La telaraña con la que el gobierno turco está islamizando su sociedad y la de Europa

La Dirección de Asuntos religiosos del gobierno turco del AKP, Partido de la Justicia y el Desarrollo tiene como objetivo «crear una generación piadosa»: Para ello no le faltan recursos: 1.600.000 € financian un número telefónico gratis para consultas o propuestas religiosas, también se hacen denuncias: «Allô Fatwa» está disponible 24 horas al día.

Una extensa presencia en las redes sociales donde no falta una cadena de televisión religiosa y 140.000 personas contratadas. ‘Diyanet’, ministerio turco de la virtud islámica, quiere socializar el pensamiento reaccionario de R.T. Erdogan que ha conseguido transformar la sociedad turca desde su llegada al poder en 2003. Entre 2010 y 2017 Mehmet Gormez, hombre de confianza de Erdogan, se ha ocupado de convertir ‘Diyanet’ en un gigante.

El mismo muftí de Estambul, la antigua Constantinopla, Mustafa Çağrıcı, reconoce que ‘Diyanet’ ha convertido la sociedad en más islamista y ha devuelto a Turquía el lugar de hacer del Islam como en el de los estados árabes. La secular Turquía hoy es la piadosa Turquía, la sede del califato del futuro, la sociedad islámica del siglo XXI con muchas ideas del siglo VIII.

Cualquier proyecto político tiene una visión de la sociedad. En democracia, sin embargo, cada partido es consciente de que es una «parte» de la sociedad y renuncia a imponer la parte por el todo. Cuando el gobierno impone sus ideas, en especial si lo hace por la fuerza, el partido se convierte en único y la sociedad entra en una deriva autoritaria.

Las decenas de miles de personas encarceladas en Turquía lo atestiguan. Una sociedad con personas encarceladas por sus ideas, por sus canciones, por sus artículos, por llevar símbolos o por sus posiciones políticas es una sociedad enferma. ‘Diyanet’ se ocupa de imponer, con mucho cuidado, los principios ideológicos de Erdogan. El cuidado no es casualidad: Turquía fue fundada en 1923 bajo el principio de la laicidad. Romper décadas de este principio no es fácil. Erdogan he demostrado que no es imposible. El auto golpe le ha permitido silenciar a los sectores más seculares del Estado.

Decenas de miles de personas han marchado al exilio. En especial empresarios turcos hacia Europa o Estados Unidos. Allí, sin embargo, también se encuentran los tentáculos de Erdogan que exporta su visión anacrónica del Islam al exterior. Esta semana, por ejemplo, acaba de entregar numeroso material financiado por ‘Diyanet’ a la mezquita de Sevilla; la misma entidad controla la mayoría de mezquitas de Austria, Países Bajos o Alemania donde ha ido arrinconando a los musulmanes críticos con Erdogan. En la última se han contabilizado 1.750 entidades que directa o indirectamente controla ‘Diyanet’. En los Países Bajos son 140 y el gobierno holandés ha advertido que no permitirá más imanes que llamen a la guerra santa turca que invade la región kurda de Efrîn, en Siria. Hasta el punto de que por primera vez Viena ha expulsado a un imán por trabajar al servicio de la ‘Diyanet’ turca.

Y no sólo en las mezquitas europeas. Erdogan deriva hacia ‘Diyanet’, mediante ‘Turkiye Diyanet Vakfi’, la ayuda humanitaria que envía el Estado turco a Siria o a nueve estados de África. De este modo, necesariamente, la población ayudada vincula la ayuda con la religión musulmana. En otro campo las becas para estudiantes musulmanes que Turquía reparte ahora están delimitadas estrictamente y han quedado fuera, por ejemplo en Pakistán, las escuelas que tengan algún vínculo con el clérigo Fetullah Gülen, enemistado con Erdogan.

En las universidades turcas, donde el velo estaba prohibido, hoy el pañuelo femenino es mayoritario. También ha entrado en el ejército y la escuela donde las niñas lo llevan desde primaria. En la escuela pública la religión es obligatoria, se enseña la versión suní y en las universidades Erdogan ha levantado mezquitas el edificio más construido por el gobierno del AKP. Actualmente la antigua república laica está labrada con 87.300 mezquitas. Nuevas, ya en construcción o previstas. En Turquía hay menos de 62.000 escuelas.

‘Diyanet’ responde a preguntas por televisión o en «Allô Fatwa» como si una mujer puede teñirse el pelo o depilarse, si se puede mascar chicle por el Ramadán, el mes santo de los musulmanes o si los bitcoins son inmorales (lo son para ‘Diyanet’). También hay denuncias de publicaciones infantiles salafistas, versión radical del Islam que ha dado lugar a Al Qaeda o Estado Islámico, repartidas en las mezquitas turcas con la complicidad de ‘Diyanet’.

En diciembre del año pasado decretó que uno se podía divorciar con un simple SMS. Unos meses antes, en otoño, determinó que, como dice el Corán, las niñas pueden casarse a partir de los 9 años. El propio Profeta lo hizo con Aïxa. Por una vez, sin embargo, las protestas de mujeres de sectores laicistas obligaron a los lacayos de Erdogan a echarse atrás. De momento. Irak ya prevé una legislación en el mismo sentido y Erdogan volverá a intentarlo cuando este estado vecino lo oficialice.

Este mes la dirección islámica ha decretado que sólo se puede comer con la mano derecha. Los zurdos están de mala suerte en Turquía: «sólo los demonios comen y beben con la mano izquierda». Si una persona es zurda podrá comer con la mano izquierda pero debe ser consciente de que estará estigmatizada.

El mismo partido de Erdogan defiende estas posiciones. Sin ninguna vergüenza el jefe de los jóvenes del AKP en la antigua Constantinopla, acusó a la NASA este mes de enero de «falsear fotos» para hacer creer que la tierra es redonda. «La tierra es plana, la visión de una tierra redonda es una conspiración de la francmasonería», afirmó Tolgay Demir.

Ataturk, el imperialista turco que fundó la república a base de exterminar las minorías nacionales, defendía un Estado centralizado como el francés y, como éste, con una base laica. La religión dividía la nación según el militar autoritario. Por eso creó la ‘Diyanet’ como herramienta para controlar a los imanes y grupos religiosos. Hoy Erdogan lo ha transformado en lo que Le Monde (1) llama «un verdadero instrumento de ingeniería social en manos del gobierno islamo-conservador».

Un instrumento donde, según el Washington Post (2), la sharia se está imponiendo en Turquía. El diario estadounidense destaca, por ejemplo, que desde noviembre del año pasado la policía turca monitoriza en las redes sociales «cualquier comentario que pueda considerarse ofensivo para el islam» o que la televisión pública TRT califique «de animales a los que no rezan vestidos como musulmanes».

(1) http://www.lemonde.fr/m-actu/article/2018/02/25/en-turquie-la-morale-islamique-defie-la-raison_5262224_4497186.html

(2) https://www.washingtonpost.com/news/democracy-post/wp/2018/02/16/in-long-secular-turkey-sharia-is-gradually-taking-over/?utm_term=.9e8f0c33e5b0

GEOPOLITICA.CAT

http://www.geopolitica.cat/la-teranyina-amb-la-que-el-govern-turc-esta-islamitzant-la-seva-societat-i-la-deuropa/