‘Una canción en catalán’

Es una de las noticias de las últimas horas. En el próximo programa de Operación Triunfo (OT) uno de los concursantes cantará una canción en catalán, concretamente “Una lluna a l’aigua» («Una luna en el agua»), de Txarango. La pieza la interpretará el cantante de Terrassa Miki Núñez. Todo ello se anunció en directo a través de las redes sociales y del canal temático que retransmite las interioridades de la escuela donde se preparan las intervenciones. Esta futura interpretación se ha convertido en noticia. Evidentemente no ha faltado tampoco el típico artículo de «las redes hierven con la decisión de OT de cantar una canción en catalán».

Y es que, efectivamente, no han faltado las muestras de rechazo, a veces de odio, contra esta decisión del concurso de TVE. Resulta imposible calcular a qué porcentaje de espectadores le desagrada escuchar esta canción por el simple hecho de que está escrita en catalán. Intuyo que no es mayoritario, pero existe. Ahora bien, lo más significativo de todo ello no es esta reacción previsible, minoritaria y radical sino el simple hecho de que sea noticia. Una sencilla búsqueda en Google con las palabras ‘OT’ y ‘catalán’ lo demuestra. Y ese es el auténtico nudo de la cuestión. Es, en el fondo, lo que explica muchas cosas.

Dentro de unos días, la Constitución española cumplirá 40 años. Y en su artículo 3.3 dice que «la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección». Pues bien, cuatro décadas después es noticia que un joven cante una canción en catalán en el canal público de la televisión española. Y es noticia, como la mayoría de las noticias, porque es un hecho novedoso. Efectivamente, en casi veinte años de programa nunca se ha cantado ninguna canción en catalán. Lo que más se ha acercado es la presencia de ‘Loco por ti’, presentado como uno de los logros más importantes de los últimos tiempos, pero cuando tocó ponerla en directo se optó por la versión en castellano de Luz Casal en lugar de la original catalana de Sau. Y en el mismo espacio, la cantante Beth Rodergas fue subtitulada cuando, en un momento íntimo, habló por teléfono con su madre.

Este jueves, el diputado de Juntos por Cataluña Eduard Pujol participó en una tertulia en Euskal Telebista, la televisión pública vasca. Una parte del coloquio la tuvo que malgastar justificando por qué su lengua materna era el catalán y sólo el catalán . Había un tertuliano, que se autodefinía de izquierdas, que intentaba convencer a Pujol que además del catalán, como el diputado también domina el castellano, tenía una segunda lengua materna. Y no había manera. Ya no es una cuestión de catalán o castellano, es una cuestión de respeto. No se me ocurriría nunca decirle a otra persona, a modo impositivo, cuál es su lengua materna.

El pasado fin de semana, el presidente de Aragón, Javier Lambán, presumía a través de un tuit de empezar a leer un libro de Eduardo Mendoza y en tono de burla añadía que «como casi todos los grandes autores catalanes, escribe en español». Claro, después son los independentistas los que dividen y separan entre buenos y malos. De una tacada, Lambán se cargaba todos aquellos grandes autores catalanes que, por el simple hecho de escribir en catalán, ya no entran en la categoría de ‘grandes’. O aún peor: que no pueden ser grandes porque escriben en catalán. Mención aparte el hecho de que equipare español a castellano lo que, definitivamente, sitúa el catalán fuera de la españolidad. Suerte que esta distinción la ha hecho el presidente aragonés y no el catalán, el que fuera, porque entonces sería un presidente supremacista.

Han pasado 40 años y una parte de España, todavía muy crítica y numerosa, tiene un problema serio con la asunción del catalán -no ya como «modalidad lingüística objeto de respeto y especial protección» – sino como pilar básico de una nación que administrativamente todavía pertenece al Estado español. Y mientras cantar una canción en catalán en TVE sea noticia y Lambán presuma de superioridad moral del castellano querrá decir que todo esto no se asume, es decir, que en el fondo no quieren una Cataluña española: quieren directamente una Cataluña castellana.

EL MÓN