Josep M. Colomer: ‘En un referéndum como el escocés votaría que sí’

Entrevista al politólogo y economista, que ha publicado el libro ‘España, historia de una frustración’

El profesor Josep Maria Colomer (1949) ha publicado ‘España, historia de una frustración’ (Anagrama), donde explica la paradoja de por qué el proyecto español no ha terminado de triunfar: el imperio español frenó el Estado español y la nación española. VilaWeb habla telefónicamente con el economista y politólogo Josep M. Colomer, residente en Washington, donde enseña en la prestigiosa Universidad Georgetown. Hablamos del libro, pero también de actualidad política, que sigue con fruición. Colomer, no hace tanto defensor de la unidad de España, se postula ahora a favor de la independencia en un referéndum pactado, que cree que puede llegar a través de la Unión Europea.

 

– ¿Qué fuentes de documentación ha utilizado?

– He tenido el despacho lleno de libros. No podíamos ni entrar, y los tenía que devolver sin leer para hacer espacio y volverlos a pedir después. Donde he aprendido más, y donde he tenido que leer más ha sido la parte del imperio. Y aquí me ha gustado mucho Henry Kamen. Mucho. Un hombre que ha estado en Barcelona mucho tiempo. De hecho, fuimos vecinos de edificio en el CSIC, en la calle de las ‘Egipcíaques’. Británico que ha vivido mucho tiempo en Cataluña y que también tiene esta visión un poco distante, que hace falta.

 

– Todo historiador tiene su momento ‘eureka’, cuando descubre un aspecto esencial del libro. Un descubrimiento. ¿Cuál es, pues, su momento ‘eureka’?

– La idea de que la crisis crónica de España viene del imperio, ya la había dicho de palabra muchas veces, pero aquí es donde la elaboro por escrito. Si tuviera que decir un autor, sería Juan Linz, de quien encontré un par de artículos perdidos en un libro colectivo. Dice Linz: ‘España logró un éxito limitado en la construcción del Estado y un fracaso en la construcción de la nación’. Y exactamente eso cuento yo en el libro. Quizás este es un momento ‘eureka’.

 

– La tesis es paradójica: el imperio español causa el fracaso del Estado español.

– El imperio español fue una ruina para la corona y para sus habitantes. No había ningún determinismo histórico por el que se tuviera que dar la vuelta al mundo al revés de como se hacía. Y sin medios. El Imperio fueron barcos de vela, espadas, lanzas, caballos. Pero si para enviar un mensaje a las Américas tardaban seis semanas de ida y seis de vuelta, esto ya se ve que no podía funcionar. Y encima, todo el oro y la plata que llegaba de América servía para pagar las deudas. El costo principal es el de oportunidad. Ocupados con el imperio, no se aprovecharon las condiciones para construir una administración moderna, un Estado moderno. Y una nación más unificada. En cambio, Inglaterra y Francia, sí. Ellos primero subordinaron el rey al parlamento, que democratizaron, hicieron la revolución industrial y, cuando ya tenían todo eso, a finales del siglo XIX, comenzaron el imperio. Inglaterra lo hace con barcos de vapor, telégrafo, y ferrocarriles. Todo lo que España no había tenido nunca. Aquí se construyó un imperio sin tener suficiente bases estatales. En la famosa generación del 98, hubo esta sorpresa: mucha gente se dio cuenta de que acababan de perder el imperio americano y que tampoco tenían ni Estado ni nación sólidos. Y esta ha sido la angustia del siglo XX.

 

– Habla de ‘imperio’, ‘nación’ ‘Estado’. Y de ‘democracia’. ¿Qué puntos débiles aparecen en la democracia española?

– La partitocracia. Aquí los partidos políticos son muy pequeños en número de afiliados. Ahora se ha visto con el PP. Y a la vez son terriblemente controladores (la justicia, los medios de comunicación, etc.). Además, son sobreprotegidos legalmente y con subvenciones. La primera debilidad de la democracia, pues, es que todo depende de unas cúpulas de partido que en realidad representan a muy poca gente. El gobierno del PP tenía un tercio de los votos, y el actual del PSOE, menos de un cuarto. En tercer lugar, la justicia partidista. Me he alargado un poco, porque clama al cielo. Y el cuarto tema es la estructura territorial que ha generado competencia y centrifugación. Y en el caso de Cataluña, movimientos por la independencia que muestran que el modelo no era estable y de consenso, sino de competición interna, que ahora ha explotado.

 

– Frase: ‘Las virtudes de la transición son los vicios de ahora’.

– Las virtudes de la transición se han convertido en los vicios de la democracia. La transición tuvo un buen éxito, pero se hizo con negociaciones entre élites políticas improvisadas, que son el origen de los partidos minúsculos que he dicho. Allí se negoció con éxito una situación bastante inédita: una constitución aceptada por casi todos. Ahora, esta vía negociadora entre élites ha continuado siendo la forma en que se toman las decisiones. Mandan las oligarquías y el pacto no es un consenso social real. Y así hemos estado cuarenta años. Y con una distancia creciente entre las oligarquías y la mayoría de los ciudadanos.

 

– ¿Por qué el título? ¿Por qué cree que es la historia de una frustración?

– ‘Frustración ‘no significa’ fracaso’. No digo que España sea un Estado fallido, como Somalia. El problema es que las expectativas siempre han sido muy altas. Era el imperio más grande del mundo. Inédito. De haber creído que el Estado era muy fuerte, y la nación orgullosa y que la democracia sería un ejemplo. Esto se escribió. Y en realidad, ni en el caso del imperio, del Estado o de la nación se han conseguido los objetivos. Por eso hablo de frustración. Expectativas que no se cumplen.

 

– ¿Vivimos en España o vivimos en Castilla?

– Hombre, la España castellana siempre ha sido el 70% del país. Cuando estaba la Corona de Aragón, esta proporción ya existía. Castilla ha sido dominante. Yo digo que Cataluña tiene un problema estructural. El tamaño. Es bastante grande y potente como para que intente liderar España y reformarla pero no lo ha terminado de conseguir. Era fuerte para crear la expectativa, pero no para cumplirla. Pero al mismo tiempo sí es demasiado grande y potente para que la España castellana pueda prescindir de ella. No puede. No puede dejarla que haga por su cuenta. Como hacen, espero no ofender, con los vascos. Es este tamaño incómodo. Por eso digo yo que la solución es Europa.

 

– ¿Por qué?

– Porque hay veintitantos países y regiones y tenemos muchos más socios, colegas, amigos, rivales posibles. Puedes jugar un juego más complejo y salir de esta polarización en el Estado español.

 

– ¿Dónde estaba Josep M. Colomer el 1-O?

– Estaba en Washington con cuatro amigos mirando la TV en Internet, y muy nerviosos. No voté. El 21-D sí voté.

 

– Valóremelo. ¿Cómo lo vivió, como lo vio? ¿Qué conclusiones sacó?

– Muy angustiado. Era el dilema del prisionero, que más gente ha utilizado (yo mismo con el libro de la transición). Y ahora es más famoso. Tanto el gobierno de Cataluña como el gobierno de España habrían sido mejor si hubieran confiado ambos el en el otro. Si se hubiera mantenido la DUI aplazada y se hubieran convocado elecciones. Y si tampoco hubiera habido el 155. El problema es que nadie se fiaba del otro. El gobierno español pensó que la DUI, aunque el Senado frenara el 155, seguiría adelante. Y el gobierno catalán pensó que aunque suspendiera la DUI, el 155 seguiría adelante igualmente. El peor escenario para los dos. Contra el miedo de perder completamente frente al otro tomaron el atajo y llegaron a una situación que ambos querían evitar.

 

– ¿Qué votaría en un referéndum Josep M. Colomer?

– Lo he dicho más veces: si hubiera un referéndum como en Escocia… A mí, me han invitado al parlamento de Escocia a hablar. Y allí conocí a Salmond personalmente. Aquel proyecto era un referéndum pactado con el parlamento británico. Y el plan de Salmond era negociar con la UE que Escocia formara parte de la Unión Europea en un plazo de dos años. Y, mientras tanto, esperar dentro Gran Bretaña. No salir de Gran Bretaña hasta que no entrara en la UE. Está escrito. No estarían nunca fuera de Europa. Si se hiciera un referéndum como éste en Cataluña, yo votaría que sí. No tengo ningún problema en decirlo. Con un referéndum pactado y legal. Ahora, personalmente, creo que ningún gobierno español lo aceptará nunca. En un referéndum pactado saldría el sí, y lo saben. Lo perciben. A diferencia de Escocia. Y, por tanto, ningún gobierno lo aceptará nunca. Y, por tanto, esta hipótesis no es viable. La única de viable es que se encargara Europa. Que fuera la UE quien pactara el referéndum. Sin este pacto, yo lo veo inviable. Pero en fin, aunque pasó a Montenegro. El señor Solana fue el encargado de organizar el referéndum de independencia de Montenegro. Solana, a quien conozco, y que está por aquí, en Washington.

 

– Ah, pues pregúntele si organizaría un referéndum de independencia en Cataluña.

– Ya le aseguro que se lo preguntaré. Yo, lo que quiero decir, es que no es impensable, no es imposible algo así. Quizá en este momento no, con el Brexit, pero con una Europa más asentada no sería imposible. Yo, la única hipótesis que veo viable es esta.

 

– Y mientras el referéndum pactado vía Europa no llega, ¿qué hace el señor Colomer? ¿Votar a la CUP?

– ¡Haha! Ni mis más próximos han sabido qué voto. Encuentro difícil mantener la mirada abiertamente crítica y a la vez ser partidista. Pero vamos, yo les he votado a casi todos.

 

– Le hacía de la órbita socialista. ¿Puede ser?

– He recibido ofertas de ser político profesional de casi todos los partidos políticos.

 

– ¿Lo logrará el independentismo?

– Por la vía unilateral, no hay ninguna salida. La única vía es multilateral. Con un acuerdo con la UE y el Estado español. La UE debería ponerlo en marcha.

VILAWEB