Jordi Graupera: «No pienso convertir las municipales en una cuestión de frentismo nacional»

ELECCIONES MUNICIPALES 2019: ENTREVISTA

El impulsor de las primarias soberanistas, en una entrevista a Nació Digital, asegura que el referéndum y la DUI son ideas «temporalmente quemadas»

«El catalanismo es un vocabulario, una caja de herramientas, pensada para ayudarnos a hacer autocensura en lo importante mientras nos desahogamos con lo simbólico», decía Jordi Graupera (Barcelona, 1981) en la conferencia que pronunció en el Teatro Victoria en marzo. Para superar esta etapa de «decadencia», Graupera ha puesto sobre la mesa unas primarias soberanistas para elegir candidato a la alcaldía de Barcelona. Habitual en medios de comunicación y formado académicamente en Estados Unidos, en esta entrevista con Nació Digital enumera el diagnóstico elaborado sobre la ciudad y también reflexiona sobre el momento político convulso que vive el país después del 1-O, el 27-O y el 21-D.

 

– Las primarias soberanistas que promueve ya suman 30.000 firmas.

– Queríamos saber si había masa crítica. Buscamos voluntarios para la logística y ya tenemos 700, que es una barbaridad si lo comparamos con los participantes en las primarias de los partidos que se han hecho en Barcelona. Tenemos los objetivos cumplidos antes de lo esperado, lo que nos ha generado un poco de crisis de crecimiento.

 

– ¿Cuáles son los próximos pasos de la plataforma?

– La segunda fase es hacer avanzar la campaña de modo que los partidos vayan viendo que esta es la mejor opción para todos, e ir concretando algunas de las ideas que tienen que ver con las primarias. En las próximas semanas haremos dos actos, uno sobre cultura -al mismo invitamos a creadores específicos para que hablen ellos, no nosotros- y uno con los voluntarios. Hemos detectado que la política de la ciudad y el espacio soberanista tienen un problema de cultura política. Nos convierte en un espacio que a veces es acrítico, demasiado folclórico, obsesionado por la unidad, las adhesiones y la lealtad, y se convierte en estéticamente populista o autoritario. Comenzar el diagnóstico por la cutura es la manera correcta de hacerlo. La reconciliación política que necesita la ciudad sólo puede pasar por la profundización de la democracia, no porque alguien renuncie a sus ideas.

 

– Se irán reuniendo con los dirigentes de los partidos en Barcelona.

– Hemos enviado cartas a todos para pedir reuniones formales, explicar el proyecto y ver cómo respiran. Nos hemos visto con Ferran Mascarell, una persona de mucho nivel político que acepta jugar y que representa un espacio ideológico diferente del nuestro. Representa la herencia del maragallismo y del primer masismo, y queremos enfrentarnos a ellos democráticamente.

 

– ¿Esperaba que se sumara a las primarias?

– Sorpresa, no. Alegría, toda. Es una de las personas con más olfato de la política catalana. La reacción que tiene ante el envite de las primeras demuestra tener una nariz finísima. La tradición del maragallismo no es ajena a las primarias.

 

– ¿Trabajan con algún calendario concreto de actuación?

– Llevamos meses trabajando en el borrador del reglamento. El objetivo es que las primarias sean lo más abiertas possble y que sean justas para todos, vengas de un partido o te presentes a título individual. Hemos puesto condiciones, como la celebración de once debates, por lo que necesitas un espacio de tiempo en el que quepan. Al final del proceso no sólo tendremos elegido candidato y alguno de los concejales, sino que tendremos que pactar un programa de mínimos común en una convención o congreso. Hay que ponerse a trabajar en otoño, seguro. Debemos empezar 2019 con esto hecho. Si los partidos nos piden hacer las primarias después de Navidad, ya lo arreglaremos. Somos flexibles.

 

– ¿Cree que el PDECat se acabará sumando?

– No puedo hablar por ellos. Les conviene, es todo lo que puedo decir. De las tres fuerzas y media potencialmente sumables, los que tienen de más a menos incentivos son: Demócratas, el mundo de Carles Puigdemont, el PDECat y ERC.

– ¿El mundo Puigdemont lo ve con más simpatía que la cúpula del PDECat, pues?

– Desde el punto de vista objetivo, me parece que tienen más incentivos que la dirección del partido porque no están incardinados en la cúpula.

 

– Cuando fue a ver al presidente al exilio en Waterloo, ¿le expresó apoyo?

– Me expresó muchísimas cosas que no soy yo quien las ha de expresar públicamente.

 

– La semana pasada, Puigdemont apoyó públicamente a Neus Munté, candidata del PDECat en Barcelona. ¿Le sorprendió, teniendo en cuenta las diferencias estratégicas que condujeron Munté a salir del Gobierno en julio?

– Nunca hemos sabido por qué salió del Gobierno. No especularé. Creo que [el apoyo de Puigdemont a Munté] entra dentro de lo lógico. Era previsible. No interpreto nada más allá de lo habitual en la política de partidos.

– ¿El PDECat y ERC se pueden permitir ir en listas separadas en Barcelona?

– Por supuesto.

– ¿Incluso en un contexto de fragmentación y en un momento en el que irrumpe Manuel Valls como posible candidato de Ciudadanos?

– No siempre ganar las elecciones es tu prioridad. Los partidos, a veces, necesitan restablecer sus espacios, trabajar a largo plazo por fronteras ideológicas que se les han quedado muertas, y eso a veces implica el sacrificio o el riesgo de saber que no estarás en las instituciones el tiempo que quisieras estar. La pregunta diferente es si nos lo podemos permitir los barceloneses. No nos lo podemos permitir no para que no gane Ciudadanos, sino porque no nos podemos permitir seguir permitiendo un espacio político que vive sin ideas nuevas, fagocitando a los independientes que se acercan, que vive quemando etapas e ideas -como el referéndum o la declaración de la independencia-, que renuncia a hablar de las cuestiones de fondo porque esto genera conflictos en el interior de la sagrada unidad. Nuestra cultura política está en franca decadencia.

 

– Al margen de la reflexión general, ¿a nivel electoral cree que suman más las listas separadas o las listas conjuntas? Este es un debate que el soberanismo ha afrontado repetidamente desde que arrancó el proceso catalán.

– Lo que suma más son las buenas ideas, las buenas campañas, las buenas candidaturas y los buenos proyectos. Esto es lo que revienta las costuras. Yo, que no pienso renunciar nunca a ser independentista, aspiro a que un votante potencial de Ciudadanos vea que lo que digo sobre Barcelona es verdad, que es una ciudad que debería estar ocupando un lugar en el espacio global equivalente a una capital, y eso no está pasando. Propongo al soberanismo que se atreva a hacer evidentes sus diferencias a partir de la idea de los proyectos de ciudad, y que convirtamos este choque en una idea que brille. Si eres capaz de religar la relación que hay entre el lugar que ocupa Barcelona en el mundo y la anchura de la acera y los árboles, que todo forma parte del modelo de libertad y de las oportunidades para ser prósperos, eso es lo que revienta las costuras.

 

– ¿Por qué no cuenta con la CUP?

– Siempre hago la misma broma: no soy nadie para decirle a la CUP para decirle que no participe en esto, pero si van separados quizás les vuelva a votar. Tienen dos virtudes: saben decir que no y son anticapitalistas. Barcelona necesita un espacio anticapitalista. Este espacio que es único, al que han renunciado los comunes, se debe preservar.

– Quizás no los quiere sumar por una cuestión ideológica.

– No los quiero sumar por eje ideológico. No porque yo sea de derechas o no sea de derechas.

 

– Como ya le han criticado.

– La gente necesita encasillar a los demás porque si no se sienten inseguros. [No sumar a la CUP] No es por rechazo a su espacio, sino por admiración. Lo quiero fuerte, interactuando.

 

– Si las primarias no triunfan, ¿veremos una candidatura suya a la alcaldía?

– No iré en ninguna candidatura en la que no haya primarias, ni accceptaré que un partido me dé el número tres, o el séptimo [de la lista]. Tampoco haré una candidatura yo, mi, me conmigo con mis amigos. No puedo decir que me presento como alcalde: debo hacerlo con un colectivo dispuesto a arriesgarse con lo que significa esta aventura en cualquiera de los escenarios. A mí no me importa irme a casa. He presentado esta idea porque creo que es necesaria, de manera noble, jugándome la cara y el dinero, sin el cojín de nadie. Si la sociedad catalana o barcelonesa, los partidos o la sociedad mediática rechazan esta idea, no pasa nada.

 

– ¿Y podría ser candidato de Demócratas, que es quien tienemás incentivos para formar parte de estas primarias?

– Su funcionamiento interno ya es por primarias. Colaboramos en la campaña Demócratas por el Sí, pero yo he colaborado con todos los partidos soberanistas, incluida la CUP. Espero que Demócratas elija un candidato para participar en las primarias, no espero ser el candidato de las primarias de Demócratas.

 

– Es crítico con el bagaje de Ada Colau al frente del Ayuntamiento.

– Nuestra mejor virtud es también nuestro principal defecto. En un líder político, la primera cosa a la que renuncia es la cosa que le acaba matando. Renunciaron a los mecanismos de democracia directa y participativa, asumieron que ella era cabeza de lista, pactaron con ICV para tener los derechos electorales. En lugar de aprovechar la fuerza de las 30.000 personas inscritas, prefirieron apostar por la vía del marketing. Renunciarlon a parte de su sustancia a favor de un relato que fuera atractivo, de una narrativa de venta, y todo su mandato se ha visto condicionado por tener que mantener vivo este relato. Cuando eres dependiente del relato, acabas siendo incapaz de explicar a la gente los problemas que hay.

 

– ¿Como el problema del alquiler?

– Hay un problema general de vivienda en la ciudad que es complejo. [Los comunes] Han encontrado el clic, que es una ley que impida las subidas de alquiler, que no depende de ellos, sino del gobierno del Estado. Estoy encantado de entrar en el debate, pero debemos decir la verdad a la gente: es igual quién gobierne en la ciudad. Esto no forma parte de las cosas que el Ayuntamiento puede hacer, ni en Barcelona ni en otras ciudades. Otro ejemplo son los desahucios.

 

– La bandera principal de Colau en campaña.

– Se nos explicó que los desahucios eran un problema de quien gobernaba: mandaba la mafia y había que sacarla para que gobernaran los buenos y eso no pasaría. Pero la cantidad de desahucios se ha mantenido o ha crecido, y cuando te encuentras con esto y te das cuenta que la problemática es compleja, la solución es compleja. Cuando dependes de un relato, no puedes rectificar.

 

– ¿Lo mismo ha ocurrido con el turismo?

– Les ha pasado lo mismo en el sentido de que el turismo en Barcelona no es culpa de nadie. No hay unas personas malas en la ciudad que la están prostituyendo con los turistas. Estamos en un periodo excepcional, y el 90% del turismo se concentra en el 15% de la ciudad. Necesitas distribuir los equipamientos globales en toda Barcelona para esponjar el turismo y que la riqueza que genere llegue a todas partes. Pero es obvio que lo tienes que sustituir: necesitas que la economía de la ciudad no dependa de que haga airico, que haga sol y que condenemos a nuestras jóvenes a tener salario de camarero. Esto no pasa por prohibir el turismo, no hace aparecer la economía que soluciona el problema. Hay un vicio en la política barcelonesa, en casi todos los partidos, que es que hablamos de los problemas de la ciudad como si fueran cosas aisladas, como es el caso del tranvia.

 

– Una cuestión en la que Colau se ha enrocado.

– Parece que pedimos todo el tiempo un debate técnico. La realidad es que las ciudades son seres vivos: si mueves una pieza, se mueven todas las demás. El problema del alquiler, del turismo, del tranvía, de la apertura de la ciudad a Collserola, la ribera fluvial del Besòs… Sólo se puede responder de manera compleja y a partir de visiones de ciudad. Nos quedamos atrapados en el debate de una cosa pequeña, las supermanzanas, otra cosa que Colau ha hecho fatal, porque ha sido ejecutada de manera lamentable. Se debería probar en el corazón del Eixample, no en el Poblenou.

 

– Estas cuestiones, a pesar de que la ciudad sea un organismo vivo, requieren de posicionamientos técnicos para encontrar soluciones.

– No digo que no se debe hablar del apartado técnico. Pero la supermanzana y el tranvía están relacionados con la red ortogonal del autobús, por ejemplo. La lógica te dice que conectar las puntas de la Diagonal al exterior y entre ellas te genera un corredor. Lo único que puedes hacer [con el tranvía] es conectarlo o apostar por otra cosa, como buses eléctricos. Lo que no tiene sentido es dejarlo como está.

 

– Cada alcalde ha tenido algún proyecto emblemático. ¿Usted lo tiene?

– Estoy en contra de la idea de dejar huella. La metáfora de hacer crecer la ciudad se ha terminado, y ahora vamos a conectarla, o a abrirla. En el caso de Collserola, está la Ronda de Dalt, que es como una muralla. Se debe hacer algo. Se pueden encontrar soluciones flexibles, se puede tener la Gran Vía de Dalt (de Arriba). Tenemos que abrir la ciudad al Besòs, para vivir bien, con bulevares, árboles, parques, escuelas y equipamientos de barrio y globales. ¿Son proyectos mastodónticos? No. Un buen alcalde es alguien que se preocupa con la misma pasión por una inversión de cero euros que por una inversión de 500 millones, porque es alguien que ha entendido que la inversión de cero euros y la de 500 millones es la misma.

 

– ¿Se necesitan grandes eventos para mantener la ciudad en el mapa mundial?

– No, no es necesario. Barcelona tiene el liderazgo en congresos y en pasajeros de cruceros del Mediterráneo. ¿París depende de los grandes eventos? ¿Londres? ¿Tel Aviv? No. Barcelona, ​​cuando necesita estos grandes eventos, es por inseguridad.

– ¿Cómo se puede hacer de Barcelona una capital de Estado sin tener un Estado?

– Hace falta una reconcilición entre la ciudad y el resto del territorio. Barcelona ya es el centro de un territorio que comienza con la Gran Barcelona [el área metropolitana], continúa con Terrassa, Sabadell, Reus, Girona, Tarragona y Lleida; continúa con Tolosa (del Languedoc), Perpinyà, Valencia, Castelló y Alacant; continúa con Nápoles, Murcia, Casablanca y Sicilia. Barcelona es la ciudad más importante del Mediterráneo occidental, sólo superada por Estambul y El Cairo. Si articulas bien las alianzas con Nápoles, Génova y Marsella, automáticamente eres una capital, y entras en conflicto con Madrid porque disputas su hegemonía. La única vía de prosperidad de Barcelona es la vía que en un momento u otro le enfrentará con las élites de Madrid que quieren seguir extrayendo la riqueza. Es necesario que en la alcaldía haya alguien a quien le importe este conflicto, este desencuentro. Las dos alternativas que tendremos serán la lenta decadencia de los comunes y la rápida decadencia de Ciudadanos.

 

– ¿El proceso habría ido mejor con un alcalde independentista en los últimos años?

– La respuesta es no. No tengo claro que si Alfred Bosch o Xavier Trias hubieran sido alcaldes, si se habrían dado las condiciones culturales y políticas para que se hubiera hecho algo muy distinto de lo que se ha hecho en Barcelona.

 

– Desde el soberanismo se ha intentado ampliar la base con los comunes. ¿Se ha obtenido algún beneficio palpable de esta seducción?

– Plantearlo en términos de seducción es insultante. Lo exigible es defender tus ideas de manera apasionada delante de gente que piensa diferente que tú, y que después se acerque o no. Lo que es muy catalán, y a mí no me gusta, es adaptar tus ideas a lo que crees que al otro le gusta.

 

– Se ha alcanzado el 47,% de los votos a favor de la independencia.

– Valorar porcentajes como si estuviéramos en condiciones normales es un fraude. No sabemos si hay un 47,5%. Sabemos que hay un 47,5% que en medio de una ola represiva, con gente en la cárcel, con los derechos recortados, los principios democráticos vulnerados, con el derecho a la autodeterminación negado, con la policía en las calles y pegando, la gente ha salido a votar unos partidos que hicieron unas cosas alrededor del 1-O, algunas buenas y otras malas, y que se volvieron a presentar pidiendo unas cosas un poco raras, que no sabíamos exactamente qué querían decir, y después han hecho unas cosas que no sabemos si son coherentes. Hemos entrar a contar unos votos que son deslegitimados por el sistema. Todos los independentistas queremos que haya más. ¿Cómo se hace eso? No se hace apelando al marketing. No se hace travistiéndote. Hay una reconciliación pendiente en la sociedad catalana: estamos muy enfrentados. Esta reconciliación sólo puede pasar por más democracia y no menos. El conflicto se ha exacerbado en el momento en que las vías democráticas han quedado cerradas. En la medida en que haya vías democráticas abiertas, habrá una posibilidad abierta de reconciliación. ¿Qué quiere decir? No sólo un referéndum.

 

– ¿Se ha desperdiciado el capital político del 1-O?

– No sé cómo responder. El problema del 1-O y del 27-O es que se ha quemado la idea del referéndum y la idea de la declaración de independencia. Ideas muy buenas, muy necesarias, de valor universal ambas, y las hemos quemado por bastante tiempo, y no las ha quemado el gobierno español. Quien las ha quemado es nuestro sistema político, que hizo un referéndum sin saber qué pasaría al día siguiente, pensando que no terminaría de pasar, y que hizo una declaración de independencia sin tener pensado qué pasaba después. El capital del 1-O no se ha desperdiciado; no se ha empezado a gastar. Todavía no lo hemos entendido. Hay un serie de tentaciones de folclorizarlo, o instrumentalizarlo para otros fines. En este sentido se ha gastado mal, se ha utilizado mal. Pero lo que ocurrió ese día es un cambio de cultura ganado en el interior de nuestra historia que todavía no hemos digerido. Lo que me preocupa es la mitificación folclórica, que lo convirtamos en el nuevo Once de Septiembre, que sea una forma de expresar el lamento por nuestra falta de libertad en lugar de entender que el 1-O es la negación de esta manera de hacer política de los últimos años. La mejor manera de honrar el 1-O es no mitificarlo.

– Si estas ideas de referéndum y de declaración de la independencia están quemadas…

– Temporalmente.

 

– Si esto es así, en el corto plazo, ¿sobre qué ideas tiene que pivotar la acción de Gobierno?

– No lo sé. El Parlamento ha renunciado a su poder, es un lugar donde no pasarán cosas durante un tiempo.

 

– ¿Cuál debe ser el detonante para que pasen cosas?

– Si lo supiera, plantearía unas primarias al Parlamento de Cataluña.

 

– El presidente de la Generalitat, Quim Torra, decía en el debate de investidura que las municipales también serían muy importantes en clave republicana. ¿Se corre el peligro de que estas elecciones se conviertan en un plebiscito?

– No, si lo puedo evitar.

 

– Por lo tanto, hay que desvincular una cosa de la otra.

– Nada es desvinculable. Lo que yo no pienso hacer es convertir las elecciones municipales en una cuestión de frentismo nacional. No tengo ningún interés en ello. La razón por la que Ciudadanos y los comunes tienen una visión insuficiente, reduccionista y equivocada de la ciudad tiene que ver con su perspectiva sobre el mundo.

 

– Dice que no hará frentismo nacional, pero si Valls es candidato de Ciudadanos será precisamente para llevar el debate hacia aquí.

– Me encantaría que Valls fuera el candidato de una serie de partidos que tienen en común la perspectiva nacional. El modelo de ciudad de provincias francesa, que es el modelo que encarna Valls, es el modelo de ciudad de provincias que España querría para Barcelona. El conoce perfectamente Barcelona. Sabe perfectamente que cuando la ciudad se levanta, París también se despeina. Valls conoce perfectamente la problemática de Barcelona. Para mí eso no es frentismo nacional, es una discusión sobre la ciudad. El problema que representa Barcelona en la Península Ibérica hace emerger parte del discurso nacional uniformizador a la francesa, el intento de convertir Madrid en París, como dice Germà Bel. Que venga Manuel Valls. Es un adversario digno de vencer y es su modelo de ciudad lo que yo estoy cuestionando.

 

– ¿Era mejor ir a elecciones antes de constituir un nuevo Gobierno ?

– He defendido públicamente que sí, lo importante era plantarse. Vamos a un escenario en el que la Generalitat ejecutará el contenido equivalente al del 155, aunque lo levanten, con unos políticos que tendrán el incentivo para explicarnos que todo esto no está pasando. Los políticos independentistas estarán maquillando la recentralización con su presencia. Y esto es porque hemos renunciado. Podías elegir entre ir a una confrontación -elecciones tantas veces como haga falta- e ir a un bloqueo, o hacer un Gobierno resistencialista de verdad, abriendo el conflicto a través de las instituciones. Lo que hemos elegido no es ninguna de las dos cosas. Lo que hemos elegido es ir a las instituciones a ver si podemos hacer República -eufemismo-, si podemos alimentar el tejido asociativo -clientelismo-, decir que lo importante es que los funcionarios no estén a merced de los españoles -frontismo barato-, y la idea de la unidad, que anula el pensamiento crítico. No sólo no solucionamos ninguno de los problemas, no sólo los agravamos, sino que mantenemos y aceleramos una cultura política que nos hace incapaces de solucionarlos.

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