Gibraltar y Ceuta y Melilla

El contraste del anhelo territorial español

La comparación entre Gibraltar y Ceuta y Melilla evidencia modelos contrapuestos de gestión de ultramar entre el Reino Unido y España.

Para Miquel Payeras

Gibraltar , situado al sur de la península Ibérica, bajo soberanía del Reino Unido desde el tratado de Utrecht de 1713 , se ha vuelto poner de actualidad gracias al Brexit . Y, nuevamente, el nacionalismo español se ha exacerbado por clamar contra lo que consideran la única colonia que sobrevive en territorio europeo .


Es cierto que el peñón forma parte desde 1946 de la lista de la ONU de «territorios no autónomos» , tal como se denomina formalmente las colonias reconocidas, un total de 16. Sin embargo, esta consideración no esconde otros hechos . Por ejemplo, que otros lugares que si bien tienen las mismas características geopolíticas e históricas no han sido nunca así definidos. Es el caso, por ejemplo, del comtat del Roselló y de parte de la Cerdanya, en la Cataluña Norte, que fueron anexionados por el reino de Francia, en el tratado de los Pirineos, firmado en 1659. Al contrario de lo que ocurre con Gibraltar, ningún Gobierno español reivindica estos territorios catalanes .


Tampoco la ONU considera colonias Ceuta y Melilla , ciudades situadas en el norte de África, de soberanía española y con aproximadamente la mitad de ambas poblaciones de religión musulmana. Para España son territorios tan propios como Sevilla o Ciudad Real. No obstante, los procesos históricos de ocupación son casi idénticos al del peñón.


La simple comparación entre cómo ve España el estatus del Rosellón-Cerdaña, Gibraltar y Ceuta y Melilla muestra los tejemanejes que hace Madrid a la hora de considerar las tres realidades, históricamente tan parecidas.

Vista de Melilla

Más patente queda aún la discriminación española a la hora de aceptar o no el derecho de autodeterminación. La declaración de 14 de diciembre de 1960 de las Naciones Unidas exige la autodeterminación para los territorios reconocidos como «no autónomos», como instrumento político de descolonizaciónEspaña encuentra, sin embargo, que hay que hacer caso a lo que dice la ONU en cuanto a la catalogación de Gibraltar como colonia, pero no a la forma de descolonizarlo. No quiere ni oír hablar de derecho a la autodeterminación de los gibraltareños, dado que la voluntad de los habitantes de la ciudad es clara. Lo único que quiere es que el territorio vuelva a ser español, aunque legalmente aceptaría lo que en Madrid llaman «cosoberanía». Una aspiración que, cabe decirlo, las autoridades británicas han rechazado siempre.

Gibraltar, el paraíso

Desde hace tiempo, las autoridades y muchos medios de comunicación españoles intentan identificar Gibraltar con un paraíso fiscal como forma de desprestigiar su autonomía política. Las autoridades locales niegan esta consideración y encuentran que desde España se usa injustamente para desprestigiar el sistema económico propio que crece a la velocidad de un cohete. El PIB gibraltareño se incrementó un 50% entre 2011 y 2015, creció el 12% cada uno de los dos años posteriores y la previsión para este año es del 8%. Es el tercer territorio más rico del mundoNo tiene casi paro -45 personas estaban desocupadas el 30 de junio de este año, sobre una población de 32.000 habitantes-, la deuda pública es la más pequeña de la Unión y disfruta de una renta per cápita que este año superará los 73.000 euros .

Fabián Picardo , ministro principal de Gibraltar, suele argumentar que este progreso económico tan intenso, lejos de responder a la consideración de supuesto paraíso fiscal, es fruto de una eficiente política de atracción de empresas. Es cierto que en el peñón  no existen impuestos sobre las importaciones, que no se paga IVA, que no existe el impuesto sobre el patrimonio ni las sucesionesni sobre el tabaco, ni sobre los beneficios de capital. Y es cierto también que el gran número de empresas que se han establecido formalmente (16.800) casi no cabrían si tuvieran que abrir una sede física -el territorio tiene tan sólo 6,8 kilómetros cuadrados, y que si están es porque la fiscalidad es muy favorable -el impuesto de sociedades es del 10% y el IRPF como máximo del 25%-. Desde España se quiere identificar todo el paquete de ventajas para las empresas como las características propias de un paraíso fiscal. ¿Es exactamente así?
El Gobierno gibraltareño se explica a través del sitio web oficial infogibraltar.com: «En los medios de comunicación españoles a menudo se acusa Gibraltar de ser un paraíso fiscal. Quien así lo hace no aporta argumentos. Y lo hace en contra de los criterios de la Unión Europea o la OCDE [a la hora de definir un paraíso fiscal]. La consideración de Gibraltar por parte de España como paraíso fiscal no se sustenta en ninguna base ni documento legal con valor internacional«.

El Gobierno de Picardo parece tener razón en tanto que no hay documentación oficial internacional que tilde Gibraltar de zona «no colaborativa en materia fiscal», que es como, a efectos legales, se conocen los territorios que son considerados paraísos fiscales. Cuando, en 2017, la Unión Europea consensuó una lista negra con todos los lugares que pueden ser considerados, Gibraltar no estaba.

¿Cómo se explica el milagro económico gibraltareño? No es ningún secreto. Su sistema político estable, el hecho de formar parte de Europa y las ventajas fiscales lo convierten en objeto del deseo por parte de miles de empresas internacionales que no necesitan tener sede física y que se dedican, entre otras actividades, a segurosabogacía o a las apuestas online -las más importantes tienen su sede allí-. Y en los últimos años se ha detectado la llegada de sociedades que operan con criptomonedas .

La riqueza de Gibraltar incomoda el discurso del nacionalismo español, molesto por la realidad del contraste con la zona limítrofe, el Campo de Gibraltar. Aquí hay un paro del 32,7%. No puede extrañar que hasta 14.446 españoles residentes en la región trabajen al peñón, según los datos oficiales gibraltareñas a 30 de septiembre de 2018.

Y tampoco puede extrañar, en absoluto, la negativa casi absoluta de los llanitos -gentilicio con el que se conoce popularmente los gibraltareños- a ser españoles. Cuando España empezó a reivindicar la cosoberanía como forma de encontrar una salida a la actual situación, el Gobierno local convocó el 7 de noviembre de 2002 un referéndum con la pregunta «¿Usted aprobaría que Gran Bretaña y España tuvieran que compartir la soberanía sobre Gibraltar?». La participación fue del 90% y el 98,5% de los que votaron lo hicieron negativamente.

El resultado de la consulta prueba que el pueblo de Gibraltar ha desarrollado una fuerte identidad propia a lo largo de los tres siglos transcurridos desde el tratado de Utrecht. Incluso tiene una especie de spanglish propio, el llanito, que ha recopilado -según publicaba hace dos años la BBC– el historiador local Tito Vallejo Smith en su Diccionario Llanito, una mezcla original de palabras inglesas y castellanas. Muy importante es el sentido de pertenencia a la cultura británica y el orgullo que da tener unas instituciones de autogobierno inéditas en todo el resto del Reino Unido por el grado de autonomía de que disfrutan. De hecho, el peñón es soberano en todo excepto en política exterior y defensa .

Como curiosidad, y aparte de los tópicos como la buena meteorología, los monos, el aeropuerto cruzado por una carretera, los túneles, etc., es importante destacar el hecho de que se mantiene vivo el legado hebreo peninsular. En Gibraltar se instalaron, justo después de la ocupación británica, unos 600 judíos que al menos en parte descendían de las familias judías de la península expulsadas por los Reyes Católicos en 1492. De alguna manera mantuvieron viva la presencia hebrea en el territorio. Hoy se estima que viven en el peñón entre 600 y 700 judíos.

Más desconocido es aún que, durante la guerra de Sucesión, concretamente en el mes de agosto de 1704, un batallón formado por 350 catalanes llegó a Gibraltar para luchar codo a codo con los británicos. La playa donde desembarcaron aún se conoce como «la de los catalanes».

La zona fronteriza entre Ceuta y Marruecos

Ceuta y Melilla

Si las autoridades gibraltareñas han sabido crear un paraíso socioeconómico, las de los territorios españoles en el norte de África no han sabido parar la destrucción económica y social que sufren desde hace décadas.

Ceuta tiene una renta por persona de 19.446 euros y Melilla de 17.686. El contraste con la gibraltareña, de 73.300 euros, habla a las claras. La economía de las dos ciudades autónomas es de las más flojas de Europa. Se sustenta, en gran parte, gracias a tener la tasa más alta de funcionarios. Según los datos de 2.017 de la encuesta de población activa, el 56% de los ocupados de Melilla son funcionarios y en el caso de Ceuta el índice es del 52,6%. Compárese con el 15,5% del País Valenciano, El 12,2% de las islas Baleares o el 11% de Cataluña .

Aun así, el desastre económico que sufren las dos ciudades autónomas se manifiesta en las escandalosas cifras de paro: 30,8% en Ceuta, con el 75% entre los menores de 25 años; y 24% en Melilla, con el 55,4% entre los jóvenes. Y ello a pesar de los índices de funcionarios antes referidos, sin los que el paro llegaría a cuotas aún más dramáticas.
La debilidad de la economía de las dos plazas africanas se aviene a la perfección con la ineficacia del sistema de enseñanza, que sufre de lejos el abandono escolar más grave de toda España, con tasas en torno al 40% en Ceuta y del 33% en Melilla .

¿Cuál es la respuesta del Gobierno a la vista de esta situación terrible? La única conocida es la que está prevista en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado, que serán difíciles de aprobar: reducir del 25% actual al 10% los impuestos sobre beneficios de las empresas de apuestas online que se instalen en las dos ciudades autónomas. O sea, hacer competencia con Gibraltar a la hora de captar este tipo de empresas.

La profunda crisis del modelo económico local y la catástrofe educativa han conducido a la separación entre dos sociedades: una, la española; la otra, la magrebí. En Ceuta, el 40% de los 84.000 habitantes son de religión musulmana, y en Melilla lo es el 50% de los 73.000 residentes oficiales. Aunque son más significativos estos otros datos que ofrece el Ministerio de Educación: sólo el 28,5% de los niños en edad escolar obligatoria en Ceuta y el 25,2% en Melilla cursan religión católica como asignatura. Son los índices más bajos, de lejos, de todo el Estado español. Además, tienen los niveles de estudiantes de otra religión -la musulmana- más altos, con diferencia: 53,9% y 53,1%, respectivamente.

Los defensores más radicales de la identidad española de las dos plazas africanas temen por el crecimiento demográfico a base de inmigración, sobre todo, magrebí. Al mismo tiempo, crece el fanatismo religioso como principal eje de identificación de muchos jóvenes marginados. En efecto, de las barriadas de El Príncipe (Ceuta) y La Cañada (Melilla) han salido la mayoría de ciudadanos con pasaporte español que se han ido a luchar con el Estado Islámico en Irak o Siria. En La Cañada, la policía ha detectado la amplia influencia de la secta fanática Takfir wal Hijra, que llama a la yihad contra los infieles, y que tiene como característica diferenciadora el hecho que otorga permiso a sus fieles para no cumplir algunos preceptos religiosos -como no beber alcohol, obligación de rezar, no delinquir…- para pasar desapercibidos entre los cristianos y facilitar la preparación de atentados.

Hace dos años, en diciembre de 2016, el Instituto Elcano se refería en un estudio en el crecimiento demográfico árabe y bereber de Ceuta y Melilla . «Es una amenaza a la estabilidad social y política«, se puede leer. A su entender, este fenómeno » tiene un carácter estructural, por lo que sus efectos se pueden retrasar, pero no evitar«. Asegura que la sociedad española que hasta que hace tres décadas poblaba mayoritariamente las dos plazas africanas hoy ya no existe y que alrededor del 50% de la población es árabe o bereber. «Melilla será muy pronto, si no lo es ya, una ciudad básicamente bereber y árabe, y Ceuta seguirá los mismos pasos«, asegura. Hasta ahora, esta «inquietante realidad» no ha aparecido del todo en el mundo electoral y político, «pero sólo es cuestión de tiempo, porque a estas alturas ya el 24% del voto en Melilla y el 17% en Ceuta va a parar a partidos de ideario musulmán«. Según este instituto de estudios, el futuro de las dos ciudades es «la marroquinización» y, por tanto, España tendrá un «problema muy serio», en cuanto a mantener la soberanía.

Ante este panorama no extraña que la ultraderecha se vaya abriendo camino en un terreno caracterizado por el militarismo más tradicional y por una tendencia política del todo conservadora. Hasta ahora el PP ha encajado esta ideología y ha ganado con comodidad las elecciones. En 2015, con el 45,7% de en Ceuta y con el 43% en Melilla, mientras que en 2011 lo hacía con el 65,1% y el 54%, y en 2007 con el 65,6%, y 56,7% , respectivamente. Pero su hegemonía podría estar en peligro. Cuanto más intensa se percibe la » marroquinización«, más crece la radicalidad españolista. Consciente de la existencia de esta corriente sociológica que le puede favorecer, en los últimos meses VOX ha enviado en varias ocasiones a las dos plazas sus representantes para activar el españolismo más radical, irritado con la política fronteriza del Gobierno actual y también del anterior. Javier Ortega Smith, su secretario general, dijo en Ceuta el pasado verano que «no son inmigrantes, sino jóvenes con preparación militar«, los que fuerzan la entrada por la frontera, y que su objetivo es «poner fin a la españolidad» de los dos territorios. El partido ultra quiere «edificar un muro lo bastante alto que no se pueda saltar » y «cambiar la legislación para que los españoles [en la sanidad, educación …] deban estar antes que nadie».

El contraste entre Ceuta y Melilla y Gibraltar no puede ser más intenso y terrible para las plazas africanas, a pesar del relato que se ha emitido, con fuerza, desde el nacionalismo español más influyente en todo el Estado.