¿Sin ejército?

La Organización de las Naciones Unidas fue fundada en 1945 por 51 estados, tras la tragedia de la II Guerra Mundial. En la actualidad, la ONU está integrada por 193 estados, de proporciones humanas y geográficas muy distintas, en los cinco continentes. De estos 193, hay 177 que disponen de fuerzas armadas o, si se quiere decir de otra manera, que tienen un ejército propio. 16 estados independientes, pues, están sin ejército propio para garantizar su defensa nacional. Se trata de Andorra, Ciudad del Vaticano, Costa Rica, Dominica, Federación de Estados de Micronesia, Granada, Kiribati, Islas Marshall, Islas Salomón, Liechtenstein, Nauru, Palau, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Samoa y Tuvalu. Salvo Costa Rica, el resto de estados son, de hecho, microestados, a menudo islas y con un peso demográfico muy reducido. Costa Rica, que tiene 5 millones de habitantes, abolió sus fuerzas armadas en 1949 y, actualmente, dispone de 8 mil efectivos armados, entre guardia civil y guardias rurales. Aunque posee unos equipamientos marítimos y aéreos que, si bien sin ninguna denominación militar, ya quisieran tenerlos muchos ejércitos. En todos estos casos, sin embargo, que no tengan ejército no significa, en absoluto, que no tengan una política nacional de defensa, ya que ésta la tienen acordada con otro Estado y, pues, otro ejército. Es el caso de Andorra que mantiene un acuerdo con el ejército español y el francés, el Vaticano que lo tiene con Italia, Samoa con las fuerzas armadas de Nueva Zelanda o las Islas Solomin y Nauru con Australia.

Hay, además, otros seis estados que mantienen un estatus militar singular, formalmente sin ejército, pero con unidades paramilitares, equipamientos más propios de las fuerzas armadas que la policía y acuerdos con terceros países para garantizar la defensa nacional. Se trata de Haití, Islas Mauricio, Islandia, Mónaco, Panamá y Vanuatu. Islandia, por ejemplo, con 350 mil habitantes es miembro activo de la OTAN y tiene la defensa garantizada por los Estados Unidos y ha llegado también a acuerdos con Noruega y Dinamarca, mientras que Mónaco lo ha hecho con Francia y Panamá, con 4 millones de habitantes, dispone de un Servicio Nacional de Fronteras y un Servicio Nacional Aeronaval, a las órdenes del ministro de la seguridad pública, formado como oficial ingeniero en el Colegio Militar de Argentina. La defensa nacional, sin embargo, siempre está garantizada en todos los casos mencionados, mediante acuerdos con terceros países. Todos disponen, por tanto, de un plan propio de defensa nacional, ejecutable no sólo en operaciones estrictamente militares, sino en caso de catástrofes ecológicas, calamidades naturales o accidentes de grandes proporciones a los que, generalmente, no pueden hacer frente sus fuerzas policiales ya que están preparadas para otras funciones de seguridad ciudadana: tráfico, entrega de documentación, crimen organizado, blanqueo de dinero, robos, hurtos, homicidios, salud pública, violencia doméstica, violaciones, etc.

Los estados con un gasto militar anual per cápita más importante son, por este orden, Arabia Saudí (6.909 dólares por habitante), Singapur (2.385 $), Israel (1.882 $), Estados Unidos (1.859 $), Kuwait (1.289 $), Noruega (1.245 $) y Grecia (1.230 $), con Syriza en el gobierno. En cuanto a los efectivos humanos, los estados que disponen de un mayor número de miembros en sus fuerzas armadas son China (2.183.000 miembros), India (1.395.100), Estados Unidos de Norteamérica (1.347 .300), Corea del Norte (1.190.000) y Rusia (831 mil). A nivel europeo, Francia encabeza la lista con el máximo de efectivos militares (202.950), seguida de Alemania (176.800), Italia (174.500), Reino Unido de Gran Bretaña (152.350), Grecia (143 mil) y España ( 123.200). Estados menos poblados como Holanda, con 17 millones de habitantes, tienen unas fuerzas armadas integradas por 35.410 miembros, Suecia 29.750 con casi 10 millones, Portugal tiene 29.600 para sus 10.320.00 habitantes y la neutral y pacífica Suiza, con 8.372.000 habitantes, mantiene un ejército permanente de 21 mil miembros. Austria, con 8.750.000 habitantes, dispone de unas fuerzas armadas de 21.350 efectivos activos, con 146 mil reservistas y Bélgica 29.600 militares activos y 6.750 reservistas, con una población de poco más de 11 millones. Las fuerzas armadas de Noruega, con 5.233.000 habitantes, integran 24.950 miembros, Finlandia tiene 22.200 para 5 millones y medio de habitantes, Chequia, con 10 millones y medio de habitantes, tiene 21.950 efectivos, las de Dinamarca, con 5.731.000 habitantes, constan de 16.600 miembros, Irlanda 9.100 para 4.473 millones. Islas como Malta (450 mil habitantes) tiene un ejército de 1.950 efectivos y Chipre (1.150.000 habitantes) lo tiene de 12 mil miembros. Incluso el minúsculo Luxemburgo cuenta con un ejército de 900 miembros para sus 550 mil habitantes, una población trece veces inferior a la del Principado y también con una extensión territorial trece veces menor.

Si miramos los países que se han independizado, en Europa, en los últimos años, todos disponen de fuerzas armadas propias y todos son bastante más pequeños que Cataluña: Lituania (17.030 militares con 2.872.000 habitantes), Eslovaquia (15.850 efectivos con 5 millones y medio de habitantes), Croacia (15.500 para una población de 4 millones y medio), Eslovenia (7.250 militares y 2.000.065 habitantes), Estonia (6.400 efectivos con 1.316.000 habitantes) o Letonia (5.310 miembros de las fuerzas armadas en un país de 1.953.000 habitantes). En estos casos, estudiando el proceso de independencia, ningún líder independentista propuso nunca no disponer de fuerzas armadas propias, antes de acceder a la independencia, ni de renunciar a las mismas una vez ya adquirida. En toda la Unión Europea no hay ni un solo Estado miembro que no tenga un ejército propio y, además, el Tratado de Lisboa obliga a los estados a un determinado esfuerzo en el ámbito militar por el hecho de compartir una seguridad y defensa conjunta a nivel europeo. Como hemos visto, lo tienen incluso estados con una población similar a la de L’Hospitalet de Llobregat y Badalona juntos. La mayoría de los ejércitos, también, participan en misiones internacionales en casos de países en conflicto, interposición entre bandos enfrentados, supervisión y protección de procesos electorales, ayuda humanitaria en situaciones de hambre, sequía, desbordamiento de ríos, incendios, huracanes, terremotos, etc…, situaciones todas ellas que no corresponden a ningún cuerpo policial y para las que no se han preparado. Y no hay Estado que no disponga de un servicio nacional de inteligencia, civil y militar. Los ejércitos no sirven, pues, sólo para hacer la guerra, sino que, en el siglo XXI, la participación en operaciones de carácter bélico son la dedicación menor de todas las fuerzas armadas, hasta el punto de que la mayoría de ejércitos occidentales hace décadas que no saben qué es una guerra, porque, felizmente, no participan en ninguna.

Pues, eso. De momento…

EL MÓN