República de Abjasia (1). Contexto histórico y político del proceso de independencia

El 17 de marzo de 1991 se celebró un referéndum en toda la Unión Soviética sobre el futuro de la URSS, referéndum que ya perfiló posturas diametralmente antagónicas de georgianos y abjasios. En tanto Georgia, al igual que las repúblicas bálticas, se negó a tomar parte en el referéndum, Abjasia participó y mostró uno de los porcentajes más altos de votantes pro-URSS (98,6%) de todas las repúblicas soviéticas. Lo que constituía un claro indicativo de las visiones divergentes de sus políticas de futuro y, consecuentemente, de la incompatibilidad de los proyectos de los estados georgiano y abjasio.

El conflicto entre Georgia y Abjasia tiene una muy larga y complicada historia que se remonta a la era pre-soviética. Los Abjasios hablan uno de los idiomas del grupo idiomático Abjasio-Adygeo y junto a los pueblos del Cáucaso occidental, con quienes están estrechamente relacionados, desempeñan un importante papel en el desarrollo etnocultural del Cáucaso. Al inicio del siglo XIX, el Principado de Abjasia era un protectorado formal del Imperio Otomano. Su anexión al Imperio ruso comenzó en 1810 y hasta 1864 disfrutó de autonomía, cuya abolición dio lugar a un descontento generalizado entre la población abjasia. Los consecuentes levantamientos y guerras ocasionaron la huida y exilio a Turquía de una gran proporción (60%) de la población abjasia. Después de la guerra del Cáucaso, la afluencia de georgianos étnicos a las tierras de Abjasia fue apoyada por las autoridades imperiales rusas, que consideraban a los cristianos georgianos como uno de sus aliados más importantes en la Transcaucasia. Y así, mientras en 1886 la etnia abjasia constituía el 85,7% de la población de Abjasia, en 1897 su porcentaje bajó a solo el 55,3%.

Después del colapso del Imperio ruso y la creación de los nuevos estados independientes en su territorio, el “problema de Abjasia” fue un punto de choque de intereses entre la nueva República Democrática de Georgia, los bolcheviques y el ejército blanco de Denikin. En el verano de 1918, proclamada le independencia de Georgia, Abjasia fue incorporada al nuevo Estado georgiano, proceso que fue acompañado de acciones represivas contra el movimiento nacional abjasio por parte de las autoridades centrales de Georgia. Estas políticas represivas del gobierno menchevique de Georgia frente a las minorías étnicas creó simpatía por el pueblo abjasio en la Rusia soviética y dentro del Movimiento bolchevique. En marzo de 1921, se proclamó la República Socialista Soviética de Abjasia. En diciembre del mismo año, se firmó un acuerdo entre Georgia (que en ese momento se hizo soviética), y la República Socialista Soviética de Abjasia según el cual Abjasia se convirtió en parte de Georgia. Desde entonces, Abjasia ha sido considerada una república contractual.

Uno de los aspectos más importantes del conflicto georgiano-abjasio está en la diferente lectura, a menudo mutuamente excluyente, del pasado histórico desde la antigüedad hasta la era soviética. Si bien una parte significativa de la élite política georgiana consideró el período soviético como la página oscura de la historia georgiana, interpretándola como el tiempo de la ocupación soviética y rusa, el enfoque abjasio sobre la URSS era más versátil y a menudo visto de modo favorable. Durante la sovietización, Abjasia se convirtió en una república contractual e igualitaria afiliada a la Georgia soviética. Para los abjasios, hasta la muerte del jefe del gobierno abjasio Néstor Lakoba en 1936, en Abjasia hubo un período de estabilidad, armonía interétnica y avances en el campo de la economía y la cultura. Sin embargo, el estado del territorio cambió en la década de 1930 cuando, de ser una región en igualdad de soberanía dentro de Georgia, pasó a ser una república autónoma de Georgia. Sin embargo, su líder, Néstor Lakoba, disfrutó del apoyo popular de la población local, y tanto los abjasios como los georgianos dentro de la república se llevaban bien entre sí. De hecho, la propia esposa de Lakoba era una mujer georgiana de Batumi. Sin embargo Lavrentiy Beria, nacido de una familia georgiana en Abjasia, y líder de la Georgia y de la Transcaucasia soviéticas, se enemistó con Lakoba, por cuanto veía a éste como un rival por su influencia y amistad con Stalin. La enemistad no terminó bien para Lakoba y Abjasia. Declarado “enemigo del pueblo”, fue asesinado por Beria en 1936 y su familia, perseguida. Posteriormente, Beria inundó Abjasia con un gran número de colonos georgianos étnicos y alentó la invención de un falso discurso académico que afirmaba que los abjasios no eran autóctonos de Abjasia, sino “recién llegados”. En la década de 1950, los abjasios se redujeron a solo el 15% de la población en su propia tierra natal.

En el período 1937-1953 Georgia aplicó una política de discriminación contra la población abjasia, sufriendo “un período oscuro de expansión georgiana” y una represión generalizada como pueblo. En 1937-1938, el alfabeto de Abjasia fue reemplazado por el georgiano, cuya lengua se convirtió en el idioma principal de instrucción en las escuelas de Abjasia. Además el CC del partido Comunista de la URSS aprobó una resolución por la cual los agricultores podrían usar grandes áreas de tierras baldías que no fueran cultivadas por la población local, lo que dio lugar a una migración masiva de la población rural de las regiones interiores de Georgia a Abjasia. Posteriormente Khrushchev, más conciliador, aplicó una política que llevó a la rehabilitación de los abjasios y a una reactivación de su cultura, educación y medios de comunicación. En 1978 el abjasio se convirtió, junto con el georgiano y el ruso, en idioma estatal en el territorio autónomo. Pero la política anterior de discriminación étnica tuvo un impacto extremadamente negativo creando entre los abjasios la percepción de que, incluso en la década de 1960-1980, las políticas sociales y económicas de la República Socialista Soviética de Georgia estaban orientadas a garantizar el reasentamiento a gran escala de grupos étnicos georgianos en Abjasia con el fin de cambiar el equilibrio etno-demográfico en perjuicio del pueblo abjasio. Los datos son muy elocuentes: si en 1959 había 158.221 georgianos en relación a 61.193 abjasios, en 1970 la cantidad de georgianos había aumentado a 199.955 mientras que el número de abjasios era de 77.276. En el año 1989, del total de 525.061 habitantes, los georgianos ya eran el 45,7% de la población (239.800), mientras los abjasios el 17,8% (93.200), los rusos el 14,3% (74.900), los armenios el 14,6% (76.500) y el resto 6,7% (40.600).

Desde la creación de la república autónoma de Abjasia dentro de la República Socialista Soviética de Georgia, la población abjasia intentó periódicamente solicitar una reconsideración de su estado. En los años 1931, 1957, 1967 y 1977, la intelligentsia nacional abjasia hizo sucesivos llamamientos al Kremlin pidiendo la desagregación abjasia de la República de Georgia, sea para unirse a la RSFSR (Federación de Rusia), sea para formar una Republica de Abjasia. La “Carta de los 130” (Diciembre de 1977) fue la última dirigida a este efecto al Kremlin antes de la perestroika de Gorbachov. Sin embargo, esta iniciativa fue rechazada y sus promotores criticados por el Comité del Partido comunista Abjasio, por promover “erróneos y calumniosos puntos de vista nacionalistas”. Durante los últimos años de la URSS, cuando sobrevino el resurgimiento de todas las nacionalidades soviéticas, la escalada del conflicto entre georgianos y abjasios parecía inevitable.

Efectivamente, el choque fue inevitable y obligado por cuanto el discurso nacionalista georgiano que apelaba a la restauración de la política y continuidad legal de la República Democrática de Georgia (1918-1921), estado que tuvo relaciones extremadamente complicadas y bastante ambiguas con Abjasia, constituía el punto de colisión de los movimientos nacionales georgiano y abjasio de finales de los años ochenta. Desde un punto de vista lógico, era más que previsible que el inicio de la liberación nacional de Georgia acelerara la autodeterminación del pueblo abjasio. Por otra parte, las particularidades de la “demografía política de Abjasia” eran un factor añadido en esta confrontación, puesto que el movimiento nacional de Abjasia, es decir el grupo étnico “titular”, no constituía una mayoría numérica y, en consecuencia, no podía apelar a la “voluntad de la mayoría” porque, siendo los georgianos la comunidad más grande de Abjasia, ya habían apoyado sin reservas la preservación de la integridad territorial de Georgia. Por lo tanto, el movimiento abjasio necesitaba un aliado para poder realizar su política, y fue en Moscú donde lo encontró.

La división política entre las dos comunidades étnicas se fue agudizando conforme se realizaron dos referéndums en marzo de 1991. El primer referéndum, sobre la renovación de la URSS, tuvo lugar en 17 de marzo de 1991; y el segundo, sobre la restauración de la independencia de la República Democrática de Georgia, el 31 de marzo de 1991. La etnia abjasia apoyó incondicionalmente a Moscú participando en el primer referéndum y boicoteando el segundo. Por el contrario, los georgianos que vivían en Abjasia, así como sus compatriotas en el resto de Georgia, se negaron a participar en la votación sobre el futuro de la Unión Soviética, y participaron en el referéndum sobre la restauración del Estado georgiano. En todo caso, los líderes abjasios contaron con el apoyo de los rusos, griegos y armenios étnicos de Abjasia, debido a la incapacidad colectiva de los políticos georgianos para crear un diálogo con sus homólogos abjasios debido a su compromiso con el nacionalismo étnico radical, que incluía fuertes elementos antirrusos y anti-armenios, todo lo cual fortaleció en gran medida el movimiento nacional de Abjasia en su deseo de separarse de Georgia. El movimiento nacional georgiano dirigido por Gamsajurdia en su intento de crear un estado georgiano homogéneo y unitario, percibió la existencia de las autonomías de Abjasia y Osetia del Sur dentro de Georgia como una anomalía política, una triste consecuencia de la política anti-georgiana de Moscú que debía rectificarse tan pronto fuera posible, y negó la existencia de los abjasios y osetios como nacionalidades diferenciadas. A su vez, los políticos abjasios vieron el mero hecho del estado autónomo de Abjasia dentro de Georgia como una injusticia y un trágico error de la política nacional soviética, incluso como un sacrificio hecho por el Kremlin comunista bajo la influencia del lobby georgiano de Moscú. Como resultado, los líderes abjasios hicieron todo lo posible para separarse de Georgia, o al menos para mejorar el estado político de su república dentro de Georgia. Estas expectativas y vectores del desarrollo político totalmente diferentes, con proyectos de construcción de nación apenas compatibles, añadidas a ambiciones políticas cada vez más evidentes y a una incompatibilidad basada en percepciones absolutamente diferentes del pasado histórico, abocaron incontrovertiblemente a una guerra de clara dimensión étnica.

Todo aconteció de modo rápido. En 1991 Georgia declaró su independencia y en marzo de 1992 puso en vigor la Constitución de 1921 de la República Democrática de Georgia. Tbilisi había tomado la decisión unilateral de alterar su relación constitucional con la Unión Soviética, pero lo había hecho sin tener en cuenta los intereses abjasios aboliendo su autonomía, por lo que este acto se vio en Sujum, la capital de Abjasia, como una anexión cuasicolonial. Esta decisión crucial se vio agravada cuando en marzo de 1992 la comunidad internacional reconoció a Georgia dentro de sus fronteras soviéticas (es decir, incluida Abjasia), pero sin ninguna garantía del propio estatus o autonomía de Abjasia. Los abjasios vieron en peligro su propia existencia y este temor se confirmó cuando cuatro meses después del reconocimiento, y de que Georgia también fuera admitida como miembro del FMI, el Banco Mundial y la ONU, el ejército georgiano se movilizó hacia Abjasia. El 23 de Julio de 1992 los abjasios proclamaron la independencia de la República de Abjasia y establecieron un gobierno con capital en Sujum. La UE, la ONU y EEUU rechazaron las pretensiones abjasias, reconocieron a Georgia y apoyaron abiertamente a su gobierno, lo que supuso sacar a Georgia de la esfera de influencia de Rusia y situarla en Occidente, como parte de la OTAN. El 31 de julio de 1992, las tropas del ejército georgiano cruzaron el río Ingur y comenzó la guerra. Si bien inicialmente el conflicto georgiano-abjasio resultó ser un éxito militar para los georgianos, la participación significativa pro-Abjasia de los movimientos nacionalistas del norte del Cáucaso obligó a Moscú a tomar medidas más decisivas para poner fin a la confrontación. La guerra acabó el 27 de septiembre de 1993 cuando el gobierno abjasio recuperó Sujum, se desembarazó de la ocupación georgiana y logró poner fin a la guerra con la mediación de la ONU y de Rusia. En 1993 abjasios y georgianos firmaron la paz cuyo mantenimiento quedó en manos de la ONU y de la CEI. El conflicto armado tuvo consecuencias desastrosas. Unos 5.000 georgianos y más de 3.000 abjasios murieron, casi 250.000 georgianos (la mitad de la población anterior a la guerra) se vieron obligados a huir de Abjasia, de los cuales unos 40.000 regresaron. En los años inmediatamente posteriores al fin de las hostilidades, 700 personas murieron por la explosión de minas terrestres. Las pérdidas económicas del conflicto ascendieron a 10.000 millones de euros.

El plan de paz celebrado en Ginebra, auspiciado por la ONU y apoyado por Rusia, inicialmente se basó en el principio de integridad territorial de Georgia y definió a Abjasia como “una entidad soberana basada en el estado de derecho dentro del Estado de Georgia”. Los abjasios fueron inflexibles en su rechazo a cualquier decisión que los colocara “dentro del estado de Georgia”, mientras que los georgianos no aceptaban la “soberanía” de Abjasia dentro de Georgia, por lo que ninguna de las partes aceptó el plan de paz. La posición mediadora de Rusia, que apoyaba la integridad territorial de Georgia, experimentó un cambio significativo después de 1999 cuando el gobierno georgiano intentó alterar el status quo y “descongelar el conflicto” unilateralmente sin considerar los intereses de la Federación Rusa. Fue un fatal equívoco de los políticos georgianos sobre el potencial ruso. La derrota de Rusia en la 1ª guerra de Chechenia en 1996 hizo pensar a los líderes georgianos en la debilidad de Rusia, y a tal punto sobreestimaron su decaimiento que lo consideraron como el comienzo del retiro del poder hegemónico ruso en la geopolítica del Cáucaso. Esta suposición llevó a Georgia a cometer dos errores de bulto: abrir sus fronteras a los refugiados chechenos cuando Rusia lanzó la segunda operación en Chechenia en 1999, e intensificar sus contactos con la OTAN. Rusia consideró que Georgia con esos movimientos pretendía no sólo internacionalizar la resolución de la cuestión abjasio-georgiana, sino también amenazar la posición exclusiva y preeminente de Rusia en el Gran Cáucaso, lo que comportó y acarreó una variación muy significativa de su posición en el conflicto.

Los años siguientes discurrieron con las posiciones iniciales enrocadas de ambas partes. Georgia reclamaba la integridad territorial de su Estado y el retorno de todos los refugiados o desplazados internos al territorio de Abjasia. Por su parte, las exigencias de Abjasia se centraban en la independencia de la República y en el regreso solo de aquellos refugiados que no participaron en operaciones militares contra las fuerzas de Abjasia. En tanto pasaron estos años sin avances significativos en la negociación, la situación en Osetia del Sur, otro territorio autónomo de Georgia, se deterioraba gradualmente. Y la esperanza de que una nueva generación de políticos georgianos pudiera solventar estos conflictos prolongados con otros enfoques más flexibles se desvaneció rápidamente. Fue en 2006 cuando Saakashvili, elegido presidente de Georgia precisamente en el momento en que los osetios ganaron por mayoría el referéndum de independencia de Osetia del Sur, ofreció un acuerdo donde los osetios tendrían un amplio grado de autonomía dentro de un estado federal. El ofrecimiento fue rechazado por el presidente osetio Kokoity, pues su aspiración era la total independencia. La bandera nacionalista y antirrusa se volvió a agitar en Georgia, y las relaciones con Occidente se intensificaron. Rusia, para entonces ya muy escarmentada y frustrada con la política del gobierno georgiano, dejó de proporcionar en condiciones ventajosas la energía al país y duplicó su precio, abocando al hundimiento de la economía georgiana. ​La impopularidad del presidente Saakhasvili por los problemas económicos le llevó a tomar la decisión de atacar Osetia del Sur el 7 de agosto de 2008 para así crear una cortina de humo sobre la situación real de la sociedad georgiana. La consecuente guerra implicó en ella a todas las partes (osetios, abjasios, georgianos y rusos), pero afectó a Abjasia en grado mucho menor que a Osetia del Sur, donde Rusia estaba directamente comprometida. Abjasia, una vez ganada la guerra, explotó la situación en beneficio propio y su gobierno estableció un control total sobre todo el territorio de la ex-soviética República Socialista autónoma de Abjasia.

Entretanto, el reconocimiento de Kosovo por muchos estados occidentales en 2008 causó gran resentimiento en Rusia, aliado de Serbia, y fue otro de los factores determinantes que abocaron al Kremlin a tomar una decisión notable y sustancial. El 26 de agosto de 2008 Rusia se convirtió en el primer país en reconocer la independencia de Abjasia (y de Osetia del Sur) lo que constituyó un punto de inflexión, por cuanto con este reconocimiento Rusia abandonó su anterior posición de mantener la paz y se convirtió en el garante de la autodeterminación política de las dos repúblicas nacientes. Las nuevas realidades establecidas en 2008 fueron radicalmente diferentes a las de principios de la década de 1990, cuando Moscú reconocía la integridad territorial de Georgia y Tbilisi apoyaba la participación de la Federación de Rusia como mediador. El carácter de las relaciones entre Rusia y Abjasia cambió rotundamente durante la formación del nuevo status quo. Los pacificadores rusos de antaño encargados de mantener el alto el fuego entre Abjasia y Georgia fueron reemplazados por tropas militares y guardias fronterizos de hogaño destinados a apoyar la independencia política de Abjasia.

El ejemplo de Abjasia muestra claramente que las fronteras entre las repúblicas aliadas de la antigua URSS, eran estables y viables solo en las condiciones del sistema y del marco de la Unión Soviética. Después de la desintegración de la URSS, las élites de algunos estados postsoviéticos al tratar de imponer, a pesar de las realidades socio-culturales e históricas, demasiado celosa e intransigentemente un modelo de estado etnocrático con dominio de la nación titular y discriminación de las minorías nacionales, no pudieron asegurar la existencia de las fronteras heredadas de la URSS. La respuesta predecible al rígido sistema estatal de modelo etnocrático que ha recibido un amplio refrendo en el espacio postsoviético, fue la aparición de numerosos y ambiciosos rivales en la competencia en el campo de la construcción de la nación. El ejemplo más vívido e interesante es la culminación y triunfo del estado de Abjasia.

Sin embargo, el éxito relativo de Abjasia como Estado se debe en gran parte a las características geográficas de este país, principalmente el acceso al Mar Negro y la disponibilidad de frontera terrestre común con Rusia, lo que le permite confiar en la asistencia militar y económica rusa. Además, el potencial del sector del turismo heredado de la URSS que desarrolló una notable infraestructura turística de gran atractivo para los turistas rusos, juega un papel muy importante en la economía abjasia. El reconocimiento diplomático oficial de Abjasia por Rusia y la presencia de una frontera común han facilitado en gran medida que Abjasia construya relaciones con otros países de la CEI y la Unión Euroasiática (proyecto de integración económica y política de derecho basado en la Unión aduanera de Bielorrusia, Kazajistán y Rusia), países que a pesar de que se abstenían de reconocer a Abjasia, al mismo tiempo desarrollaban activamente con ella relaciones comerciales y económicas. Por lo tanto, el éxito significativo de Abjasia se debió principalmente al éxito combinado de factores favorables geográficos y exteriores.

El reconocimiento inmediato de la independencia de Abjasia por Rusia después del conflicto militar ruso-georgiano en agosto de 2008, redujo prácticamente a cero la posible amenaza del lado georgiano, pero no garantizó su estabilidad política interna, ni tampoco un desarrollo sostenible y próspero de su economía. Esta condición advierte que la construcción y desarrollo de las instituciones estatales es tarea tan importante, como la conquista y preservación de la independencia política. Y si bien los logros políticos de Abjasia en su proceso de independencia han sido excelentes, no se puede decir lo mismo en el campo de la economía, la esfera humanitaria y la construcción nacional, donde los resultados caben considerarlos más bien modestos, y en varios aspectos hasta incluso problemáticos. Por lo tanto, el ejemplo de Georgia con su catastrófico intento de construir un Estado unitario etnocrático debe servir de escarmiento a Abjasia. El peligro constante del etnocentrismo y de la estructura estatal etnocrática, que resultó ser un modelo atractivo de construcción nacional para la élite de los políticos georgianos (también de los abjasios?), señala inequívocamente el abismo al que se enfrentan. Y esto, en particular, se muestra en la discriminación sistemática de la minoría nacional georgiana en Abjasia y en las obvias interrupciones en la formación de una sociedad civil medianamente crítica y solvente. Las elites de Abjasia deben evitar las peligrosas tentaciones de crear un sistema estatal etnocrático, poniendo en marcha un modelo alternativo que integre y seduzca a todos los grupos étnicos que viven en la República.