Navidad de hoy con versos de siempre

Los poetas nos ofrecen una tan gran riqueza de poemas de Navidad que también los hay para acompañar los sentimientos ambivalentes que este año llenarán los días festivos, tan felices y tan agridulces, tan llenos de promesas y tan inciertos, tan familiares y amistosos y tan tristes con nuestra gente en la cárcel y el exilio, y tan extraños, con nuestro el país amenazado.

Ventura Gassol escribía unos versos ‘A Francesc Macià’, que había muerto justo un día de Navidad, y que tan oportunos son pensando en los amigos encarcelados y exiliados: «Esta noche lejos del hogar paterno, / sin la mar, ni los hijos, ni una triste cuna / tiene una claridad de muerte que me deslumbra / y no quisiera que me dejaras solo». Los presos y los exiliados son una herida demasiado grande para celebrar una Navidad en la inconsciencia de una fiesta que cada año la publicidad nos dibuja más frívola, más banal y más alejada de su sentido original. Por eso hay que volver a la ‘Navidad’ de Joan Salvat-Papasseit para reencontrar su fondo más auténtico (y, por favor, intentad sustituir ‘pobres’ por ‘presos’): «Mañana sentados a la mesa olvidaremos a los pobres / -y tan pobres como somos- / Jesús habrá nacido. / Nos mirará un momento a la hora de los postres / y después de mirarnos, se echará a llorar».

Y es que acabamos un año con más incertidumbres que esperanzas. Dice Josep Carner en ‘Año Nuevo’: «Ni el astrólogo sabe, día primero / uno riguroso que nos siega un poco de vida, / qué novedades nos dará quizás: / angustia, amor, muerte o renacer». Unos tiempos imprevisibles que describe muy bien Tomás Garcés en ‘Aire de Navidad’: «El cielo está lleno de signos. / ¡Ah, quien los supiera leer! / Los ángeles escribían / con humo desvaido». Y, sin embargo, no puede ser que la incertidumbre paralice el afán de seguir avanzando. Particularmente, estos días de calma pueden ser los más propicios para hacer caso a Joan Maragall en ‘Las nubes de Navidad’: «Tinieblas de Navidad no sois tinieblas; / más veo entre vosotras que en un día claro». Y, en cualquier caso, podemos escuchar a Joana Raspall en ‘Navidad’: «Si esta noche sientes un rumor extraño / que, no sabes cómo, te obliga a mirar al cielo, / y añoras el gusto de la miel, / y tienes deseo de una paz que no engaña / (…) / al menos , ten el coraje / de seguir tu camino con el corazón limpio».

Sin embargo, no es nada fácil avanzar sin sentirse trastornado por cómo un conflicto político que se pretendía de las sonrisas y democrático se vuelve áspero y autoritario. Mientras aquí se habla de ablandar el conflicto, allí lo han encabritado. Mientras allí demonizan a nuestros líderes, aquí nos debilitamos tildándolos de cobardes; mientras unos quieren doblegar el país con un 155 vigilado militarmente, otros imaginan inútiles batallas campales en la calle. Ojalá Josep Maria de Sagarra tuviera razón y hubiera bastante con haber cantado ‘El Chico de la madre’: «Cuando viene Navidad, la canción del milagro / hace que tiemble la espalda de los lobos. / Hasta quienes queman y roban y matan, / si de pequeños la han oído alguna vez, / al querer decirla se les traba la lengua, / al querer cantarla ¡les estrangula el miedo!»

Sí, ‘Vuelve Navidad’, y Miquel Martí i Pol nos pide una respuesta rotunda: «Todo es misterio y claridad extrema. / Vuelve Navidad y vuelve la pregunta. / ¿Proclamaremos la paz con las palabras / mientras con el gesto favorecemos la guerra?» Pero es Caterina Albert (Víctor Català), quien en ‘Rosas de Navidad’ nos la responde con un deseo: «Rosas, rosas, rosas, / rosas de Navidad, / ¿quizás sea un símbolo / su estallido triunfal? / ¿Una profecía para el devenir / vuestro valor / de brotar y florecer / en la hora terrible / de la maldad, / cuando todo lo sensible / de la Humanidad / cruje y se deshace / y se lanza al abismo; cuando el mundo asola / el crimen más alocado; / cuando hasta la esperanza / huye batiendo las alas / hacia la lejanía / negra y sangrienta? / (…) / Rosas, rosas, rosas, / rosas de Navidad, / ¡devolvednos la vida, / librándonos del mal!»

ARA