La única normalidad es la libertad

«Nos quieren hacer creer que somos como perros y que la libertad consiste en la longitud de la correa con la que nos liga el dueño español»

 

¿Qué es la normalidad? Como pregunta, no parece nada difícil de responder. Normal es todo lo que se ajusta a una norma establecida o que no se separa de su estado o curso natural. Es normal almuerzo y cena, por ejemplo, es normal tener frío en invierno y calor en verano, es normal ir a trabajar, es normal tener hijos, es normal morirse cuando se es viejo… La vida está llena de cosas normales. Y, sin embargo, pocas cosas hay tan cinéticas o volubles como la normalidad. No hay que retroceder mucho en el tiempo para ver qué ha sido de todo un montón de «normalidades» que parecían grabadas con fuego y en nombre de las cuales las sociedades han acusado, calumniado, encarcelado o ejecutado. Si pudiéramos contar su número de víctimas, el resultado sería aterrador.

 

«Venimos a normalizar el país», dijo recientemente Isabel Celaá, ‘ministressa’ de Educación y portavoz del Gobierno del PSOE. Los catalanes le deberíamos preguntar de qué país habla, cuando dice «el país», pero no es necesario que nos detengamos en este punto, porque nos desviaríamos del tema central. Prestamos atención sólo a la estupidez de la frase recordando que una las divisas del totalitarismo es justamente esta: «La normalidad soy yo». Y como la normalidad se llama «España», todo lo que de ella se desprende es absolutamente normal:

 

  • Es en nombre de la normalidad, por lo que Cataluña no puede decidir sobre sí misma.
  • Es en nombre de la normalidad, por lo que Cataluña ha de estar sometida al Estado español.
  • Es en nombre de la normalidad, por lo que el Estado español no reconoce la nación catalana.
  • Es en nombre de la normalidad, por lo que el Estado español niega el derecho a la autodeterminación de Cataluña.
  • Es en nombre de la normalidad, por lo que el Estado español aprisiona los políticos catalanes que permiten que la ciudadanía se exprese a través de las urnas.
  • Es en nombre de la normalidad, por lo que el Estado español vulnera los acuerdos de los plenos municipales e inhabilita alcaldes para colgar una bandera estrellada.
  • Es en nombre de la normalidad, que lo el Estado español criminaliza a los maestros que enseñan a los niños a desarrollar el pensamiento crítico y a pensar por sí mismos.
  • Es en nombre de la normalidad, por lo que el Estado español persigue políticos que Europa considera personas inocentes.
  • Es en nombre de la normalidad, por lo que el Estado español aprisiona la presidenta del Parlamento de Cataluña por haber permitido que los parlamentarios Parlamentarias.
  • Es en nombre de la normalidad, por que el Estado español establece de qué puede parlamentar y de que no puede parlamentar un Parlamento.
  • Es en nombre de la normalidad por lo que el Estado español tipifica como delito de odio las críticas a su monarca ya sus fuerzas policiales.
  • Es en nombre de la normalidad, por lo que el Estado español instaura un pensamiento único ante el cual toda disensión es considerada delito de rebelión y de sedición.
  • Es en nombre de la normalidad, por lo que el Estado español viola impunemente los derechos humanos.
  • Es en nombre de la normalidad, por lo que el Estado español es una dictadura del siglo XXI.

 

No, amigos míos. La normalidad no es eso. La normalidad es la libertad, nunca el cautiverio. Nos quieren hacer creer que Cataluña no es lo suficientemente adulta para gobernarse por sí misma, nos quieren hacer creer que somos como perros y que la libertad consiste en la longitud de la correa con la que nos liga el dueño español. Pero los catalanes no somos perros ni tenemos amo. Los pueblos libres son aquellos que se rigen por sus propias leyes, que tienen sus propios tribunales y que deciden libremente su educación, su sanidad, su economía, su justicia social, sus infraestructuras y, en definitiva, entre muchísimas más cosas insoslayables, su relación con el resto del mundo. La persona o el pueblo que tienen prohibido decidir sobre sí mismos no son libres. Son cautivos de un tercero, y su vida presente y futura está y estará subordinada a los valores, los intereses, la ideología y los caprichos de este tercero. Una Cataluña ‘autonómica’, por tanto, no tiene autogobierno ni lo puede tener nunca, porque, como dice la misma palabra, el único verdadero autogobierno es la plena soberanía. Sólo tiene soberanía quien tiene autogobierno, sólo es soberano quien gobierna su vida.Y ningún ser humano ni ningún pueblo  pueden decir nunca que tienen una vida normal si no son libres. La única normalidad es la libertad.