El independentismo zen

Poco a poco, el independentismo se va alineando en dos bloques más o menos definidos. Con trazo grueso, uno de los polos estaría liderado por Carles Puigdemont y una parte sustancial del Gobierno -Quim Torra y Elsa Artadi incluidos- y la futura estructura de la ‘Crida’, con la CUP no muy lejos. Esquematizándolo, este grupo considera que se volverá a dar un momento insurgente, previsiblemente en torno a las sentencias, que podría permitir un levantamiento popular que -esta vez sí- tendría el apoyo de las instituciones catalanas. Pero este mapa contrasta con la disposición actual de este mismo sector, que lleva gran parte del peso de las negociaciones puramente autonómicas con Madrid. Tampoco hay ninguna variación sustancial en el contexto político ni catalán, ni español, ni europeo que facilite las cosas. Y si Carles Puigdemont no quería sangre sobre su conciencia el pasado mes de octubre, tampoco parece que sería posible ahorrársela dentro de unos meses, en una insurrección masiva como la que se insinúa. Táctica zen, estrategia rupturista. Pero ya tuvimos épica verbal, y no funcionó.

En el otro polo, que reúne a la dirección de ERC y a una parte de las viejas estructuras del PDeCAT, la estrategia es aplazar la independencia hasta que haya una mayoría social muy destacada. La intención, se supone, es que con unos años de buena gestión autonómica se pueda ampliar el electorado independentista hasta que el Estado entienda que es conveniente autorizar un referéndum. Táctica zen, estrategia zen. Una postura de registro bajo que corre el riesgo de, paradójicamente, contraer este espacio electoral si las sentencias son tan duras como las espera el propio Oriol Junqueras y no hay más reacción que el trabajo de la hormiga autonomista en la sanidad y las escuelas.

Dos visiones aparentemente alejadas que, por el contrario, conviven perfectamente a la hora de pactar un Gobierno y repartirse cargos y gestión autonómica. Con una diferencia muy sustancial respecto al pasado. Y es que esta vez hay una cuenta atrás activada, porque las sentencias lo arrasarán todo.

EL MÓN