La masacre

La masacre la hicieron en Vilabella, donde cuarenta miembros de la Guardia Civil cargaron contra los defensores del colegio electoral. La hicieron en Cabra de Camp, donde pegaron aunque no se llevaron las urnas. La hicieron en Garrigàs, donde hirieron a todo el mundo. Y en Sant Martí Sesgueioles, donde cincuenta guardias civiles hicieron un montón de heridos. Hicieron un herido grave en Sant Joan de Vilatorrada. Cargaron duramente en Callús, donde, en primer lugar, hicieron caer al alcalde al suelo. Hicieron heridos en Castellgalí. En Fonollosa actuaron con una violencia singular. Y en Montroig del Camp usaron gas lacrimógeno contra la gente. En Roquetes, una docena de vehículos pegaron a diestro y siniestro por todas las calles de la población y dejaron decenas de heridos. En la Tallada d’Empordà también. Y en Sant Andreu de la Barca y en Sant Esteve Sesrovires. En L’Hospitalet de Llobregat, enviaron gente herida a los centros sanitarios y en Barcelona pegaron por toda la ciudad, como bestias descontroladas; sacaron un ojo a un vecino e hirieron a cientos de personas que sólo querían votar. En la Escuela Mediterránea y en la Escuela Tibidabo. En el IES Joan Fuster y en la Escuela Ramon Llull. En el Instituto Balmes y el Colegio Orlandai… En Sarral aparecieron sesenta guardias civiles para pegar a la gente -en un pueblo de mil quinientos habitantes. Veinte furgonetas magullaron el polideportivo de Sant Julià de Ramis con una furia que retransmitieron todas las televisiones del mundo. En Aiguaviva usaron gases lacrimógenos mientras gritaban ‘¡Viva España!’. En Girona atacaron ocho colegios electorales con una violencia indecible. Especialmente en el colegio Verde. En Dosrius hirieron el alcalde cuando intentaba defender a sus vecinos. En Sant Cebrià de Vallalta y Sant Iscle exhibieron la cólera por no haber encontrado las urnas. En San Carles de la Rápita actuaron rabiosos y dejaron cuarenta y cinco heridos. Incluso trataron de atropellar gente con los vehículos. En Menàrguens causaron una decena de heridos sin poder llevarse las urnas. En Ponts veinte dotaciones de la Guardia Civil atacaron un pueblo de dos mil habitantes. En Móra la Nova aparecieron más de 150 policías que actuaron con una dureza extrema, y ​​cinco agentes pisotearon a una pobre muchacha que estaba en el suelo, indefensa. En Alcarràs cincuenta agentes con escudos atacaron violentamente la población. En Lleida pegaron por toda la ciudad, incluso un hombre que tuvo un ataque al corazón. En Renau sacaron a los vecinos que defendían las urnas, de uno en uno. Cincuenta vehículos de la Guardia Civil, cincuenta, atacaron Vila-seca. En Tarragona la policía española hirió vecinos en el Instituto Campclar y en el IES Tarragona, en los Servicios Territoriales de Urbanismo y en el IES Comte de Rius. En Sabadell dispararon pelotas -prohibidas- de goma mientras pegaban con una dureza desmedida. En Castellbisbal, cuando se fueron, había once heridos. En Campins hicieron destrozos a montón tras comprobar que no sabían salir porque la gente les había cambiado las señales… había once heridos.

Según los datos recogidos, con todo tipo de testigos, por Carmina Altesa, las tropas españolas hicieron 109 cargas el primero de octubre. Según las cifras oficiales del gobierno, a las 21.00 del mismo día había 844 heridos de consideración, dos de ellos graves. La masacre la ordenó el gobierno español y la ejecutaron sus cuerpos de seguridad. Y no había que esperar ninguna mayor. Punto final.

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