República de Abjasia (6). La difícil situación de los georgianos en el distrito fronterizo de Gali

La mayoría de los georgianos étnicos huyeron de Abjasia durante la guerra y solo una pequeña parte pudo regresar. Aquellos que lo hicieron a menudo expresan una sensación de estar privados de sus derechos y no ser reconocidos como iguales, especialmente desde 2014 cuando su estado en Abjasia llegó a estar muy mal definido. Los georgianos étnicos de Gali son un grupo especialmente vulnerable, y si bien las relaciones han mejorado significativamente en los últimos años, a principios de la década de 2000 apenas se atrevían a viajar a Sujum. Las autoridades abjasias consideran que han hecho todo lo posible por integrarlos en la vida pública, pero el grado y el modo de esta integración dejan muchas preguntas sin respuesta.

El distrito de Gali, situado al sur de Abjasia, es una región fértil proveedora de productos agrícolas, en su mayoría nueces, avellanas y cítricos. Antes del conflicto de 1992-1993, el 96% de los 80.000 habitantes del distrito lo componía un grupo subétnico georgiano, los mingrelianos, que habitan no sólo el distrito de Gali de manera compacta, también otras partes extensas de los distritos vecinos abjasios de Ochamchire y Tkvarcheli. Los mingrelianos también habitan en la región de Samegrelo (situado al otro lado de la frontera del río Inguri) en Georgia, lo que motiva los fuertes vínculos existentes entre los georgianos (mingrelios) que viven en el distrito de Gali (territorio de Abjasia), y los que habitan en Zugdidi (capital de la región de Samegrelo, Georgia). Hablan mingreliano, un lenguaje no escrito relacionado con el georgiano, y aunque forman un grupo lingüístico distinto, tienden a considerarse casi unánimemente como parte de la etnia georgiana y así son considerados por la propia legislación abjasia. La composición étnica de la población en el censo del distrito de Gali en 2003 era: Georgianos mingrelianos (98.7%), Rusos (0.5%), Abjasios (0.4%), Armenios (0.1%) y Griegos (0.1%).

Actualmente hay 24 administraciones rurales en el distrito distribuidas en aproximadamente 30 aldeas. El centro administrativo del distrito es la ciudad de Gali, que tenía una población anterior al conflicto de casi 16.000 habitantes. Durante la guerra de 1992-1993 hubo poca lucha en Gali, pero a fines de septiembre de 1993 la mayoría de los residentes se vieron obligados a huir cuando las fuerzas abjasias avanzaron hacia el sur hasta el río Inguri después de tomar Sujum, incendiando y saqueando muchas casas. La sistemática destrucción y los considerables saqueos de edificios junto a la falta de un trabajo en su rehabilitación y reconstrucción, han dejado la infraestructura y los servicios públicos del distrito de Gali en un estado ruinoso. Por lo tanto, las condiciones de vida de los retornados siguieron siendo pobres, con una vivienda deficiente, oportunidades económicas limitadas y una falta general de servicios públicos. Sin protección externa e interna, fueron sometidos a la discriminación étnica, con privación del derecho al voto y falta de derechos políticos. En reacción a este maltrato, los georgianos formaron grupos guerrilleros (“La Legión Blanca” y “Los Hermanos del bosque”), que atacaron a líderes relevantes de la milicia abjasia. La actividad de los grupos paramilitares georgianos alcanzó su máximo en mayo de 1998 al lanzar intensos ataques contra la milicia abjasia y tomar el control del Bajo Gali. Finalmente las fuerzas abjasias, con importante apoyo ruso, lograron frustrar la rebelión. A principios de la década del 2000, la actividad de los grupos partisanos disminuyó considerablemente, y en 2004 el gobierno georgiano incentivó la retirada de todos los grupos paramilitares del distrito de Gali incorporándolos al ejército o a las fuerzas de seguridad georgianas. Durante la guerra entre Georgia y Rusia en 2008, el distrito de Gali se mantuvo relativamente estable sin choques o ataques significativos.

El distrito de Gali es considerado una región muy importante para los abjasios y rusos por varias razones. Desde el punto de vista energético, allí se encuentra la planta hidroeléctrica del Inguri, fuente vital de energía para toda la zona, es una de las más grandes del Cáucaso. Sus instalaciones se extienden a los dos lados de la frontera entre Abjasia y Georgia (vecina Samegrelo-Zemo Svaneti), por lo que ambas partes comparten la energía producida por esta planta. Desde el punto de vista agrícola, el distrito de Gali es una rica región agrícola ya que las poblaciones georgianas locales tienen una vasta tradición agrícola en la producción de frutos secos (nueces, avellanas) y cítricos. Asimismo, esta región tiene una gran importancia desde el punto de vista militar por cuanto su situación fronteriza y orografía (ausencia de una barrera natural) permiten más fácilmente lanzar operaciones militares a gran escala contra Georgia. Por esta razón, Rusia abrió una base militar permanente y otra infraestructura militar eventual en la región. Además, debido a la corrupción en la frontera administrativa entre el distrito de Gali y Samegrelo-Zemo Svaneti, el contrabando ha florecido en los últimos años y esta región se ha convertido en una fuente importante de ingresos ilegales para los señores de la guerra locales.

La administración de Gali está en manos de miembros de la etnia abjasia traídos de otros distritos de Abjasia, aunque su personal de apoyo suele ser de etnia georgiana. Si bien la gran mayoría de la población local en el distrito de Gali está integrada por georgianos étnicos, solo están marginalmente representados en la administración pública, la policía y la judicatura. Los idiomas oficiales de la administración del distrito, incluidos sus tribunales, son el ruso y el abjasio, lo que pone en desventaja a la mayoría georgiana de la población.

La seguridad personal y la protección contra el crimen son una preocupación constante para muchos georgianos étnicos en el distrito de Gali que se encuentran en una sensación de vulnerabilidad ante el hurto, secuestro en busca de rescate, robo a mano armada, extorsión, saqueo, especialmente durante la temporada de cosecha, y otros delitos. Las tasas de criminalidad y robos en Gali son más altas que en otras partes de Abjasia, lo que unido a la prevalente cultura de impunidad generan un sentimiento de inseguridad entre la población local. La avellana es la principal fuente de ingresos de la población local y debido a su alta calidad siempre tiene una gran demanda. Los campesinos georgianos del distrito de Gali son muchas veces obligados a compartir una parte de su cosecha con los caciques locales como parte de un impuesto no oficial. El hecho de que durante la temporada de cosecha la población de Gali obtiene la mayor parte de sus ingresos anuales, les hace particularmente vulnerables a ser víctimas de robos y extorsiones en esos momentos.

Muchos miembros de la comunidad se quejan del hostigamiento o, en el mejor de los casos, de trato desigual por las fuerzas de seguridad de la República, dominadas por la etnia abjasia. La extorsión es común, así como la aplicación selectiva de la ley; por ejemplo, una persona de origen georgiano será multada con absoluta seguridad por no abrocharse el cinturón de seguridad, mientras que un abjasio, en la práctica, puede salir airoso e infringir la ley sin consecuencias. Las malas relaciones entre la comunidad local y la milicia abjasia, junto con la poca capacidad de la milicia para responder a estos abusos, es otro factor que aumenta la vulnerabilidad de la comunidad georgiana. Si bien en el pasado, los habitantes de Gali eran frecuentemente objeto de robos y extorsiones perpetrados por bandas organizadas, esta amenaza ha disminuido en los últimos años, aunque sigue existiendo el riesgo de un aumento de las actividades delictivas, especialmente porque las comunidades georgianas desprotegidas son un objetivo fácil durante la temporada de la cosecha.

La ley de ciudadanía de la República de Abjasia define quién es elegible, los procedimientos para obtenerla y los motivos de su denegación. A este respecto, la administración de Abjasia considera que el pasaporte abjasio es una prueba de ciudadanía abjasia. En mayo de 2016, a consecuencia de transgresiones masivas relacionadas con la emisión de pasaportes a georgianos del distrito de Gali, se emitió uno nuevo y comenzó el procedimiento para el reemplazo de pasaportes que durará hasta el final de 2018. La nueva ley de ciudadanía divide a los habitantes en dos categorías: los abjasios étnicos y todos los demás. Los abjasios étnicos, independientemente de sus lugares de residencia, se convierten automáticamente en ciudadanos y no necesitan probar nada, incluso pueden tener, a la vez, la ciudadanía georgiana. Pero todos los demás deben reunir una serie de requisitos para obtener la ciudadanía: conocimiento del idioma abjasio y de los principios fundamentales de la constitución, juramento de fidelidad a la República, residencia permanente y continua en Abjasia durante diez años, tener ingresos legales, pagar impuestos, y renunciar a la ciudadanía anterior. La problemática con la comunidad georgiana indujo a establecer mayores restricciones con la consecuente creación de problemas prácticamente insolubles para muchos residentes que tenían que probar su estancia en el país durante el período de 1994-1999, además de presentar una lista de documentos (certificado de educación secundaria, bachilleratos, pasaporte anterior, libro de trabajo, tarjeta militar y otros), y pasar por las oficinas de pasaportes, siendo frecuentemente sometidos a interrogatorios vejatorios y humillantes. De hecho, estos criterios excluyen automáticamente a los georgianos étnicos que fueron desplazados por los combates en 1992-1993 pero que posteriormente regresaron y ahora son residentes en el distrito de Gali.

El pasaporte también es un requisito previo para disfrutar de los derechos civiles y políticos, así como sociales, culturales y económicos que incluyen: el derecho a trabajar en el sector público (magisterio, sanidad), ocupar cargos públicos, votar en elecciones, poseer y transferir propiedades, y solicitar un permiso para cruzar la frontera administrativa.

Anteriormente, los georgianos de Abjasia eran simultáneamente ciudadanos de dos países: Georgia y Abjasia. El hecho de que la mayoría de los georgianos étnicos tuvieran ciudadanía georgiana era problemático porque la legislación de Abjasia solo permite la doble ciudadanía con la Federación de Rusia. Abjasia continúa viendo a Georgia como un país enemigo debido a la falta de un acuerdo de paz y muchos abjasios no pueden tolerar el hecho de que una minoría dentro de su territorio pueda tener un pasaporte abjasio y, al mismo tiempo, el pasaporte de un país con el que consideran estar en estado de guerra. En 2014, en vísperas de las elecciones presidenciales, la cuestión georgiana fue a tal punto politizada por la oposición local, que 17.000 georgianos fueron privados de la ciudadanía abjasia y de su derecho a voto. Sólo 603 votantes se registraron en el distrito de Gali, de un censo de población donde viven más de 50.000 personas de origen georgiano. El gobierno de Sujum dejó de emitir pasaportes abjasios a personas de etnia georgiana, ofertándoseles sólo en caso de que renunciaran a la nacionalidad georgiana. Para los que optaran por seguir siendo georgianos, el gobierno emitió “permisos de residencia”, lo que les permitía conservar la ciudadanía de Georgia, pero quedaban completamente privados de sus derechos políticos y de acceso a la propiedad.

La abolición del derecho de propiedad supone un grave quebranto, por cuanto no pueden disponer de la seguridad de sus hogares y bienes. Los que no tienen pasaportes de Abjasia no tienen posibilidad de comprar casas, terrenos,     ni de realizar otras transacciones inmobiliarias; tampoco pueden comprar un vehículo, ni registrarlo, ni adquirir un permiso de conducir, etc.

También hay una discriminación económica contra los georgianos. Los empleos más prestigiosos, incluidos los del sector público, pertenecen a los abjasios. Debido a las extensas redes personales y familiares que tienen los abjasios, para ellos es más fácil mitigar la presión de los grupos delictivos en caso de que persigan, por ejemplo, un negocio. Este es un factor que afecta a todas las comunidades abjasias no étnicas en Abjasia, pero tiene un efecto particularmente negativo sobre los georgianos étnicos que es la comunidad más vulnerable y estigmatizada dentro de Abjasia.

En el distrito fronterizo cobra especial importancia la capacidad y posibilidad de cruzar la frontera administrativa en ambos sentidos debido a que la vida cotidiana social, económica y familiar de muchas personas en Gali se desarrolla a ambos lados de la frontera. Muchos abjasios se sienten incómodos ante el hecho de que los georgianos crucen regularmente los puestos de control en el río Inguri y fomenten los lazos culturales y personales con Georgia. Pero para los georgianos el cruzar el Inguri es vital, pues les sirve no sólo para mantener contactos con familiares, también para acceder a una atención médica gratuita, asistir a la escuela, recibir pensiones, participar en el comercio y comprar productos a precios más bajos que los existentes en Abjasia. Antes de la guerra de agosto de 2008, había cuatro puntos de cruce oficiales y una docena de lugares no oficiales, especialmente cuando el nivel de agua era bajo en el río Inguri, frontera natural entre las partes en conflicto. Sin embargo, desde agosto de 2008, las autoridades abjasias restringieron la capacidad de los repatriados para desplazarse al eliminar 3 de los 4 puntos de cruce oficiales y exigir permisos especiales de cruce para quienes no poseen pasaportes abjasios. Como resultado, muchos que desean cruzar la frontera deben primero hacer un viaje tortuoso y largo a la ciudad de Gali para obtener un permiso; y aquellos que no tienen el tiempo o los medios para viajar a la ciudad de Gali a veces recurren a cruzar de manera no oficial, arriesgándose así a la detención, las multas y el encarcelamiento. Las restricciones impuestas por las autoridades abjasias son arbitrarias y constituyen una carga onerosa, especialmente para quienes viven en zonas rurales cercanas a la frontera pero lejos de la ciudad de Gali.

Desde 1995, las autoridades abjasias introdujeron gradualmente el ruso como principal idioma de la educación y redujeron la disponibilidad de enseñanza en georgiano especialmente en el Alto Gali, lo que originó problemas importantes en la educación, ya que la mayoría de los niños en edad escolar del distrito de Gali no hablan ruso. La consecuente reacción social de las familias que temían la imposición de la educación en idioma ruso dio lugar a que muchos padres trasladaran a sus hijos a las 11 únicas escuelas, en el Bajo Gali, donde el programa de estudios se seguía impartiendo en georgiano, y también a que otros muchos los enviaran a Zugdidi (Georgia), justo al otro lado de la frontera del Inguri. En 2007, el gobierno abjasio con el fin de promover la lengua abjasia aprobó la Ley sobre la Lengua Estatal de Abjasia, según la cual el abjasio es la única lengua estatal, y el ruso (junto con el abjasio), lengua oficial en las instituciones gubernamentales y asuntos oficiales. La ley añade que todos los ciudadanos de la República deben dominar la lengua estatal, es decir, el abjasio. En marzo de 2015, en línea con la nueva legislación se anunció un plan de política lingüística por mediación del cual las once escuelas que impartían enseñanza en georgiano en el Bajo Gali lo harían en ruso, relegando el georgiano a una sola asignatura: “Lengua y literatura georgianas”. Desde septiembre de 2015, la instrucción se impartió en ruso en los primeros cuatro grados de estas escuelas, con planes para eliminar gradualmente la docencia en georgiano en la secundaria. Las clases de lengua y literatura georgianas continuaron impartiéndose en estas escuelas durante 3 horas a la semana y como idioma extranjero.

Las autoridades de Sujum argumentaron a este respecto que estas medidas eran necesarias para lograr la integración de la población mingreliana en la sociedad, dado que los niños en el distrito de Gali hablan mingreliano, no el georgiano, por lo que la enseñanza en georgiano obstaculizaría su proceso de aprendizaje y les crearía barreras de comunicación con el resto de los abjasios. En opinión de las autoridades, esta justificación va más allá y aducen que quieren que estos niños continúen la educación superior en Abjasia para, una vez acabados los estudios de formación, entren en el mercado laboral abjasio. Pero generalmente, los graduados de secundaria suelen salir de Gali para realizar su educación superior en territorios controlados por Georgia. Los jóvenes en su mayoría tienden a ir a las universidades georgianas, y solo vuelve un pequeño porcentaje. Además, el hecho de que estos hombres jóvenes en esta época de su vida estén en edad de cumplir el servicio militar les hace mantenerse alejados de la provincia para evitar ser reclutados por el ejército de Abjasia.

Ciertamente, la intención de la Ley de la Lengua promulgaba la necesidad de que todos los habitantes de Abjasia hablaran abjasio, promoviendo a tal efecto éste como lengua de instrucción, pero resultó que no había profesores cualificados en la región, y los de otras regiones no quieren enseñar en Gali. Como resultado, ahora mismo no hay una sola escuela en el distrito del Bajo Gali que ofrezca educación en abjasio, ni siquiera de lengua abjasia. Por el contrario, la enseñanza ahora se hace en ruso, y el georgiano ha quedado relegado simplemente a un módulo. De todo esto cabe deducir que la única ganadora de esta batalla lingüística ha sido la lengua rusa. Las autoridades legitiman el cambio al ruso porque si no se pueden enseñar las lecciones en abjasio por culpa de la falta de recursos y de profesores cualificados, entonces el ruso proporciona a medio plazo una solución a la falta de integración de la población mingreliana. El plan a largo plazo sería crear un sistema educativo en el que, desde primero hasta quinto, todo sea enseñado en abjasio. A fin de cuentas, esta sustitución del georgiano por el ruso como lengua de instrucción no ha tenido ningún impacto sobre la promoción o protección de la lengua abjasia, principal objetivo de la Ley de Lengua, y parece más bien tratarse de una maniobra para subrayar la separación política de Abjasia. Pero todo esto afectará duramente a la población de habla mingreliana de Gali porque perderán la oportunidad de aprender georgiano, la lengua de su país de jure, y dejará a las generaciones futuras en una situación desigual, inferiorizada, incapaces de comunicarse con sus parientes y amigos al otro lado de la frontera administrativa.

También es motivo de confrontación, dentro del campo educativo, los nuevos libros de texto dado que en el distrito de Gali aún se estaban usando los antiguos libros escolares de Georgia, donde estaba escrito que Abjasia es parte de Georgia, lo que es inaceptable para el proceso de construcción estatal en que se encuentra Abjasia. Los libros de texto especialmente en temas como la historia y la geografía donde se reflejan las narrativas del conflicto, causan un alto grado de incomodidad a Sujum que insiste en que se enseñe la historia de Abjasia según los libros de texto de Abjasia.

La sociedad abjasia está dividida ante el debate político iniciado sobre el estatus y los derechos político-civiles que los repatriados georgianos deberían disfrutar en Abjasia en el contexto postconflicto. Los partidarios de la integración han argumentado que una Abjasia multiétnica es el único camino a seguir y que los retornados de Gali son ciudadanos de un distrito que forma una parte integral de la actual Abjasia, por lo que, independientemente de lo que hubieran hecho en el conflicto, deben tener la posibilidad de integrarse en la sociedad abjasia. Por otra parte, están los que dicen que no se debe confiar en la lealtad de los retornados de Gali ya que, debido a los poderosos vínculos existentes entre los residentes de Gali y sus parientes en el lado georgiano de la frontera, los consideran unos quintacolumnistas. Otros más radicales, representantes de grupos abjasios de tendencia nacionalista, acusan a los políticos pro-integración de carecer del patriotismo que requiere la situación actual. Un punto particularmente delicado es el de si los residentes de Gali deben tener derechos civiles, problema que está estrechamente relacionado con el tema del voto. Evidentemente, el progresivo retorno de los refugiados condicionará que el voto del distrito de Gali tendrá un impacto cada vez más significativo en los resultados de las elecciones. El potencial de estos electores ya ha desempeñado un papel importante en las elecciones presidenciales anteriores y, sobre todo, en las de 2014 que supusieron un cambio de poder. Durante ese año 2014 hubo una drástica reducción de este bloque de votantes debido a la anulación de los pasaportes abjasios de una gran parte de los residentes de Gali. Y precisamente, el liderazgo abjasio que llegó al poder en 2014 aboga por un enfoque menos proclive a la integración que el de sus predecesores. Ahora el marco para regularizar el estado de los residentes de Gali es la Ley sobre el Estatuto de los Ciudadanos Extranjeros, una ley plagada de dificultades, y cuya puesta en práctica en Gali comenzó a partir de la primavera de 2017.

En suma, las nuevas fronteras y realidades políticas, así como las actuales restricciones socioeconómicas que los georgianos tienen que vivir en Gali, condicionan y determinan a tal punto la muy problemática y dolorosa construcción de una nueva identidad abjasia (georgiana?) en un inédito entorno divorciado del tradicional hábitat etnocultural de antaño que, consecuentemente uno de sus principales desafíos es, además de sobrevivir, preservar su cultura e idioma. Por lo tanto, los georgianos de Abjasia se consideran ciudadanos de segunda clase debido a los bajos niveles de vida en el distrito de Gali, alto desempleo, obstáculos para cruzar la frontera hacia Georgia y restricciones a sus derechos civiles (el derecho al trabajo, a exhibir públicamente su origen étnico, etc). Y, si bien los georgianos de Abjasia, aislados de su hábitat natural etnocultural, se han visto obligados a participar en el proceso de creación de un estado abjasio viable, no dejan de proclamar que están privados de protección y formas de integrarse en la nueva sociedad abjasia, por cuanto las realidades políticas están en desacuerdo con su preferencia etnocultural. Todo esto conduce a su segregación, alimenta un aumento de la tensión en la zona, y complica en grado sumo el regreso de los refugiados. Esta situación de discriminación es percibida muy negativamente por la población georgiana de Abjasia, lo que se refleja en la encuesta realizada en el distrito de Gali en Abril-mayo de 2016, con una desafección considerable de su población por el proyecto nacional de Abjasia, incrementándose sus simpatías hacia Georgia.