Graupera y EEUU

El único evento constructivo de la política catalana actual es el movimiento de las primarias liderado por Jordi Graupera. Desde el 1-O hemos descubierto dos dinosaurios: la violencia dictatorial española y, por otra parte, la dependencia estatal de nuestros partidos y su consecuente incapacidad para defendernos. Por eso, como no podemos controlar la violencia del Estado, la única tarea a nuestro alcance es construir una nueva clase política más allá de los partidos que nos permita rearmarnos políticamente.

La democracia antipartitocrática de Graupera, por tanto, es un proyecto lleno de futuro. Pero, previsiblemente, muchos analistas se niegan a reconocerlo y utilizan argucias para descalificar a Graupera a nivel personal. Hay una argucia especialmente sintomática, que es su relación con EEUU. Por ejemplo, cuando Graupera todavía estaba en Nueva York, Francesc-Marc Álvaro ya decía en la radio que era muy fácil ser valiente desde EEUU. Esto lo decía refiriéndose a Graupera pero sin nombrarlo, en una muestra perfecta de esta cobardía tan nuestra de no decir las cosas por su nombre. O Marçal Sintes resumía así su trayectoria: “Graupera, después de terminar su estancia en Estados Unidos, lanzó la idea de unas primarias independentistas. Esto de definir las primarias como una idea lanzada al azar y un doctorado en filosofía política en la New School como una mera “estancia” es, otra vez, una manera de esconder un ataque despectivo bajo un lenguaje aparentemente neutro.

Cuando se presenta a Graupera como un tipo que ha aterrizado de EEUU para salvar a la patria, se quieren difundir dos falsedades. La primera es retratarlo como el típico privilegiado que ha estudiado fuera y que ahora viene a imponer su doctrina. Pero la realidad es completamente diferente: mientras Graupera se financiaba los estudios dando clases -o sea, que de “pijo”, nada- escribió una tesis sobre la metafísica del Estado moderno, por lo que se ha convertido en el primer político catalán que pasa a la praxis con una base teórica sólida. La segunda falsedad es la idea de que todo lo que viene de América y que habla de libertad es neoliberalismo. Esto quizás es verdad en las escuelas de negocios. Pero los EEUU de Graupera (¡y los míos!) son otros: son los del individualismo libre y a la vez radicalmente comunitario, de la ética del trabajo, de la lucha contra la injusticia y de la capacidad para emprender cualquier tarea por imposible parezca.

Como España continuará queriendo destruir Cataluña y como los partidos actuales no podrán producir ningún otro liderazgo fuerte, esperamos que pronto todo el mundo se dé cuenta de la razón histórica del movimiento de las primarias y del talento y la fuerza excepcionales que posee Graupera.

EL PUNT-AVUI