Las deudas del Régimen: Audenasa

en Navarra se ha convertido en costumbre llamar “Régimen” a lo que en la terminología de Miguel Sanz era el sistema de quesitos, que protagonizaron durante tres décadas y media UPN y PSN, con la ocasional colaboración de algunos otros partidos. Las secuelas y cicatrices que ha dejado el Régimen no están curadas ni mucho menos; pero, a la vista de algunos temas de actualidad, no hay más remedio que recordar las andanzas, hazañas y portentos de aquella época. El objetivo no es ridiculizar o poner en evidencia, como tantas veces se hace recurriendo a la hemeroteca, sino erradicar la contaminación, que algunas de aquellas actuaciones desastrosas siguen originando en la vida política y social de la actualidad: Can, Salesianos, peajes en sombra, deuda pública, Audenasa…

En el caso concreto de Audenasa resultaría de vergüenza ajena la actual actitud de UPN-PP pidiendo la gratuidad de la autopista A-15 y habiendo llegado incluso a pactar un anexo en los presupuestos del estado de 2018 para compensar con más/menos 13 millones de € de dinero público la falta de gratuidad, si el peaje no se debiera sola y exclusivamente a la responsabilidad de ambos.

Es cierto que resulta un agravio comparativo injustificable el hecho de que se pueda circular gratuitamente de Pamplona a Logroño y en cambio estén sujetos a peaje los trayectos Pamplona-Tudela y Berriozar-Irurtzun. El arreglo de este desaguisado, provocado por UPN-PP y cuyo abordaje tantas veces han obstruido, se quiere taponar a toda prisa y con dinero público en un año electoral. ¿Y el año que viene, qué? ¡Txapuzas con tx!

¿Cuál es el origen del problema y cual el destino del dinero, con el que se pretende ocultarlo? El origen está en la injustificada y oscurantista prórroga de la concesión a Audenasa en diciembre de 1997, acordada por el Gobierno de Sanz y firmada por el consejero de Obras Publicas por designación del PP, Sr. Palacios y el entonces presidente de Audenasa y de UPN, Sr. Aizpun.

En 1997 había concluido ya la concesión administrativa a Audenasa. Dicha concesionaria había incumplido totalmente los términos de la concesión otorgada 20 años antes, cediendo la construcción a la empresa HUDANA SA, que eran los mismos perros con otros collares y que hicieron el negocio y quedándose Audenasa con las deudas, pero además no completando la construcción hasta su término. Se pararon en Irurtzun, porque os túneles les asustaron gracias a Dios, como diría Carrillo. Aquel incumplimiento de Audenasa facilitó la solución de que desde Irurtzun sea autovía y no autopista, que hubiera sido una verdadera catástrofe.

Audenasa además de incumplir los compromisos de la concesión, quebró. Hubo que rescatarla financieramente y acabar el trazado, que no había llevado a cabo. Lo único que no convenía era prorrogar la concesión, que es justamente lo que hizo el gobierno de Sanz. En realidad fue un regalo, cuyo único objetivo consistía en librar de responsabilidad a los accionistas de Audenasa. Los Gobierno de Navarra y del Estado avalaron la refinanciación y asumieron la titularidad de las acciones al 50%.

El Estado hizo un opulento negocio, ya que el aval que prestó no tenía visos de tener que ser ejecutado, ni de hecho hubo de serlo. Por otro lado, Audenasa nunca figuró entre las empresas públicas, (de las que llegó a haber hasta 37), porque ya se encargaba el Régimen en las sucesivas redacciones de la legislación administrativa de que para ser calificada como pública, la Comunidad Foral de Navarra debería ser titular de por lo menos el 51% y en este caso solo lo era del 50%, aunque el otro 50% perteneciese hasta la privatización al Estado. La suculenta presidencia de Audenasa era golosamente disputada (Borderías, Caballero, Sanz…), y Aizpun “se conformó” con ostentarla, cuando dejó de ser el diputado mudo. Durante los tres decenios de la actividad política de Aizpun había desaparecido el imperio industrial y empresarial de los Huarte, en el que anteriormente había sido protagonista importante.

A la chapuza de la prórroga de Sanz-Aizpun-Palacios se le añadió luego la superchapuza de Aznar, privatizando las autopistas y entre ellas también la de Navarra, mediante su transmisión a amiguetes y amigotes, como ocurrió con la mayoría de las empresas públicas. El valor estimado del rescate es el lucro cesante de los actuales titulares de la prórroga de Sanz hasta el año 2029 y de la privatización de Aznar. ¿Cuánto vale el rescate del 50% regalado al Estado y privatizado por éste? Si el lucro cesante de cada año de ese 50% es de 13 millones y faltan 10 años, resulta la cifra de 130 millones de euros, que fue el cálculo de Zarraluqui en 2006, aunque estoy seguro de que se conformarían con la mitad. Da risa que ahora UPN y PP tengan tanta prisa electoral por la liberalización del peaje, pero da rabia que hayan sido ellos mismos quienes lo impusieron con sus hechos y quienes han impedido su abolición durante años. Es una de las deudas del Régimen.

Noticias de Navarra