Sobre la estupidez

De vez en cuando vuelvo a leer el ensayo ‘Las leyes básicas de la estupidez humana’, del historiador económico Carlo Cipolla, incluidas en su libro ‘Allegro ma non troppo’. Me gustaría compartirlo con los que no lo hayan leído o ya no lo recuerden. Algunos dirán que es un texto hecho desde un punto de vista intelectual elitista, que seguramente es, al menos en parte, cierto, pero creo que el autor habla desde una perspectiva irónica y crítica, que es lo que le da interés.

Cipolla sustenta que hay cinco leyes básicas de la estupidez humana. Primera: todos nosotros subestimamos, siempre e inevitablemente, el número de personas estúpidas que nos rodean y que hay en el mundo. Segunda: la posibilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esta persona (el ejemplo que él pone es que en una universidad habrá el mismo porcentaje de estúpidos entre los bedeles y entre los profesores). Tercera: una persona estúpida es la que causa daños o pérdidas (de diferentes tipos) a otras personas, grupos o en la sociedad y, al mismo tiempo, no obtiene ninguna ganancia para ella misma e, incluso, puede autoproducirse algún daño o pérdida. Cuarta: la gente que no es estúpida siempre subestima la capacidad de hacer daño de las personas estúpidas; concretamente, olvidan constantemente que, siempre y en cualquier lugar, asociarse o llegar a acuerdos con las personas estúpidas es un error que tiene unos costes importantes. Quinta: una persona estúpida es el tipo más peligroso de persona. Si se consideran, por un lado, los beneficios o los daños que una persona se puede causar a sí misma y, por otro, los beneficios o los daños que esta persona puede causar a los demás y a la sociedad, Cipolla identifica cuatro grandes grupos (o más bien prototipos) de personas. Primero, la gente inteligente que contribuye al bienestar de la sociedad porque con sus actuaciones benefician a los demás y a la sociedad y, al mismo tiempo, también se benefician ellos mismos. Segundo, la gente que, conscientemente (los altruistas) o inconscientemente (los ‘naïfs’), ayuda a otros a obtener bienestar o beneficios pero a costa de tener ellos pérdidas o malestar. Tercero, los rapaces o los arribistas/oportunistas/trepadores, que sólo persiguen su propio interés aunque ello perjudique de otra gente o al bienestar social. Cuarto, la gente estúpida cuyas actividades son contraproducentes o negativas tanto para ellos mismos como para el resto de la gente y para la sociedad en su conjunto.

Evidentemente, esto son modelos teóricos y en la realidad no será tan fácil clasificar la gente en uno de estos cuatro prototipos, porque la mayoría somos una mezcla de al menos dos (o quizás a veces más) de ellos. Incluso se podrían formar subgrupos, por ejemplo los rapaces inteligentes o los rapaces estúpidos o los altruistas o ‘naïfs’ inteligentes y los estúpidos, etcétera. Ahora bien, en muchas personas es posible que predomine uno de estos tipos de manera clara, aunque puedan tener pinceladas que caracterizan otros modelos que se han descrito. Para Cipolla, pues, la gente estúpida es la más peligrosa que existe para las personas y para la sociedad, incluso más que los rapaces o ‘trepas’, porque es perjudicial para todos: los otros, la sociedad y ellos mismos.

EL PUNT-AVUI