Una oportunidad histórica para la recuperación de los bosques naturales

El movimiento ecologista de Euskal Herria ha trabajado durante décadas para la restauración ecológica de los bosques naturales, públicos y privados, dado su profundo declive (robledales, hayedos, encinares, rebollares, alisedas, etc.). Y a su vez, siempre ha denunciado el modelo intensivo de producción maderera de Bizkaia y Gipuzkoa (erosión, pistas, matarrasas, incendios forestales, plagas y enfermedades, fumigaciones, etc.) que dura ya un siglo de plantación masiva de pino insignis o radiata, desde que a finales del siglo XIX se trajo de Estados Unidos. Sin embargo, Araba, Nafarroa e Iparralde optaron por otros modelos forestales.

Consecuencia de ello, según datos del último Inventario Forestal de la CAPV (2016), es la existencia de una enorme masa cultivada (no son bosques) de 125.000 hectáreas de pino insignis, además de 80.000 hectáreas de otras especies comerciales exóticas que han infectado los paisajes naturales y creado graves pérdidas de biodiversidad.

El escenario forestal actual ha sido impulsado por las instituciones públicas y el sector maderero, habiendo sido una constante la beligerancia de ambos hacia la conservación de naturaleza. Todo se ha permitido, sin importar pendientes, ríos, captaciones de agua o áreas protegidas. Así, en términos de medio ambiente y ordenación del territorio, los resultados de ese modelo forestal basado mayoritariamente en una silvicultura de ocio, no profesional, están siendo nefastos: pérdida de suelos y biodiversidad (hábitats, flora y fauna salvajes, procesos ecológicos…), disminución de la calidad de las aguas, colmatación de embalses, coadyuvante en inundaciones y crecidas de ríos, destrozo de los paisajes naturales, artificialización de nuestras montañas, derroche de dinero público, etc.

Tras décadas de enfermedades provocadas por el propio modelo de producción intensiva, parece que la decadencia del pino insignis es irreversible: banda marrón, banda roja, fusarium, procesionaria, etc. Lo que no ha conseguido cambiar el ecologismo en décadas, lo están logrando hongos microscópicos. Por otro lado, los bosques naturales ya han desaparecido del 75% de las casi 723.000 hectáreas que posee la CAPV.

Asimismo, el movimiento ecologista lleva años avisando de la nueva amenaza existente: el cultivo de eucaliptos, de origen australiano y carácter invasor. Por ello Eguzki alerta de que existe un riesgo real, sobre todo en Gipuzkoa, de clonar el más duro escenario forestal vasco, Bizkaia, donde gracias al modelo PNV se ha expandido ya el cultivo intensivo de eucaliptos hasta las 17.000 hectáreas. Igualmente, debemos estar atentos al probable impulso para la plantación masiva de otras especies exóticas «sustitutivas» del pino radiata: abeto douglas, sequoyas, pino marítimo o criptomeria.

Es básico blindar los suelos públicos de la CAPV en el nuevo escenario forestal a consensuar, evitando a toda costa que estos vuelvan a ser pasto de los cultivos comerciales madereros. En Gipuzkoa, por ejemplo, existen más de 33.000 hectáreas de montes de utilidad pública, de las cuales 26.000 hectáreas son propiedad de 39 ayuntamientos, y el resto de mancomunidades y parzonerías y de la Diputación Foral.

En cuanto a las recientes declaraciones del sector maderero (Baskegur) reclamando todavía más dinero público para paliar el desastre de su gestión del pino insignis, Eguzki recuerda que siendo un problema creado principalmente por la propia actividad de los propietarios forestales, deben ser ellos quienes lo resuelvan y asuman las consecuencias de su gestión, sin pretender que paguemos otra vez a escote sus ingresos y gastos privados. Gobierno y Diputaciones deben abstenerse de insuflar más subvenciones públicas para estas impactantes actividades privadas, prohibiendo además las fumigaciones químicas masivas que intoxican suelos, campos de cultivo, captaciones de agua y ecosistemas.

Así, desde Eguzki proponemos cinco criterios mínimos que se deberían tener en cuenta para iniciar un debate social serio que guíe una nueva política forestal y de biodiversidad en la CAPV, liderada por las instituciones públicas y que evite repetir los errores del actual modelo intensivo e hipersubvencionado:

  1. Garantía de participación plural y real de todos los sectores implicados: Diputaciones, Ayuntamientos, asociaciones de propietarios forestales y del sector profesional de la madera, universidades y organizaciones científicas, organizaciones ecologistas, asociaciones naturalistas, etc.
  2. Respeto estricto al cumplimiento del marco jurídico sectorial: aguas, cambio climático, ley de responsabilidad medioambiental, biodiversidad, Red Natura 2000, etc. Formulación de una nueva regulación normativa que planifique, ordene y limite territorialmente los usos forestales, es decir, donde plantar para proteger los bosques y donde para producir madera
  3. Restauración e implantación exclusiva de bosques naturales en toda la Red Natura 2000 susceptible de acoger hábitats forestales en la CAPV, recuperando aquellos en 15.000 hectáreas privadas ocupadas hoy en día por cultivos forestales exóticos
  4. Eliminación de subvenciones públicas perversas y contrarias al medio ambiente, ligando la nueva política forestal al impulso de un verdadero desarrollo rural en el sector primario. Incremento importante de subsidios públicos a los propietarios privados (1) de bosques naturales, y (2) de cultivos exóticos en la Red Natura 2000 para su reversión a bosques naturales
  5. Restauración e implantación exclusiva de bosques naturales en todos los suelos públicos forestales de la CAPV (de Ayuntamientos, de cuadrillas, de mancomunidades y parzonerías y de las Diputaciones Forales) ocupados por cultivos exóticos, renunciando así a la producción maderera en terrenos de titularidad pública mediante su conversión en áreas forestales nativas: 55.000 hectáreas.

La organización ecologista y antinuclear Eguzki ofrece diálogo al Gobierno Vasco, a las Diputaciones y al sector maderero sobre las cinco bases indicadas, para así consensuar un nuevo escenario de protección real de nuestras montañas. Este debe garantizar una política forestal duradera que comparta en igualdad la restauración de nuestros bosques naturales, la producción maderera y el estado de conservación favorable de la biodiversidad, en la Red Natura 2000, en otros espacios naturales protegidos y fuera de ellos, en suelos públicos y privados.

Gara