para que la docencia en las lenguas de las minorías pasara a ser voluntaria. La aprobación del proyecto de ley se ha llevado a cabo con una velocidad inusitada: la primera lectura necesaria para su aprobación se produjo el 19 de junio pasado. El 24 de julio lograba la segunda lectura, y al día siguiente la tercera, para entrar en la Asamblea Federal (el Senado ruso). El 28 de julio, superado el trámite asambleario, el texto legal ya se remitió a Putin para ser aprobado definitivamente. Cabe decir que el número de legisladores que votaron a favor de adoptar esta ley, impulsada “desde arriba”, fue aplastante: sólo dos parlamentarios del Partido Comunista -Valentín Xurtxànov de Chuvasia y Rizvan Kurbanov de Daguestan- votaron en contra, mientras 388 votaron a favor.

“Si quieres salvaguardar tu cultura y lengua y eres ruso, eres un patriota. Si no, eres un extremista”

La sociedad civil de prácticamente todas las naciones que conforman la Federación rechazó frontalmente la nueva ley, y decidieron organizarse y crear Congreso Democrático de los Pueblos de la Federación Rusa, celebrando conferencias y actos de repulsa a la ley. Miembros del Congreso declararon que la nueva ley “viola las disposiciones básicas de las constituciones de Rusia y de sus repúblicas” y está diseñada para la “destrucción final de los idiomas nativos de la Federación Rusa con el propósito de lograr la rusificación plena de sus pueblos de manera inmediata”.

También se movilizaron académicos y lingüistas europeos, y dirigieron una carta (*) al Parlamento ruso pidiendo que no se adoptara la ley ya que el conjunto de lenguas que se hablan en Rusia “es una parte única del patrimonio cultural del mundo y la muerte de estas lenguas supondría un golpe fuerte para la diversidad lingüística del mundo y empobrecería el patrimonio intelectual de la humanidad”. A continuación añadía que estos idiomas “tienen el derecho histórico de recibir el apoyo de un Estado que ha tratado, desde hace siglos, de oprimir, dominar y asimilar sus minorías”.

Activistas y académicos de Tatarstán, Bashkortostan y Kabardino-Balkaria, tres de las repúblicas afectadas por esta ley, explicaron a Nationalia cómo ésta puede perjudicar sus lenguas nativas. Los líderes de los movimientos sociales para la preservación de la propia cultura del Tatarstán, incluyendo el ‘Centro Público de Todos los Tátaros’ (BTIÜ según sus siglas en esta lengua), declaran a este medio que las minorías nacionales de la Federación Rusa sufren una grave discriminación y se les niega el derecho a ser educados en su propia lengua. Están preocupados por el estado de la lengua en la república y afirman que la nueva ley puede acelerar el proceso de asimilación que ya se está produciendo entre los ciudadanos, muchos de los cuales ya no hablan el tártaro, especialmente en las ciudades. Según los líderes del grupo, “Mientras mande un régimen autoritario con tics imperiales, en 40 o 50 años nuestra nación, sencillamente, puede desaparecer”.

También denuncian que, si protestan, la Fiscalía les imputa cargos de extremismo. Uno de los últimos casos fue el acto organizado para celebrar el cumpleaños del poeta tártaro Gabdulla Tukay el 26 de abril. Los organizadores recibieron tres citaciones de los servicios de seguridad nacional rusos, el FSB, por extremismo. “La Fiscalía persigue cualquier acto que promueva nuestra cultura nacional”, afirman. Lo mismo explica una doctora en Filología de Kabardino-Balkaria, Lidia Jigunova, que tras protestar de forma individual con una pancarta frente a la sede del gobierno en Nálchik, la hicieron ir al despacho del ministro encargado de los asuntos de extremismo para “tener una conversación”. Fátima Tlissova, una periodista circasiana a quien hemos entrevistado junto con Jigunova, comenta al respecto: “Siempre igual: si quieres salvaguardar tu cultura y lengua y eres de etnia rusa, eres un patriota. Pero si no, entonces eres un extremista”. Y añade que el gobierno ruso se anexionó Crimea y apoyó el conflicto en el este de Ucrania para preservar los derechos de los rusos étnicos que viven en la zona y proteger su lengua materna. “Y el mismo gobierno niega a las minorías que viven en su territorio sus derechos más básicos para preservar su cultura”.

Uno de los líderes de la organización Bashkorta, una organización que defiende los derechos del pueblo bashkir, subraya que las lenguas nacionales no cuentan con ningún apoyo por parte del Estado, lo que contradice la Constitución federal, y que la nueva ley puede suponer la puntilla final a su lengua. Hoy, explica, hay cada vez menos profesionales especializados que utilicen el bashkir en la esfera pública, que queda relegado al ámbito privado. Por su tarea, este militante por los derechos de las minorías también ha sufrido acoso por parte de las autoridades.

Lídia Jigunova explica que el motivo de impulsar esta ley es que los rusos étnicos que viven en las repúblicas nacionales de Rusia no quieren que sus hijos estudien las lenguas nativas de estos sitios. Y añade que para ella esto representa una pérdida inmensa ya que ser bilingüe «es un gran valor porque cada lengua es la llave que abre las puertas de una cultura, es decir, podemos vivir en varios mundos. Y no queremos que nuestros hijos se vean privados de este patrimonio”.

(Artículo publicado conjuntamente por Nationalia y Vilaweb.) RACÓ CATALÀ

(*) http://news.uralistica.com/?p=12164

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