“La Corte Real prohibió en el XVI a los escribanos la escritura en vascuence”

Fernando Maiora analiza en su libro las causas del retroceso de la “lengua matriz del Reino”

En su afán por dejar constancia escrita de todo aquello que encuentra y descubre durante sus interminables horas de lectura y consulta en diferentes archivos y para satisfacer la curiosidad de estudiosos y admiradores de nuestras costumbres y de nuestro pasado más reciente, el artajonés Fernando Maiora Mendia acaba de publicar un nuevo libro al que ha dado el título deReino de Navarra. Euskera, lengua inteligible. Este libro constituye el número 14 de una colección particular que él mismo inició en el año 2004 con investigaciones relacionadas, la mayor parte de ellas, con la existencia del euskera en diferentes zonas de Navarra, el costumbrismo, anécdotas y curiosidades rescatadas tras releer y escudriñar de forma concienzuda en diferentes legajos y archivos históricos.

Sus fuentes de información son extractos de documentos rescatados, tras muchas horas de lectura y de recogida de apuntes que en esta ocasión lo han sido del Archivo Real y General de Navarra, del Archivo Diocesano de Pamplona y de diferentes Protocolos notariales de distintas localidades navarras. Todos los testimonios recogidos de estos archivos constan en el libro debidamente anotados de forma cronológica, con su correspondiente fuente informativa, archivo en el que se ha encontrado.

Este nuevo trabajo del investigador artajonés queda recogido en una publicación con 186 páginas dividido a su vez en dos capítulos principales: Causas y retrocesos del euskera e Injurias, coplas y frases. En el primero de ellos se aborda las causas que ha originado el lento e imparable retroceso de la que el autor denomina como “la lengua matriz del Reino. El tiempo dirá si la situación que vive es irremediable”, añade y entre las causas de la pérdida de la utilización del euskera entre la población navarra se retrotrae hasta los inicios del siglo XVI, “la conquista militar del Reino y la ocupación castellana fueron las principales causas del lento y progresivo retroceso lingüístico sufrido. Se dice siempre -puntualiza Maiora- que en Navarra se hablaba en una lengua y se escribía en otra, a lo que habría que matizar diciendo que “no se podía escribir sino en otra” (refiriéndose y por obligación al castellano), por lo que se pregunta “¿por qué esta fobia crónica a la lingua navarrorun (la lengua de los navarros)?” y se remite a “la ignorancia y el despecho de algunos”.

Basándose en la documentación encontrada, señala que “uno de los principales factores que originó la regresión del lenguaje vascónico en el hermoso, bendito y belicoso Reino de Navarra, fue la prohibición a escribanos, por parte de la Corte Real, de la escritura en dicho idioma. El incumplimiento acarreaba la pérdida de derechos del amanuense. En la Corte Real no se habla otro idioma que no sea el castellano” y deja constancia de esa afirmación a través de varios documentos y relatos, mientras la mayor parte de la población no conocía otro idioma más que el vascuence.

Cabe señalar que entre los diferentes nombres que recibe el euskera en los documentos consultados por Maiora se encuentran: lengua vascuenz, vascuence, vascongada, vascónica, vulgar, del país, natural, propia, nuestro idioma, lengua inteligible…”. Entre las muchas curiosidades, recoge que a finales del siglo XVI y principios de XVII hay abundante documentación en varias localidades de la Valdorba como Artariain, Orísoain, Echagüe o Iracheta “los vecinos conversaban exclusivamente en vascuence y solicitaban párrocos que hablasen ese idioma para enseñar la doctrina cristiana a sus feligreses”. También esta lengua era la habitual para muchas personas de la raza gitana que habitaba de forma itinerante por los pueblos del norte de Navarra, que la utilizaban junto al kaló también denominado en algunos escritos como el gitana.

Como causantes de la pérdida del uso del euskera, también hace responsables a una parte de la jerarquía católica o responsables del ámbito educativo por enviar sacerdotes o maestros castellanoparlantes a pueblos y valles en los que únicamente se hablaba el euskera, además de profesionales de diversos gremios, notarios, jueces o letrados e incluso “muchos vasco parlantes nuevos y viejos que deberían de utilizar la lengua que conocen en vez del castellano. Algunas personas intentan disimular su acento vasco original tantas veces objeto de burlas y menosprecio por parte de gente estúpida”.

En la segunda parte el autor del libro transcribe injurias, dichos, coplas o frases antiguas rescatadas de más de un centenar y medio de procesos judiciales y denuncias de vecinos de un total de 104 localidades de diferentes zonas del antiguo Reino de Navarra. Ordenados de forma cronológica el más antiguo de estos hechos y sucesos data del año 1415 en Oses (Baja Navarra) y el más reciente aconteció en 1830 en Puente la Reina-Garés.

La portada y la contraportada del libro están ilustradas con dos fotografías de Policarpo Elósegui. La primera es una instantánea del año 1899 con unas familias de gitanos en tiendas de campaña y la segunda una imagen del río Astamela a su paso por Areso del año 1897. Fernando Maiora agradece la colaboración prestada en la elaboración de esta publicación por parte de cerca de una veintena de personas, algunas de ellas archiveros y estudiosos de este tipo de documentos como Potziku Perurena, Rafael Carasatorre, José Luis Turrillas, Agustín Garciandia, Benito Arrese o Javier Sagües, entre otros, al mismo tiempo que lamentaba la ausencia de ayudas de las instituciones públicas para este tipo de trabajos. El propio autor se ha auto editado el libro del que se han realizado 1.000 ejemplares (22 euros) pudiéndose adquirir en diferentes librerías de Tafalla, Pamplona, Barañáin, Zizur, Puente la Reina-Garés o Artajona.

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