República de Abjasia (5). Circasia, una relación de hermandad deteriorada

La “cuestión circasiana” está estrechamente relacionada con la problemática abjasia, ya que Abjasia es una parte orgánica del mundo circasiano. Los abjasios, como los Adygeos, Circasianos, Abazinos y Kabardianos, pertenecen al grupo lingüístico Adygeo-Abjasio de la familia caucásica de naciones. Las fronteras administrativas que dividieron el Gran Cáucaso en el Norte, y el Sur (Transcaucasia), aparecieron solo en el primer cuarto del siglo XX. La realidad histórica y geográfica de un único “espacio Adygeo-Abjasio” ha sobrevivido hasta la actualidad.

El problema circasiano, que surgió inmediatamente después del final de la guerra del Cáucaso (1763-1864), ha tomado en los últimos años un lugar destacado en el discurso político nacional abjasio. Las pérdidas del ejército ruso en esta guerra, la más larga en la historia del país, ascendieron a más de 1 millón de personas. Aún más trágica fueron las consecuencias para los perdedores: alrededor de 1,4 millones de personas murieron, y más del 90% de los sobrevivientes fueron forzados a abandonar su patria histórica convirtiéndose en refugiados, los llamados muhajirs. El País de los Cherkeses dejó de existir en el mapa político del mundo. Hoy en día, el número de circasianos de la diáspora que viven diseminados en más de 60 países es 10 veces mayor que el número de circasianos rusos. En la era soviética, la política de las autoridades centrales hacia los circasianos fue ambivalente: por un lado, se pretendía preservar y desarrollar la cultura nacional circasiana; por el otro, las transformaciones administrativas en la URSS dividieron el etnos en cuatro pueblos. Actualmente los circasianos rusos están reasentados en 6 sujetos de la Federación (las actuales repúblicas circasianas de Adygea, Kabardino-Balkaria, Karachay-Cherkessia así como los territorios de Krasnodar, Stavropol y Rostov). El proyecto del movimiento nacional circasiano se basa en revivir la nación, reunirse en su patria histórica como sujeto en una república unificada dentro de la Federación Rusa o fuera de ella como una entidad independiente, donde se propicien las condiciones favorables para el desarrollo histórico, demográfico y cultural del pueblo. Otros importantes desafíos son, entre otros, la creación de un solo lenguaje literario circasiano actualmente dividido formalmente en dos estándares literarios rivales (Kabardiano y Adygeo), el reconocimiento del genocidio y la repatriación de los refugiados.

A lo largo de toda su existencia, el problema circasiano estuvo/está conectado con Abjasia. La afinidad genética y los milenios de vida vecinal de los pueblos Abjasio-Adygeo son los factores objetivos más importantes que determinaron su interacción cercana en diferentes períodos históricos. Los acontecimientos del pasado reciente con la participación de los destacamentos del norte del Cáucaso del lado de los abjasios en la guerra georgiano-abjasia de 1992-1993 testifican una vez más la sólida base de las relaciones aliadas. Sin embargo hoy, en tiempos de paz, surgen nuevas facetas de la cuestión circasiana sobre la relación, a veces un tanto intrincada, entre los pueblos Abjasio y Adygeo, que no son tan fáciles de entender.

La comprensión de los acontecimientos del pasado histórico desempeña un papel importante en la génesis del problema circasiano. En principio hay que decir que la naturaleza de las acciones militares que Rusia emprendió contra los pueblos del Cáucaso occidental fue condenada por muchos contemporáneos, y a tal punto fue cruel y sistemática que hoy es opinión generalizada que se realizó un genocidio. Por otra parte, la idea de crear el estado circasiano ya se expresó durante esta guerra y se facilitó por la posición de varios países europeos, especialmente Gran Bretaña. Las cuestiones de la estadidad en un nivel diferente surgieron en 1917, 1918, 1920, 1921 y después, ya en la Federación de Rusia. Hoy, algunos historiadores y figuras públicas rusas, a diferencia de sus predecesores en el siglo XIX, justifican, o al menos silencian, los métodos de guerra extremadamente brutales en el Cáucaso occidental. De hecho, esta negación de los crímenes cometidos por la Rusia zarista en la guerra del Cáucaso, hace que sea imposible pasar la página trágica de la historia y deja este tema adecuado y proclive a los conflictos en el discurso público contemporáneo. Todo lo cual daña la relación de los Adygeos no sólo con Moscú, también con los abjasios.

Un factor importante en los procesos políticos actuales en el Cáucaso noroccidental es el resurgimiento de la idea de una nación circasiana unificada. Boris Yeltsin, sensible a esta reivindicación que, de algún modo, hubiera servido para hacer justicia histórica a este pasado trágico, hizo un llamamiento a los pueblos del Cáucaso en mayo de 1994 aprovechando el 130 aniversario del fin de la guerra del Cáucaso: “En la actualidad, cuando Rusia está construyendo un estado legal y reconoce la primacía de los valores humanos universales, existe una oportunidad para una interpretación objetiva de los acontecimientos de la Guerra del Cáucaso como la valiente lucha de los pueblos del Cáucaso no solo por la supervivencia en su tierra natal, sino también por la preservación de una cultura distintiva, las mejores características del carácter nacional. Los problemas que hemos heredado de la Guerra del Cáucaso, y particularmente el regreso de los descendientes de los caucásicos deportados a su patria histórica, deben resolverse a nivel internacional mediante negociaciones a las que asistan todas las partes interesadas”. Por desgracia, el enfoque de Yeltsin a los temas sensibles del pasado histórico y su redención mediante la aplicación de medidas políticas modernas en el Cáucaso no tuvo continuidad. Los funcionarios de las capitales y regiones caucásicas ignoran la opinión pública, así como los análisis y recomendaciones de los expertos en el moderno norte del Cáucaso, encontrándose fuera de contacto con lo que realmente está sucediendo en el país. Resultado de ello es la aplicación de medidas políticas obsoletas e ineficaces que no sirven para fortalecer los vínculos entre las repúblicas del Cáucaso del Norte y Moscú, y en cambio, permiten que se desarrolle una situación en la que el norte del Cáucaso se convierta en el tema de la política exterior de otros estados.

Las relaciones Abjasia-Cáucaso Norte son un tema sumamente importante para la dinámica del conflicto entre Georgia y Abjasia, y la situación en el Cáucaso Sur en su conjunto. Durante dos décadas se mantuvo a la sombra de otros problemas etnopolíticos, aunque su valor no debe subestimarse. Durante la guerra de 14 meses entre Georgia y Abjasia, ésta fue apoyada por 2.500 voluntarios Adygeos que fueron a Abjasia y cuya contribución a la victoria final fue decisiva. El entonces Jefe del Ejército y ministro de Defensa de Abjasia durante la guerra (y en tiempos de paz, 2005-2007) fue Sultan Sosnaliev, un Kabardiano. Así también, fue la fuerza Kabardiana encabezada por Muaed Shorov la que jugó un papel crucial en la toma del edificio del Consejo de Ministros de Abjasia, donde se encontraba la administración pro-georgiana durante el conflicto. Después de eso, la imagen de la amistad y hermandad militar Adygea-Abjasia determinó durante muchos años las relaciones entre la República y las asociaciones circasianas. Sin embargo, incluso los aliados más cercanos suelen ser probados e instados por nuevos retos que, a la larga, hacen que afloren las discrepancias en la interpretación de los intereses nacionales.

Y así fue. Cuando la cuestión de Circasia se empezó a poner en relación con los Juegos Olímpicos de Sochi y con la decisión de Georgia de reconocer el “genocidio de los Adygeos”, las muestras de intranquilidad por el futuro deterioro de las hasta entonces buenas relaciones abjasio-circasianas se hicieron evidentes y progresivamente más vehementes. Las primeras señales de alarma comenzaron a aparecer el 4 de julio de 2007 cuando el COI decidió celebrar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en Sochi. De hecho Abjasia apoyó la idea, mientras que los circasianos, especialmente los de la diáspora, plantearon su inadmisibilidad. Los circasianos recordaban que en 1864 tuvo lugar en Sochi un desfile de tropas rusas que significó el final de la Guerra del Cáucaso, convirtiéndose de hecho en un símbolo del triunfo del Imperio ruso. Y casualmente (?) es en 2014, exactamente 150 años después de que Cherkessia fuera borrada de la faz de la tierra, cuando se programan los Juegos Olímpicos en Sochi. Todo un desatino o una provocación para la memoria histórica de los circasianos.

Las alarmas se intensificaron con la cuestión del reconocimiento del genocidio circasiano. Para los circasianos este reconocimiento, esta restauración de la memoria histórica no es sólo una cuestión de honor para la nación, sino también un instrumento para alcanzar los objetivos nacionales: su condición de Estado del Cáucaso; la repatriación, ningún estado del Cáucaso es posible sin circasianos; y para que la repatriación sea posible, las autoridades rusas deben proporcionar al pueblo circasiano el estatus de pueblo exiliado. Este estatus daría también protección contra todas las formas de humillación nacional por parte de las autoridades de los territorios de Krasnodar y Stavropol, que hoy en día, todavía lideran su propia guerra del Cáucaso con la complicidad de la Iglesia ortodoxa rusa y las estructuras cercanas al Ministerio de Defensa de Rusia. Los circasianos, en opinión de estas autoridades, no son “conciudadanos”, sino “enemigos vencidos” con quienes “no podemos ceder”. En particular, esto se manifiesta en el hecho de que la conquista del Cáucaso es expresada reiteradamente en “clave patriótica”, es decir, en el renacimiento de muchos de los mitos de propaganda imperiales y soviéticos ya periclitados y olvidados para la década de 1990. Al mismo tiempo, en la histórica Circasia recientemente se aplicó un febril “marcado del territorio ruso”; así se puede considerar el rápido crecimiento del número de cruces, capillas, iglesias y monasterios ortodoxos, así como el de monumentos de los más notorios generales zaristas, almirantes y gobernadores (Sasse, Yermolov, Lázaro, Gran Duque Mijail), cuyos nombres la población local circasiana conecta con las acciones más sangrientas cometidas contra sus antepasados. La situación está empeorando cada año, y da la impresión que en el inconsciente de este país que se posiciona como “civilizado”, exista un complejo psicopático que desee la repetición de la historia.

Pues bien, el genocidio circasiano fue reconocido por los parlamentos de Kabardino-Balkaria (1992) y Adygea (1996). Un año después (1997) el Parlamento de la República de Abjasia plantea la cuestión de las deportaciones de la Guerra del Cáucaso solo referidas a los abjasios, pero no se aborda la cuestión del reconocimiento del genocidio del pueblo Adygeo. En octubre de 2006, veinte organizaciones cívicas Adygeas de varios países presentaron una solicitud al Parlamento Europeo para que reconociera el genocidio. Un mes después, organizaciones de Adygea, Karachevo-Cherkessia y Kabardino-Balkaria presentaron una solicitud al presidente de Rusia, Vladimir Putin, para que se reconociera el genocidio del Cáucaso, solicitud que no obtuvo contestación. Posteriormente, en 2011, presentaron una solicitud similar a Georgia y el 20 de mayo de 2011 el Parlamento de Georgia se suma a este reconocimiento. Los circasianos se dirigen a la comunidad abjasia para que se adhiera y haga suya la Resolución adoptada por Georgia. Abjasia debe hacer una elección entre los circasianos que la apoyaron en la guerra con Georgia (1992-1993) en su proceso de independencia, y Rusia que es el socio determinante y sostenedor de su soberanía. La reacción abjasia es negativa a los requerimientos de los circasianos y cierra filas con Rusia.

Moscú considera esta resolución de Tbilisi como venganza por la guerra de 2008 y su reconocimiento de Abjasia y Osetia del Sur. De hecho, una serie de acciones tomadas por Georgia desde entonces demuestran que Tbilisi está intentando reabrir la herida más dolorosa de Moscú, el Cáucaso Norte, donde Rusia está acumulando problemas muy difíciles. Entre las medidas adoptadas por Georgia están: la introducción unilateral de un régimen selectivo sin visados para los residentes de las repúblicas del Cáucaso Norte; el establecimiento de derechos y cuotas para estos residentes en materia de educación o asistencia médica en Georgia; la apertura del canal de televisión especial PIK que transmite a los pueblos del Cáucaso Norte; el reconocimiento por parte del Parlamento georgiano del genocidio circasiano que tuvo lugar durante la Guerra del Cáucaso en el siglo XIX; la apertura de un Centro de Cultura Circasiana; y el anuncio de una licitación para un monumento a los deportados circasianos. Sin embargo, Moscú (y también Abjasia) sospechan que el objetivo de todas estas medidas destinadas teóricamente a mejorar las relaciones con los pueblos del norte del Cáucaso, intenta debilitar la influencia de Moscú en esta zona. Por tanto, consideran que cada paso dado en la mejora de las relaciones de Georgia con los pueblos del Cáucaso Norte se hace a expensas del deterioro de las relaciones entre estos pueblos y Moscú, así como del socavamiento de la hermandad circasiana-abjasia forjada durante su lucha conjunta contra los georgianos.

Ciertamente, Abjasia se encuentra en una situación muy incómoda y se percibe en una actitud muy dolorosa, en un entorno donde a la par que persiste el conflicto irresuelto entre Georgia y Abjasia, se propicia la mejora de relaciones de Georgia con las repúblicas del Cáucaso Norte, llevando al punto de evidenciar un efecto no deseado: el debilitamiento de la hermandad circasiana. Por otro lado, los abjasios, que dependen en gran medida de Rusia, no pueden apoyar las discusiones iniciadas por los centros políticos de Georgia, EEUU y la UE, y que tienen una clara orientación anti-rusa: el genocidio de los circasianos durante la guerra del Cáucaso, la inadmisibilidad de la celebración de los Juegos Olímpicos en Sochi, etc. La posición de Abjasia no significa en absoluto una actitud acrítica hacia los momentos dramáticos del pasado y el presente del Cáucaso. Por el contrario, la crítica a la política caucásica de Rusia se escucha comúnmente en el discurso público abjasio, pero se hace una clara distinción en Abjasia entre las políticas zaristas y el presente. A pesar de que entienden todos los problemas y comparten las preocupaciones de los Adygeos, los abjasios nunca podrán cambiar su opinión sobre el reconocimiento de la independencia del estado de Abjasia en 2008 por parte de la Federación Rusa. Esta decisión fue tomada por Rusia a pesar de que era obvio que tendría graves consecuencias para sus relaciones con los países occidentales, sin mencionar a Georgia. Es verdad. Pero también lo es que los abjasios están condicionados con los circasianos por la relación de sangre y por el deber moral que supuso su apoyo en la guerra. Cómo explicar que los abjasios no puedan apoyar oficialmente el “genocidio circasiano”, mientras que su “enemigo” Georgia plantea la cuestión como una necesidad de rehabilitar al pueblo circasiano a nivel internacional? La decisión realista que Abjasia ha dado a este enrevesado dilema ha conllevado un deterioro de las relaciones de Abjasia-Cáucaso, y la palabra “enemistad” ya ha sonado entre los circasianos.

Negros nubarrones apuntan en el horizonte y conforme pasa el tiempo van surgiendo diferentes cuestiones como las de las identidades circasiana y abjasia, los problemas de interpretación de ciertos hechos históricos, las disputas sobre la pertenencia territorial de ciertas regiones, etc. Consecuentemente, el ambiente es tenso y tormentoso, y las relaciones abjasio-adygeas se hacen, si cabe, cada vez más desconcertantes e incómodas.

Para mayor desgracia ocurrió que decisiones cuestionables tomadas por los abjasios, que antes pasaban inadvertidas o eran comprensibles por las difíciles condiciones que atravesaban en su proceso de soberanía, son ahora consideradas como vejatorias por los circasianos. Tal es el caso de la ciudadanía abjasia. Según esta ley, además de los residentes permanentes en Abjasia, solo los abjasios, los abazins y los ubykhs pueden ser considerados ciudadanos de Abjasia por nacimiento. Muchos circasianos, cuyo número total puede alcanzar hasta 10 millones de personas, se sintieron insultados porque el estado de Abjasia (el único estado en el área Abjasio-Adygeo) niega este derecho a la ciudadanía, de entre todos los pueblos afines solo a los circasianos, 2.500 de los cuales defendieron al joven estado de Abjasia en los campos de batalla, y cientos de ellos sacrificaron sus vidas por su libertad.

Todos estos temas polémicos son el resultado de serias diferencias en cómo los abjasios y los circasianos ven su proyecto nacional y su identidad. 1-El proyecto nacional. La activación del movimiento de liberación nacional de Abjasia a fines del siglo XX fue percibido por los pueblos del norte del Cáucaso como una expresión para la construcción del estado del NO del Cáucaso, en otras palabras, como la base para la creación de un estado circasiano común. Por el contrario, los abjasios nunca tuvieron dudas de que el objetivo de su lucha era defender su derecho a un estado independiente de Abjasia. 2-La cuestión de la identidad. En Abjasia, la gente conoce que los Adygeos (Adygeos, Circasianos y Kabardianos), Ubykhs y Abjaz forman un grupo de pueblos relacionados dentro de un grupo Abjasio-Adygeo, pueblos con idiomas independientes que solo podrían haberse formado a través de un desarrollo histórico separado. Por contra, muchos circasianos tienen una visión completamente diferente clasificando a los Abjasios y Ubykhs como circasianos. En otras palabras, el etnónimo “circasiano” se usa generalmente para referirse a los circasianos, los Ubykh y los Abjasios. Sin embargo, aunque los abjasios le dan un alto valor a su parentesco con los circasianos, la identidad abjasia, que se basa también en su lenguaje independiente y su trayectoria histórica separada, nunca ha sido vista por ellos como sumergida dentro de ninguna otra identidad, incluyendo el circasiano. Esta diferencia en la comprensión de estos términos, que es importante tanto para la identidad individual como para la etnia, condujo inevitablemente a una falta de comprensión y, a la postre, a una actitud de resentimiento.

Abjasia todavía tiene el potencial de influir positivamente en esta delicada situación con el fin de superar los conflictos y el restablecimiento de la confianza con el Cáucaso Norte. Su contribución residiría en el establecimiento de una mayor comprensión mutua entre la sociedad circasiana y Moscú propiciando un diálogo abierto entre la sociedad y las autoridades a distintos niveles, en el que también puedan participar representantes de Abjasia. Este proceso, que conllevaría el fortalecimiento de las instituciones y la participación de la sociedad civil, podría desarrollarse en una línea de democratización general de la vida política en las repúblicas del norte del Cáucaso, y la experiencia de Abjasia también podría ser beneficiosa a tal fin. No hace falta decir que el fortalecimiento de la democracia real ayudaría gradualmente a reemplazar los actuales métodos ineficaces de control autoritario en el Cáucaso ruso.

Para Abjasia el fortalecimiento de la confianza de las repúblicas del norte del Cáucaso con Moscú es importante, ya que si fuera así, éste no percibirá con aprensión y desconfianza la consolidación de los vínculos entre las repúblicas del norte del Cáucaso y Abjasia. El hecho es que hoy el patrón de la moderna Abjasia le hace adoptar a Moscú una actitud políticamente ambivalente. Por un lado, el apego persistente de la élite abjasia a una excesiva independencia crea, desde el punto de vista ruso, un ejemplo alarmante para las repúblicas del Cáucaso del Norte. Por el otro, un alto grado de lealtad hacia Rusia puede ser un obstáculo serio para lograr una influencia estabilizadora en el norte del Cáucaso. Es evidente que la alineación de fuerzas en el Cáucaso noroccidental, formada como resultado de la guerra georgiano-abjasia, no puede conservarse sempiternamente. Abjasia debe comprender que los pueblos del norte del Cáucaso tienen sus propios intereses, que no siempre son idénticos a los suyos. Se necesitan medidas bien pensadas por parte de Abjasia hacia los pueblos del norte del Cáucaso que acudieron en su ayuda en la hora más terrible (la ciudadanía de Abjasia, el reconocimiento de las graves consecuencias de la guerra del Cáucaso, no sólo para los abjasios sino también para otros pueblos del Cáucaso del Norte…). Por otro lado, también es cierto que las organizaciones circasianas, teniendo pleno derecho a desarrollar relaciones con Georgia, podrían contribuir más activamente a que las autoridades georgianas lleguen a un acuerdo con Abjasia sobre la no reanudación de las hostilidades.

Desde agosto de 2008 ha habido un nuevo giro en la lucha geopolítica por la influencia en el Cáucaso que está poniendo presión sobre las relaciones Abjasio-Circasianas. Tanto Abjasia como Circasia deben entender que son sus propios pueblos los principales responsables de mantener estas relaciones, si quieren evitar convertirse en peones de este juego geopolítico.

Sea como fuere, hoy las relaciones entre Abjasia y el «mundo circasiano», establecidas en las realidades de principios de la década de 1990, están experimentando serias transformaciones. Son en gran medida inevitables en las nuevas circunstancias que se han abierto. Todo esto, sin embargo, no significa su revisión total. Lo más probable es que en estas relaciones haya un cierto ajuste, no tanto en las consideradas ligadas a la interpretación de los acontecimientos de los años 1860-1870, sino más bien a las relacionadas con Tbilisi. La formación de un nuevo status quo en el Gran Cáucaso continúa. Tanto Abjasia como el “mundo circasiano” en toda su diversidad están buscando en él nuevo acomodo, así como mejores formas de protección y promoción de cara al futuro.