Si PP y C ‘s no existieran, el PSOE los debería inventar

La portavoz del gobierno español, Isabel Celaá, es decir, la nueva Soraya Sáenz de Santamaría, es una ministra tan nacionalista española como su antecesora, pero con un mayor grado de falacia y cinismo, porque, a diferencia de la otra, que no ocultaba su odio profundo hacia Cataluña, ella pretende aparecer ante todos como una persona medida y cuerda. Cabe decir, sin embargo, que, tras las repugnantes barbaridades de ultraderecha pronunciadas por Santamaría, no hay que esforzarse mucho. Pero más allá de la imagen, más allá de la máscara, es obvio que se trata de las dos caras de una misma moneda. Tal como el policía malo y el policía bueno. El malo es tan violento, como el ‘bueno’, claro, es percibido como un angelito con el que se puede hablar de todo. No se da cuenta el torturado que el ‘bueno’ es justamente el más perverso y sibilino de los dos, porque utiliza al otro como amenaza: «Si no haces lo que te digo, vendrá mi compañero y te atizará». Esta maniobra, tan antigua como los caminos, suele hacer que la víctima caiga en la trampa convencida de que, optando por el ‘mal menor’, ha hecho un buen negocio. Santa inocencia.

El PSOE ha adoptado siempre este rol en las relaciones con Cataluña incluso fabricándose una imagen que, por contraste con el fascismo y la catalanofobia del PP y Ciudadanos, le ha sido bastante rentable. Por lo menos, ante un buen número de catalanes fáciles de embaucar. En otras palabras: si el PP y Ciudadanos no existieran, el PSOE los debería inventar. Esta es la carta que ahora mismo está jugando el gobierno de Pedro Sánchez: «Rebajemos la tensión, hablemos, hablemos, hablemos… Hablaremos sólo de lo que yo quiera, pero hablaremos, hablaremos, hablaremos… ¡Qué bonito, es eso de hablar». Y, mientras tanto, iremos tirando.

Ocurre, sin embargo, que los independentistas catalanes podrían hacer caer a Pedro Sánchez y forzarle a convocar elecciones en España, unas elecciones que, tal como están las cosas, generan mucha incertidumbre en el PSOE. La España eterna y supremacista pide «mano dura con los catalanes» y pide que se cierre Televisión de Cataluña. Entendiendo que no pueden encarcelar a miles y miles de catalanes en estadios de fútbol, ​​que es «lo que les pide el cuerpo», siguiendo el modelo del régimen de Pinochet, optan por amordazar al pueblo catalán. Y ante esto, el PSOE se ve obligado a disimular menos y a mostrar todo el nacionalismo español que lleva dentro en un campo de batalla electoral en el que cada una de las puntas del tridente -PSOE-PP-Ciudadanos- se afana en parecer más españolista que las otras. Y, naturalmente, la manera de hacerlo, por parte del PSOE, es amenazando a Cataluña diciéndole que, si no se arrodilla ante este pliego de hojas bíblicas que llaman Constitución Española, el 155.2 puede ser mucho más virulento que el 155 primigenio. Un 155.2 que, según dice Isabel Celaá, no sería culpa del Gobierno español, sino del gobierno catalán por «arrastrar a la deriva a toda Cataluña».

Señora Celaá, si hay algo que arrastra a la deriva a Cataluña es precisamente el Estado español. Cada minuto que Cataluña continúa sometida a este Estado, no es sólo un minuto menos de libertad, es también un minuto más cerca del acantilado. Necesitamos liberarnos de ustedes para poder ser nosotros mismos, y a ustedes les conviene que lo hagamos cuanto antes, porque sólo sin nosotros podrán madurar y entender que no son nadie, absolutamente nadie, para decir a Cataluña qué puede hacer y qué no puede hacer.

RACÓ CATALÀ