Esto no puede seguir así

Hoy no habrá pleno de investidura, aunque se había anunciado que habría. Con ello, el desconcierto sube un escalón más. El 21 de diciembre parecía muy claro qué harían los tres grupos republicanos tras ganar las elecciones: restaurar el gobierno legítimo y continuar avanzando hacia la República que habíamos votado los ciudadanos. Pero ochenta y un días después tenemos que constatar que no hay nada claro.

Desde el momento en que la parte más sustancial del movimiento independentista ha aceptado que un juez pueda decidir quién es presidente de la Generalitat y quién no lo es, en qué condiciones se puede hacer una sesión parlamentaria y en cuáles no, la pérdida de autonomía del parlamento catalán se evidencia cada vez con más dureza. Primero se renunció a investir a Carles Puigdemont. Ahora se va por el camino de aceptar que Jordi Sánchez tampoco puede ser presidente. ¿Quién será el siguiente? ¿Dónde acabará esta partida desconcertante? ¿Acabaremos poniendo al candidato que Mariano Rajoy, que sólo tiene cuatro diputados en el parlamento, crea conveniente? ¿Y después? ¿Qué hará este candidato? ¿En cada amenaza judicial el gobierno reaccionará aceptando la presión y haciéndola efectiva? Que los parlamentarios de Juntos por Cataluña y ERC hayan aceptado este secuestro de la democracia y de la asamblea parlamentaria que representa al pueblo de Cataluña es una señal muy preocupante del curso que siguen las cosas.

Tras la proclamación de la independencia y la entrada en vigor del 155, mucha gente hemos asistido con una estupefacción contenida pero creciente a una serie de episodios que no entendemos. Procuramos entender que se rindiera la administración y que la independencia no se defendiera. Que el gobierno se fuera al exilio sin intentar hacer válido lo que tanto esfuerzo había costado. Procuramos entender que la misma gente que había votado la República en el parlamento acatara enseguida a los tribunales españoles y se presentara a declarar. Procuramos entender -e incluso disculpar- las declaraciones ante la justicia española, algunas de las cuales nos hacían sonrojar de vergüenza. Procuraramos entender que, incluso en una situación como ésta, se mantuviera la pelea partidista y ser comprensivos con las inevitables tensiones humanas surgidas de un proceso tan poco habitual como el de octubre. Procuramos entender que lo que nos habían dicho que votábamos el 21 de diciembre fuera arrinconado paulatinamente. Nadie habló entonces de ir más despacio y esperar a ser más. Procuramos entender que el presidente no volviera de Bruselas, a pesar de haberlo dicho en la campaña. Procuramos entender que el presidente del parlamento anulara sesión de investidura horas después del pacto para investir a Puigdemont. Procuramos entender que el parlamento ni siquiera intentara investirlo. Procuramos entender las declaraciones y artículos de gente significativa de ERC que sólo se pueden interpretar como una llamada a detenernos o a retroceder. Procuramos entender incluso un acuerdo de gobierno entre Juntos por Cataluña, ERC y la CUP, en el que ni siquiera se menciona la República proclamada, donde de hecho parece que se quiere ocultar que fue proclamada…

Hemos procurado entenderlo todo porque, a pesar de saber que los políticos que proclamaron la República se equivocaron mucho no haciéndola efectiva, valoramos que hayan puesto sus vidas por prenda. Hay que ser muy cínico para no admitir qué precio significan la prisión y el exilio, en cuanto a sacrificio y honradez personal. Ellos lo han pagado -y lo pagan- muy caro. Y es evidente que este hecho nos frena muchas críticas. Pero todo tiene un límite y esto no puede continuar así mucho tiempo más. No podemos continuar en esta dirección de aceptación cada vez más normalizada de la legalidad española y de sumisión a sus tribunales partidistas, una línea que, con la excepción de la CUP y de los exiliados, parece que ahora sea la norma de comportamiento de la clase política independentista catalana. La manifestación de ayer fue, en este sentido -y en varias direcciones-, un toque de atención serio. Espero que el parlamento lo sepa leer a tiempo.

VILAWEB