Sinrazones de una manifa

Desde el más escrupuloso respeto a cualquier manifestación pública como una de las más dignas expresiones sociales, quiero hacer público mi desacuerdo con la convocada del próximo 2 de junio. Invito a la gente a que no acuda a esa manifestación, pero sobre todo, a que no se deje engañar por la propaganda cutre de la misma. El posicionarse en contra de una manifestación es tan respetable como el aparecer a favor.

El euskara es una de las señas de identidad de Navarra y como bien inmaterial común que es, nos corresponde el derecho de usarlo a todas y cada uno de los navarros, sin distinción del lugar de su domicilio e incluso sin distinguir si conocen o no esta lengua. El haber incorporado al estatuto de Navarra el concepto de zona lingüística constituyó un error y es hoy día un injusto anacronismo. Se basa en la confusión entre sociolingüística, que define los estados de uso y evolución de una lengua y política lingüística que regula los derechos lingüísticos. En porcentajes de uso de la lengua vasca, los territorios de Navarra son diferentes, pero en cuanto a derechos lingüísticos las personas de Navarra debemos ser iguales. El euskara no es solo un derecho del 25% creciente de navarros y navarras que lo conocen y usan de algún modo, sino que es un derecho y una opción del 100% de los habitantes de esta tierra.

En democracia, la despolitización de un contencioso social como es el de la lengua vasca en Navarra se tiene que hacer a través de la libertad. En el momento en el que las lenguas propias de Navarra son objeto de libre elección en pie de igualdad por las ciudadanas y ciudadanos de Navarra, se acabó la politización. El esquema básico de cualquier reivindicación política se basa en la alegación contra una real o presunta discriminación y en el caso de Navarra la lengua que sigue siendo discriminada es el euskara. El euskara esta relegado como lengua a una posición secundaria y precisamente en eso se basa su catalogación como lengua minorizada.

La convocatoria de la manifestación, contra la cual me pronuncio, se define como una actuación contra la política lingüística pero contiene un mensaje falaz y engañoso ya que la lengua que sigue estando discriminada y a la que no se ha efectuado reparación alguna por su discriminación durante decenios y decenios es precisamente el euskara. Se utilizan argumentos pretendidamente graciosos pero que no pasan del nivel de borreguismo cutre como el de que «yo quiero que el médico le cure a mi hijo, no que le hable en euskara» como si los médicos no necesitases comunicarse con los pacientes. En ese casposo chascarrillo se reduce a los pacientes en borregos o borricos y a los médicos en veterinarios humanos. Otro de los argumentos que hemos escuchado es el de que los funcionarios guipuzcoanos tendrán entrada más fácil en la administración de Navarra, como si a los jóvenes navarros no les interesase y beneficiase la posibilidad de entrada en Gipuzkoa, Bizkaia, Araba e Iparralde.

Ya sé que habrá gente bien intencionada que está pensando en acudir a la manifestación del 2 de junio; pero me atrevo a sugerirles mediten la utilización que se dará a su presencia. El euskara que en su día se habló no solo en todo lo que es ahora mismo Navarra, sino en todos los territorios de la antigua Vasconia, merece ser considerada como un bien inmaterial común que suponga una opción de uso real a todas las navarras y navarros.

No existe ninguna otra autonomía en cuya regulación de política lingüística se haya introducido el concepto de zona linguófona, que es en sí mismo un concepto carente de rigor, pero sobre todo origen de una sinfín de injusticias y discriminaciones. Hoy día el euskara esta y puede estar en cualquier nivel universitario, así como en la investigación científica más sofisticada y en el uso literario o cultural más vanguardista.

Es evidente el avance de algunas lenguas como el inglés, que han adquirido el rango de lenguas comunes de la cultura, que antes ostentaba el latín, pero es también un hecho constatable que las y los jóvenes de la generación de los aeropuertos europeos conocen y practican con perfección cuatro o cinco lenguas modernas. Ante esa perspectiva la estrategia diseñada hace un decenio de confrontar el euskara con el inglés constituía una gran ridiculez, como lo demuestra el hecho estadístico de que son muchos más quienes han aprendido inglés desde el bilingües vasco-castellanos que desde el monolingüismo castellano.

Desde el máximo respeto a la decisión de manifestarse, me atrevo a invitaros a que no acudáis ese acto, que por supuesto es legal y debe ser respetado, como todas las manifestaciones habidas y por haber. La del 2 de junio os la han contagiado de malos argumentos, autobuses y bocadillos.

Gara