Tenemos poderosas capacidades

Estamos viendo cómo los partidos políticos españoles, espoleados por los acontecimientos, se van posicionando y muestran claramente su ideología que la mantenían, en parte, escondida, tratando de presentarse como adalides y defensores de las libertades, apoyados por su potente estructura de su Estado gran-nacional.

Nada que decir al respecto de los partidos “conservadores”, por poco dados a la razón y nada al entendimiento. Pero, ¿los “progresistas”? A ver, no es que nos vayamos a extrañar a estas alturas, es cuestión de conciencia, porque quien no comprende lo que pasa en su país es una contradicción andante, y quien comprendiendo no actúa, tendrá su lugar en la antología del llanto, pero no en la historia de su pueblo. Por supuesto que no pretendo pasar a la historia de nada ni de nadie (aunque sí permanecer en la memoria de las personas que me quieren, eso sí, alojado en un lugar recóndito; para no causar molestias ni estorbos). Pero por no estar con “los del llanto”…

Bueno, a lo que vamos. Como razona Isaiah Berlin (1909-1998), sin la reivindicación nacional, los movimientos revolucionarios y regeneradores o la reivindicación social de quienes no tenemos reconocida nuestra dignidad como nación,  están condenados al fracaso. Y continúa: “Esta curiosa ceguera por parte de los pensadores sociales, en otras cosas tan agudos, me parece un hecho que necesita explicación”. No se aprecia, por parte de los partidos progresistas, atención a éstas y a muchísimas otras reflexiones, ni tampoco, lo que es peor, al contenido de la declaración de los DDHH en lo relativo a los derechos y libertades de los pueblos. Ahora, en un intento de aparentar que están dispuestos a hacer concesiones (lo que implícitamente conlleva a que se consideren los amos), todo lo que se les ocurre es celebrar un consejo de ministros en Barcelona (ya lo hacía Franco en San Sebastián, en sus vacaciones de Agosto, demostrando así su dominio), en el que condenan el asesinato de Lluis Companys (Helmut Köhl y Francois Mitterrand ya se habían manifestado en la década última del pasado siglo), y cambiar el nombre del aeropuerto. O sea, como el “policía bueno”. Pero no debemos dejarnos engañar. Kwame Nkrumah, presidente de Ghana, primer país africano en conseguir la independencia, no establecía diferencias entre los colonizadores “liberales” o “iliberales” (1957). Y Josep Pla en una crónica enviada desde el Parlamento de España el 18.11.1931, advertía que “no hay nada más parecido a un político español de antes del 14 de Abril, que un político español de después del 14 de Abril”. Por muy “liberal” que se crea el ocupador, no puede serlo a medias, es decir, no puede haber un pueblo ocupado a medias o a cuartas partes. Así no se puede construir un marco social estable ni generar una comunidad con sentido. Por eso, se aferran a una Constitución asfixiante, heredera del franquismo (Ver “El nacionalismo español”, coordinado por el profesor Carlos Taibo), articulada por un conjunto de normativas, medidas, prácticas y limitaciones, tan aplastante como la dominación militar, incapacitada para procurar un marco político democráticamente aceptable y favorecer el desarrollo de una sociedad sana. Al contrario, permite que se den situaciones tan trágicas como las que están soportando nuestros jóvenes de Alsasua, aferrándose a un proceso jurídico-político-mediático, absurdo, injusto, grotesco, ilógico, exagerado y abusivo; o el encarcelamiento de los políticos catalanes, por citar los más recientes y actuales, ambos de gran contestación social y desaprobados por las más altas instancias internacionales. Para gobernar en estas condiciones necesitan utilizar un método coercitivo, autoritario y policial, nada parecido a un sistema democrático.

Sabemos, pues, dónde y cómo estamos. Y también sabemos (o deberíamos saberlo) que contamos con una sociedad comprometida, solidaria y capaz, a la que se le debe una respuesta positiva. Tenemos que permanecer atentos y vigilantes a su evolución y observar con perspicacia su desarrollo. Para que haya ocupación, la sociedad tiene que tomar conciencia de estar “ocupada”, de lo contrario no existirá ocupación. Por eso, nos tenemos que empeñar en la recuperación del Estado de Navarra, como primer y gran objetivo.

Aunque desposeídos del poder, como dice I. Pappé, “tenemos armas poderosas: El activismo, la actividad académica, la difusión de información, la persuasión, la protesta y la solidaridad son esas armas. Usémoslas con sabiduría”.