La vía serbia

En estas últimas semanas se ha hablado de la vía escocesa, un fracaso por cierto, y de momento imposible en un Estado que se niega a dialogar y a reconocer que en plena Unión Europea y con un gobierno socialista tiene presos políticos, entre ellos una expresidenta de un Parlamento, presos en huelga de hambre y exiliados. También se ha hablado de la vía eslovena, ante la indignación de los unionistas porque fue cruenta. Indignación de los mismos a los que no les importa tener aún cunetas plenas de cadáveres de la Guerra Civil. Sí, la vía eslovena fue «cruenta», aunque la manipulación de la información hace que se haya presentado esta vía con opiniones muy sesgadas y obviando detalles muy importantes, como por ejemplo que la guerra le fue impuesta porque el ejército yugoslavo atacó al país al día siguiente de la proclamación de la independencia. La guerra duró diez días y provocó unos setenta muertos, la mayoría del ejército invasor. ¿Algún diario español ha entrevistado a Milan Kucan, expresidente esloveno, que asegura y demuestra que la vía eslovena fue extremadamente pacífica? ¿Por qué los mismos que se llenan la boca criticando la vía eslovena no hablan de la vía serbia? Porque hubo una, totalmente planificada, que desgraciadamente tiene muchos puntos en común con la vía española.

Me explico. En plena guerra de los Balcanes un periodista bosnio muy conocido en su país, en aquellos momentos en el exilio, me dijo que la guerra había comenzado en los medios de comunicación y debería terminar en los medios de comunicación. Hasta el momento en que estalló la República Socialista de Yugoslavia, serbios, croatas y bosnios vivían en paz, con buena vecindad y sin ningún problema. En Sarajevo se escuchaban y utilizaban todas las lenguas y era una sociedad modélica por su multiculturalidad y tolerancia. Pero los medios de comunicación serbios comenzaron a hablar de una ciudad y de unos pueblos casi en pie de guerra, imposible de vivir, con ataques constantes de los bosnios contra los serbios. Todo falso. Uno de los argumentos contra Milosevic en el Tribunal Internacional de La Haya fue el uso de los medios de comunicación como parte de una estrategia de conquista, «para crear una atmósfera de miedo y de odio entre los serbios ortodoxos, divulgando mensajes falsos y exagerados sobre agresiones étnicas por parte de los bosnios musulmanes y los croatas católicos contra la población serbia». Cito textualmente.

Los serbios tenían una percepción de lo que pasaba en Bosnia o en Croacia que no tenía nada que ver con la realidad. Hay a cientos de falsas noticias que provocaron baños de sangre y todas tenían un objetivo único, romper la convivencia y doblegar la voluntad de los «otros». Afirmaciones como «Croacia desea la guerra», «a Bosnia le convienen muertos», «los croatas son supremacistas», etc… eran el pan de cada día. ¿Les suena familiar? En plena guerra, todo sea dicho, todos hicieron circular propaganda a su favor creando una guerra paralela, pero las falsas noticias por parte de los medios de comunicación serbios desencadenaron el conflicto y las masacres. Y como ya he dicho, así lo confirmó en su sentencia el Tribunal de La Haya.

En estos últimos tiempos he tenido muy presente este trágico período en los Balcanes, que seguí de cerca, y desgraciadamente, cuando leo según qué declaraciones o informaciones que solemos asumir con ironía y chistes, me desespero. La desinformación y las falsas noticias no tienen ninguna gracia y tienen consecuencias. Cuando los parientes andaluces o murcianos de inmigrantes a Cataluña les preguntan angustiados cómo están, la situación es grave. Cuando desde el PP o desde Ciudadanos se tacha al presidente de supremacista, es grave. Cuando los líderes unionistas hablan de una situación insostenible en las calles de pueblos y ciudades de Cataluña, es grave. Cuando las portadas de los diarios de Madrid hablan de la persecución del castellano en Cataluña, es grave. Cuando se relaciona los atentados de Barcelona con el independentismo, es una irresponsabilidad imperdonable, y ya no hablemos de cuando se destruyen con noticias falsas de corrupciones inventadas carreras políticas como la del presidente Mas o la del alcalde Trias. Y aún es más grave cuando lo olvidamos.

Una última aclaración. No sólo los medios de comunicación unionistas divulgan noticias falsas para crear odio, también el gobierno español lo ha hecho en el pasado, como la de los 431 policías heridos el 1-O, que luego resultaron ser 111 contusionados y, de estos, 10 que requirieron asistencia médica. Y sólo es un ejemplo. El «A por ellos» es otro claro y trágico. Quizás no podemos o no queremos tener ejército pero necesitamos urgentemente una potente política de comunicación que desmonte falsedades y que muestre al mundo, pero muy especialmente en España, cuál es la realidad que vivimos cada día. La vía serbia no es ninguna broma.

EL PUNT-AVUI