En las cenizas del museo de Rio: ¿es el cráneo de Luzia?

Rio de Janeiro,-

En un país de pueblos originarios brutalmente desplazados o aniquilados, donde tres millones de esclavos fueron arrancados de sus orígenes africanos, y, en general, donde millones de migrantes internos se vieron forzados por el hambre a abandonar su tierra, la pérdida de la memoria histórica en el incendio del Museo Nacional de Quinta de Boa Vista es una auténtica catástrofe.

Pero apareció un rayo de esperanza en la humeante masa de restos calcinados la semana pasada cuando se encontró un cráneo en medio de las cenizas. Se cree que puede ser el de Luzia, uno de los primeros habitantes humanos del hemisferio occidental del planeta que murió y fue enterrado la zona de Lagoa Santa cerca de Belo Horizonte hace unos 12.000 años..

Luzia –según el nombre que el arqueólogo brasileño Walter Neves dio en 1998 a la mujer de unos 28 años cuyo cráneo representa los primeros asentadores de Sur América- desempeña un papel importante en la conciencia nacional brasileña. No solo porque el hallazgo en 1974, demostró que el homo sapiens llegó al continente americano unos 5000 años antes de los que se había pensado. Hubo otra noticia bomba con el descubrimiento de Luzia. Por las características del cráneo se pudo deducir que era una mujer negra con rasgos parecidos a pueblos originarios africanos y australianos .

Hasta que se encontrase a Luzia, se había pensado que los habitantes originarios de América eran migrantes de Asia que cruzaron el estrecho de Bering entre Siberia y Alaska hace unos 5000 años y migraron hacia el sur. De ahí las similitudes físicas entre los asiáticos y los indígenas americanos. Pero Luzia, y otros cráneos descubiertos en Lagoa Santa, constituyen la prueba de que una ola anterior de migrantes llegó milenios antes y que eran más directamente descendidos de los homo sapiens que abandonaron África hace unos 200.000 años al inicio de la gran diáspora humana.

El descubrimiento tuvo un gran impacto simbólico en un país en el que los afro brasileños tuvieron que luchar por incorporarse a la narrativa nacional más allá del samba. “Luzia creó un icono; dio una cara humana a la prehistoria más temprana de Brasil”, dijo Reinaldo López autor del libro Brasil antes de Cabral, que populariza los últimos descubrimientos arqueólogos. Aunque el pueblo “negro” de Luzia desapreció hace unos 8000 años, se espera que las ultimas pruebas de ADN realizadas con otros esqueletos de Lagoa Santa demuestren que ese tribu se entremezcló con integrantes de las olas posteriores y que se presente en la ADN de brasileños actuales.

El Museo Nacional ha participado también en los esfuerzos de los negros brasileños por recuperar su historia africana más reciente. Puso en marcha en 2016 un programa Brasil ADN África que animó a los afro brasileños a buscar sus orígenes. “La historia de Luzia me emocionó particularmente porque yo encontré en el Museo Nacional mi propio linaje hasta Guinea Bissau colonizada por los portugueses”, afirmó en un articulo la escritora afrobrasileña Flavia Oliveira. Lo cierto es que el Museo nacional, colindante a barrios mas pobres y moreno, era uno de los museos mas populares de Brasil, menos turístico, menos temático que otros, sin arquitectura efectista y presentaciones cosmológicas audiovisuales como el Museo de Mañana de Santiago Calatrava. Este carácter popular del Museo nacional se debe en gran parte a su relación con la universidad pública, que tiene varios centros de investigación en el museo donde se llevan a cabo diversos cursos de posgrado. Ahora en una versión de la doctrina shock de Naomi Klein se intenta desacoplarla gestión de esta universidad en favor del sector privado aunque si este es el único plan para la cultura en Brasil “más vale vendérselo todo a China porque el sector privado siempre ha sido reacio a desempeñar el papel de mecenas en Brasil”, dijo Luiz Fernando Duarte, vice director del museo, en una entrevista. A no ser que sea en “festivales gastronómicos o espectáculos de rock”.

Las clases medias altas no venían mucho al Museo Nacional quizás por miedo a salir de la acomodada zona sur. Hubo mas visitas brasileñas al Louvre parisino que al Museo nacional. Otra ironía: el ministro de cultura del Gobierno privatizador de Michel Temer criticó a Francia por su “enorme intervención estatal” en una entrevista en Epoca tras el desastre, en la que defendía la entrada del sector privado.

El cráneo de Luzia se guardaba dentro de un armario de acero en la tercera planta del museo debido a la falta de dinero para exponerlo. Se exponía una reconstrucción de la cabeza de Luzia que es la que conocen millones de brasileños. La tercera planta cedió en el fuego y otras plantas del edificio le cayeron encima. “Se sabe que a los 500 grados los huesos humanos se calcinan”, dijo el científico Andres Strauss, de la universidad Federal de Rio de Janeiro que gestiona el museo. Se teme que gran parte de la coleccione esqueletos de Lagoa santa habrán sido destruidos. Pero el día después del incendio un bombero encontró un cráneo que, según algunos de los expertos del museo, podría ser el de Luzia. Habrá que hacer otro trabajo arqueológico, para saber si se trata del segundo descubrimiento de Luzia.

LA VANGUARDIA