‘Handia’

Al margen de la satisfacción de ser una película vasca en euskara, con dirección y actores vascos, que de por sí ya es motivo de orgullo, detrás hay una obra hasta ahora inédita como es una descripción sociológica del pueblo vasco en su faceta real y sin alusión a los socorridos aspectos folklóricos y autoelogiosos proclamando supuestas virtudes que otros no nos reconocen. Porque el mundo del caserío vasco no es el que mostraron nuestros excelentes pintores o escritores románticos y acríticos: un mundo feliz y sin conflictos más allá de unas profundas creencias tradicionales. En el siglo XIX sufrieron tres guerras en las que el tradicionalismo carlista primaba como principio ideológico a pesar de que ignoraban la utilidad de tener o no un rey, sólo que se iba a morir en el frente, pagar pechas para los gastos de guerra y la ruina del caserío. Los liberales vendían la modernidad, pero a cambio de perder la identidad. La película muestra la realidad del caserío: en él se generan tensiones familiares, una injusta distribución de la riqueza en beneficio de la unidad patrimonial que llevó al pueblo vasco a la emigración con el desarraigo que ello supuso. Tantos sacrificios provocaron el empobrecimiento de las familias y el profundo estímulo del sentido de la justicia del vasco que se inicia de una forma confusa, aunque definiéndose hasta convertirse en la identidad del nacionalismo actual. Que Handia sea la historia novelada de un gigante y lo que rodea no deja de ser un atractivo para el público, aunque muestra que los vascos somos como otros pueblos: tenemos envidia, abusamos de nuestros hermanos y miramos a Madrid, porque allí vendemos con ventaja nuestros productos sin aranceles. Ese es el origen de que nuestros handikis se convirtieran en cipayos del invasor y en los más acérrimos enemigos de los fueros que tanto dolor ha provocado para conservarlos. Es una película valiente y además, la calidad de su factura ha estimulado al público a conocer la intrahistoria que hasta ahora ha estado reservada a eruditos. Su divulgación hará crecer la conciencia de la identidad como pueblo diferente, aunque ni mejor ni peor de los que le rodean.

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