Los ‘morroscos’ vascos del oro de Moscú

LOS datos no son todos los soñados para un tema histórico real como este, pero sí oro. Tanto como el valor de aquel oro del Banco de España que durante la Guerra del 36 el Gobierno de la República envió a Rusia. Un libro recién publicado revela que fueron vascos del Gobierno de Aguirre quienes transportaron el oro de Moscú. Fue una petición del ministro de Defensa Nacional Indalecio Prieto al lehendakari sin saber este el alcance real y los entresijos de la encomienda.

El detalle ha visto la luz gracias a la publicación del libro La industria y la marina en el primer Gobierno vasco, que recoge las memorias de Santiago Aznar, consejero socialista del Departamento de Industria en 1936, que ha impulsado la nieta de esta histórica personalidad política, María Esther Solabarrieta, exdiputada de Medio Ambiente de la Diputación Foral de Bizkaia. El capítulo que recoge este episodio lleva por epígrafe El traslado del oro del Banco de España a Rusia.

Los tan escasos como trascendentales datos que Aznar aporta son debidos a que Indalecio Prieto no comunicó ni al lehendakari Aguirre información de que lo que le pedía era transportar las 510 toneladas de monedas del oro del Banco de España, equivalentes a 12.200 millones de euros en términos del año 2010. Solabarrieta sintetiza aquel episodio: “Un día le llama el lehendakari a mi abuelo Santiago Aznar para decirle que había recibido una llamada del ministro Indalecio Prieto, para solicitarle que enviase un barco a Cartagena con una tripulación de absoluta confianza y dispuestos a jugarse la vida si era necesario pues tenían que llevar a cabo una empresa de mucho riesgo”, precisa.

Prieto le asegura que la empresa es tan importante que necesita discreción a toda prueba y que eso solo se lo podían encargar a los vascos. Así lo detalla Aznar en sus memorias recogidas en el libro: “Prieto no se fiaba más que de una tripulación vasca, de “esos morroscos marinos que hay por ahí”. Aguirre le contestó que trataría urgentemente de complacerle y que precisamente tenía que prepararle lo que le pedía su correligionario, Santi Aznar, quien tenía la Marina”.

Indalecio Prieto temía el paso de la embarcación vasca por el estrecho de Gibraltar. Mientras tanto, caen en la cuenta de que la búsqueda de esos “morroscos” no era nada sencilla. Aznar decide trabajarlo con Pantaleón León, director general de Marina, también socialista como él. Y la cadena va consiguiendo fundir cada eslabón. El barco elegido sería el Urtxo-Uria y el capitán, Rodolfo Rivas, de la CNT. La reunión con el capitán, primero en su despacho en La Bilbaina, y después con el resto de los oficiales en la sala de conferencia fueron “muy tensas y penosas pues pasar por el estrecho de Gibraltar era pedir demasiado”.

El mandado tocaba suelo. “Decidieron entonces -escribe Aznar- dejarles reunidos para que reconsiderasen su obstinada negativa. Mientras, informé al lehendakari Aguirre de la negativa y convinimos en el siguiente paso a dar si se mantenían en sus trece”. Después de unas horas de encierro en aquellos sótanos, decidieron todos los oficiales ser llevados nuevamente al despacho de Aznar donde celebraron “jubilosamente su unánime y total disposición a cumplir la misión que se les solicitaba”.

Con todo, cuando el Urtxo-Uria cruzó el estrecho de Gibraltar, “respiramos. Prieto quedó muy satisfecho y elogió la hazaña”. En el libro, Aznar detalla cómo supo que aquella encomienda de Prieto era para enviar el oro a Rusia. Fue en un viaje a Valencia para entrevistarse con Manuel de Irujo, ministro de la República.

“En plena calle sentí cómo alguien a mis espaldas me cubría los ojos con sus manazas;apenas abrió la boca me di cuenta de que era el famoso capitán de quien no había sabido más después de la hazaña. Él nunca había creído que ni el lehendakari ni yo sabíamos que el barco lo quería Prieto para llevar el oro del Banco de España a Rusia. Quedó convencido de que no le había mentido”, subraya, añadiendo que al citar como detalle de aquella conversación durante aquel casual encuentro quedó fijada en su mente “la expresión de aquel jatorra capitán” que afirmó que “con el oro que había llevado se podría embaldosar la Plaza Roja de Moscú”.

Aznar recordó su nombre y el del barco de por vida. “Yo como luchador, toda mi vida ugetista, rindo sincero homenaje a tan honrado y constante idealista que, parecer ser, no ha tenido tampoco sus seguidores. Que en paz descanse”, queda recogido en la publicación presentada esta semana. El libro está basado en los diarios que el propio Santiago Aznar escribió entre 1938 y 1944, y en la documentación referida al primer departamento de Industria del Gobierno de Euskadi y su época, que la familia ha guardado celosamente y que ahora ven la luz gracias a esta publicación.

“Que aquellos tíos del Gobierno vasco fueran tan valientes de cumplir con una encomienda que desconocían es un orgullo. Y que el lehendakari complaciera a Prieto también, sin saber que iban a portar el oro del Banco de España otro tanto”, enfatiza Solabarrieta que no esconde su reconocimiento total a aquellos morroscos.

Deia