La fábrica de calzados López

El edificio actualmente ocupado por el Instituto CuatroVientos en la avenida de San Jorge de Iruñea,  fue construido en 1910 a instancias de Toribio López para su fábrica de calzados. Se trata de un buen ejemplo de rehabilitación y reutilización de un edificio industrial, hecho casi excepcional en Navarra.

Durante el siglo XIX los núcleos productores de curtidos y guarnicionería llegaron a tener mucha importancia en Navarra especialmente en Estella, Tafalla y en la propia Iruñea. Sin embargo, al despertar de nuestra industrialización los inversores locales no llegaron a entrar en la industria manufacturera del calzado. Los comerciantes se suministraban fundamentalmente en regiones limítrofes como Gipuzkoa o la Rioja. En ese contexto, el burgalés Toribio López López (1861-1956) que llevaba la representación de una empresa madrileña del sector y realizaba frecuentes visitas al comercio pamplonés decidió instalarse en Iruñea para intentar cubrir ese espacio vacío. Inicialmente en 1889 puso un pequeño comercio de curtidos en la calle Pozoblanco de la capital., Unos años después, en 1892 y ante la poca rentabilidad del negocio, se decidió por añadir a la venta de curtidos al por menor, el corte y preparación de piezas para la fabricación de calzado. Para ello contó con la participación de su hermano Pablo, constituyendo con él, la empresa Hermanos López con un capital de 43.000 pesetas. En 1902 muere Pablo pero la entrada de otro hermano, Francisco, les permitió ampliar de forma importante el capital social El recientemente creado primer ensanche de Pamplona no cumplió sus expectativas como tal ya que su pequeña superficie sólo sirvió para que se instalasen en él unos pocos miembros de la burguesía hartos de vivir hacinados en el recinto amurallado. En los bajos de estos pocos edificios se montaron varios talleres y pequeñas fábricas que venían a cubrir en parte el hándicap que constituía la prohibición por el Ramo de Guerra de construir en las concéntricas zonas polémicas. De esta forma montaron su primer taller o fábrica de cañas y cortes aparados para calzado en los bajos del edificio de la calle General Chinchilla número 6, con maquinaria traída desde Estados Unidos. Las trabajadoras eran fundamentalmente mujeres jóvenes, incluso niñas, y en sus anuncios de prensa se solicitaban continuamente aprendizas, preparadoras, guarnecedoras o maquinistas que supieran coser, de entre 14 y 18 años. La larga y tortuosa trayectoria de conflictividad que iba a tener la empresa a lo largo de su historia comenzó precisamente con una importante y durísima huelga mantenida por las mujeres trabajadoras en abril de 1903, cuando el patrón pretendió rebajarles los ya exiguos salarios que cobraban. La huelga, casi mayoritaria (48 de las 60 empleadas), causó gran expectación en la población, por la valentía de las mujeres en tiempos en los que sus derechos como tales eran muy exiguos. A pesar del difícil comienzo, los zapatos de López enseguida se hicieron famosos con una producción diaria de 350 pares que exportaban a otras ciudades o vendían directamente en un puesto de venta situado junto a la fábrica y al que llamaron “Londres”. En aquellos años se desarrolló de forma importante la figura del “viajante” y de la misma forma que Toribio había comenzado su trayectoria profesional de esta forma, la empresa tenía entonces hasta seis viajantes. El crecimiento de la misma fue rápido y el emplazamiento de la calle Chinchilla se fue quedando pequeño. Aprovechando que la normativa militar iba poco a poco ablandándose y ya permitía construir en algunos espacios extramuros, se adquirieron algo más de tres mil metros cuadrados de terreno a la Compañía de Caminos de Hierro del Norte en las cercanías de la Estación del Norte. La zona considerada como “de servidumbre” del ferrocarril se incluía en lo que entonces era el primer polígono industrial de Pamplona. La necesidad de aumento de capital se consiguió metiendo en la sociedad de hermanos a Domingo Cobo, empleado y cuñado de Francisco, denominándose la sociedad a partir de entonces López Hermanos y Compañía (Fig.1).

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Factura de la empresa en 1916. Colección H.Astibia

El nuevo edificio constaba de planta baja, planta principal, entrecubierta y sótano. Los muros perimetrales se construyeron con sillares calizos propios de esta zona y las ventanas fueron recercadas con ladrillo cara vista rojo, como era habitual en la época. La estructura interior era de madera y contaba con electricidad y alumbrado, permitiendo la mecanización del proceso productivo del calzado, lo que abarataba de forma importante los costes. La obra finalizó en el mes de junio de 1910 y rápidamente comenzó su actividad (Fig.2). Unos veinte pequeños comercios se abastecían de la fábrica rochapeana y aunque nuevas agitaciones huelguísticas en los primeros años de la década frenaron un poco la producción, la primera guerra mundial supuso un gran acicate a la demanda tanto interior como exterior de calzado. La producción en serie ganaba rápidamente terreno a la economía tradicional y la necesidad de trabajar en cadena hizo incrementar el número de trabajadores, aunque con peores condiciones de trabajo y sueldos muy bajos. La aplicación del cosido Blake o del Goodyear mejoró mucho la calidad y duración del producto final, zapatos y botas. En 1916 era la empresa más importante del norte peninsular con una producción diaria de mil pares de botas, de las cuales alrededor del 70% eran para la exportación. Sus zapatos marca “El Tigre” realizados en piel de cordero (dóngola), de cabra (tafilete), de vacuno (boxcalf) o charol se vendían a unos precios entre 15 y 20 pesetas el par en su nuevo establecimiento de la Plaza de San Francisco de Iruñea (Fig.3).

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El edificio de Cuatrovientos antes de la reforma. Años 80

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Anuncio en prensa 1916

En 1917, como decíamos, se había incrementado el capital con la aportación de Prudencio Cobo pero, poco después, toda la familia Cobo abandonó la empresa para instalarse en Barcelona, también en el sector de los curtidos quedando todo el accionariado en manos del fundador Toribio López. Fueron los años más brillantes de la empresa y su principal valedor se hizo rápidamente con un puesto importante en la vida social pamplonesa. Entró en el Ayuntamiento como concejal por la Asamblea de Máximos Contribuyentes, en la junta de la Cámara de Comercio y asumió la presidencia, en plena crisis, de la entidad bancaria y de seguros La Agrícola en 1930. Muy aficionado y practicante de deporte, en 1923 fue presidente del club de futbol Denok-Bat y uno de los fundadores del Campo Deportivo Larraina en 1932. Jugador de tenis, ya de mayor descubrió el juego de pelota a pala y construyó en 1933 un frontón de largo en su finca de recreo del barrio de Iturrama, frontón que convenientemente restaurado está hoy en día aún en activo. Cuentan sus familiares que Toribio jugó a pelota hasta pasados los noventa años.

En 1926, nuevamente, consideró que la fábrica se le había quedado pequeña y comenzó la construcción de una nueva y moderna planta en el boyante II Ensanche de Iruñea en la esquina de las calles Arrieta y Amaya. En diciembre del mismo año vendió la nave de Arrotxapea a la Sociedad Múgica Arellano y Cía S.A. dedicada a la fabricación, reparación y venta de maquinaria agrícola y que permaneció en las instalaciones hasta 1974. Precisamente para construir la flamante fábrica del ensanche entró en contacto con el delineante Félix Huarte al que prestó en 1927 una buena parte de su capital para que se asociara con Emilio Malumbres albañil, fundando la firma Huarte y Malumbres. Solo cuatro años después se convirtió en accionista y llegó a tener el 62% de las acciones de la, a partir de entonces, llamada Huarte y Compañía. Prácticamente a la vez se introdujo en el sector eléctrico y fue uno de los fundadores de la nueva sociedad Fuerzas Eléctricas de Navarra, FENSA.

De tradición política republicana de cuyo partido formó parte ya en 1900, en 1932 fundó junto con sus hijos el periódico Democracia. Diario de la República aunque apenas pudo publicarse durante seis meses por problemas de solvencia económica. Su yerno Mariano Ansó, fundador del partido Izquierda Republicana y alcalde de Iruñea había sido elegido diputado y Toribio sus hijos sufrían la “contradicción” de tener una ideología de izquierdas pero a su vez ser empresarios. Las reivindicaciones obreras eran cada vez más fuertes especialmente en las “grandes empresas” con trabajo en cadena y en situaciones laborales muy precarias de salario y largas jornadas de trabajo. La demanda y los precios del calzado caían en picado y la empresa estaba al borde de la suspensión de pagos. En este contexto llegó el golpe militar de 1936 y casi de inmediato, la Junta de Incautación procedió al embargo de los bienes y establecimientos fabriles de los López alegando actividades contrarias al movimiento nacional. La empresa se vio obligada a fabricar botas para el ejército y el sueldo correspondiente a una hora diaria de cada obrero debía entregarse a la “causa nacional” con la obligación además, de hacerlo público en la prensa local. Como dato anecdótico, Toribio previsor como pocos, se construyó un pequeño bunker antiaéreo junto a su frontón de Iturrama, bunker también conservado en la actualidad y que pocos pamploneses conocen (Fig.4).

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Bota de El Tigre. Colección Ayestarán

La posguerra transcurrió en Iruñea con una aparente normalidad y una buena parte de la población en silencio por miedo a las represalias. A pesar de la disminución de las ventas y la falta de materia primas, la fábrica fue saliendo adelante en dura competencia con las del mismo sector en Baleares y Alicante. Toribio dejó la dirección en manos de su hijo que, por diferentes motivos, abandonó la participación en Huarte y Cía. en 1944. El bloqueo europeo al régimen de Franco propició el impulso de las empresas locales y entre ellas López Hermanos que seguía siendo una referencia en el estado, por lo que en 1944 necesitó ampliar la fábrica del Ensanche (Fig.5). La escasez de piel por los cupos establecidos por el gobierno les hizo retomar la casi abandonada actividad del curtido, montando en 1947 una factoría de curtidos en el Camino de los Enamorados que les surtiera de materia prima. La situación de la clase obrera era en esos años muy precaria en cuanto a condiciones de trabajo y salarios, pero sus reivindicaciones estaban silenciadas por el miedo y en el caso de la empresa que nos ocupa por lo que podría favorecerles la importante participación de los López en la Junta del Patronato de las viviendas que se estaban construyendo en la Chantrea. Al llegar los años cincuenta la situación de escasez de alimentos y la progresiva carestía de la vida desencadenó la famosa huelga general de mayo de 1951. Iniciada por un grupo de mujeres en el mercado tras observar que el precio de los huevos se había doblado, la participación inmediata de la gran mayoría de trabajadores y trabajadoras de la fábrica de calzados terminó en graves incidentes con varios heridos por arma de fuego. Las reivindicaciones salariales de sus obreros siguieron con otras importantes huelgas en los años 1954 y 1956. Junto con los trabajadores de Huarte y Cía. fueron los motores del sindicalismo obrero de Iruñea en las décadas de los 50 y 60. Por otra parte la falta de adecuación a las nuevas aplicaciones técnicas en la fabricación de calzado hizo que la fábrica comenzara los sesenta con importantes pérdidas.

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La Fábrica de López en 1965.Foto Galle. Col.Arazuri. Archivo Municipal Pamplona

La muerte de Toribio López Selles, hijo del fundador, en 1962 y la dificultosa asunción de la crisis por sus sucesores empeoraron la situación hasta requerir la venta del solar de la calle Amaya y el traslado de la ya escasa actividad de fabricación a la instalación de la fábrica de curtidos de la Rochapea. La fábrica del ensanche se derribó en 1967 vendiéndose el solar para construir edificios de viviendas y oficinas. A pesar de los grandes beneficios de la operación inmobiliaria, los siguientes años fueron de pérdidas continuas hasta llegar a 1970 en que la deuda acumulada era ya superior al capital social. Un intento final del grupo MELIS que compró el 52% de las acciones no pudo evitar el cierre final que se produciría en el verano de 1972. Algunos achacan el final a la falta de adecuación a las cada vez superiores exigencias y competencia del mercado, especialmente el de Levante. Otros, ven el principio del fin de una empresa que ya estaba en problemas, en la especulativa venta de los terrenos del ensanche en 1964. Las instalaciones del Paseo de los Enamorados se derribaron recién comenzado el siglo XXI para construir en sus terrenos, viviendas y un colegio público.

El edificio de la actual Avenida de San Jorge inicialmente Fábrica de Calzados como decíamos, albergó desde 1926 hasta mediados de los setenta el taller de maquinaria agrícola de Múgica y Arellano. Tras unos años de abandono, en mayo de 1985 el inmueble fue adquirido por ILENSA, sociedad surgida  de un proyecto educativo liderado por personal y profesorado de los Centros de Estudio Iruña, Newton y Jamar para destinarlo a la construcción de un Centro de Formación Profesional denominado Instituto Técnico Comercial Cuatrovientos (Fig.6). Adaptado en su interior y con muy pocos cambios en su aspecto exterior excepto el cambio del tejado, es uno de los pocos edificios industriales en Navarra que se conservan tras algo más de cien años de historia, salvado de la actual y casi obsesiva inclinación a la construcción “ex novo”.

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El primitivo taller de calzados en la actualidad. Foto VME

Bibliografía básica:

  • Urtiaga José Miguel (2001). Una compleja red política y empresarial. La familia López 1889-1972. Revista Príncipe de Viana nº62  Edit. Gobierno de Navarra. Pamplona Iruñea