El independentismo quebequés, entre la regeneración y la derrota en las urnas

El lunes hay elecciones en Quebec, con la perspectiva de los peores resultados de los últimos años para los partidos independentistas

El primero de octubre se realizarán elecciones en Quebec, tras veintitres años desde el último referéndum, un momento en que los partidarios de un Estado independiente tuvieron a tocar la victoria, pero perdieron por un estrecho margen de 54.228 votos (49,42%). Hoy, la situación es muy diferente. Es casi seguro que los partidarios de la independencia sacarán el resultado más bajo de la historia, y se van consolidando alternativas al Partido Quebequés en un espacio donde, históricamente, había habido una formación transversal.

 

La creación de la identidad quebequense

Desde la conquista británica, Quebec ha sido una provincia de Canadá, con una mayoría francófona y un movimiento regionalista conservador, centrado en preservar la identidad de los franceses canadienses en la excolonia británica y Estado de la Commonwealth.

En una sociedad marcada por este conservadurismo, de 1936 a 1959 (salvo en los años de la Segunda Guerra Mundial) gobernó la Unión Nationale, conservadora, fuertemente anticomunista, con tics autoritarios y métodos propios de caciques.

Tras la victoria de los liberales en 1960, comenzó la llamada Revolución Tranquila (1960-66), un proceso de modernización y secularización que trajo cambios políticos -con medidas para corregir el trato que recibían los francófonos en la lengua, la enseñanza y el trabajo- y profundos cambios sociales -en la mentalidad y con una revolución sexual-, lo que fue configurando una identidad quebequense.

Hasta entonces, los anglófonos, además de tener una lengua y una cultura, gozaban de una posición social y económica superior. Las empresas anglófonas o extranjeras controlaban entre el 63% y el 94% de los sectores clave de la economía de Quebec (transportes, mayoristas, industrias, minería, etc.), ocho de cada diez cargos directivos de Montreal eran anglófonos, y un trabajador anglófono ganaba un 50% más que uno francófono.

El gobierno quebequés reorganizó la administración, aprobó nuevos programas de salud y servicios sociales, un sistema escolar moderno, creó instrumentos para intervenir en materia económica, como las nacionalizaciones, y estableció una política cultural y de acción exterior.

El Partido Liberal de Quebec rompió con su referente federal, pero gran parte de la sociedad iba más allá, y en 1967, independentistas y una parte de los liberales más soberanistas formaron el Partido Quebequés.

 

El gran autogobierno que ha neutralizado el soberanismo

El Partido Quebequés empujó el desarrollo del país y dio forma a una identidad quebequense moderna y progresista, con el francés como eje central. Cuando llegó al gobierno, aprobó la Carta de la lengua francesa (1977), que situaba el francés como lengua común y la normalizaba en todos los ámbitos.

Los cambios fueron indiscutibles. Por ejemplo, antes de la ley, el 80% de los inmigrantes en Quebec iban a escuelas en inglés. Hoy, la cifra ha dado la vuelta y el 90% lo hacen en francés. En Canadá, el francés pasó a ser lengua oficial, se podía utilizar en toda la administración, y se garantizaba en las escuelas y otros servicios en las zonas con presencia de francófonos.

La política quebequense pasaba a estar dividida entre soberanistas (Partido Quebequés) y federalistas (Partido Liberal). En este tiempo, el país ha hecho dos referéndums de independencia (1980 y 1995) en los que ha ganado el no, aunque el último fue por muy poca diferencia. El referéndum fue unilateral, el gobierno canadiense no lo pactó, pero participó activamente en la campaña del no y se mantuvo al margen de la cuestión judicial.

Tras décadas de desarrollo, Quebec tiene un amplio poder, autonomía fiscal y la normalización lingüística se ha aplicado en todos los ámbitos (administración, educación, etc.). El país es fuerte económicamente, con un desempleo por debajo del 6%. La mayoría ve la unión con Canadá positiva para la economía, sobre todo teniendo en cuenta que es receptor de transferencias niveladoras: Quebec tiene un PIB por cápita de 29.220 €, inferior al de Canadá (34.310 €).

En el ámbito económico, la desigualdad se ha ido corrigiendo: si en 1961 sólo un 47% de las empresas eran propiedad de francófonos, en 2003 el 63% del trabajo estaba bajo control francófono (y un 24%, anglófono).

En cuanto a la lengua, el 95% de los quebequenses puede tener una conversación en francés, aunque cerca de un 53% de la población es francesa monolingüe (por un 5% anglófonos monolingües). Esto hace que gran parte de la población, particularmente los jóvenes, ya no vea peligrar la supervivencia de la lengua.

En la isla de Montreal, los anglófonos tienen una presencia importante, y buena parte del mundo laboral domina el inglés, pero esto es visto sobre todo como una causa de la globalización, las tecnologías y el hecho de que el principal socio comercial sean EEUU. En cierto modo, limitar este proceso, que es internacional, es visto como una acción de repliegue, y la lengua inglesa significa modernidad y apertura al mundo.

 

¿El fin del independentismo?

Los partidarios de un Estado independiente todavía tienen un peso importante -del 37%, según la última encuesta- pero no suficiente. Los quebequenses están cómodos ahora mismo, y el movimiento independentista necesitaría una verdadera indignación que ahora no existe de manera mayoritaria.

El periodista de La Presse François Cardenal lo compara con la situación catalana: ‘Cataluña ha perdido poderes; en cambio, la provincia de Quebec domina cada vez más áreas de toma de decisiones’, y concluye que ‘la lucha por la independencia ya no es vista como algo por lo que merezca la pena luchar’.

La mayoría de jóvenes considera que el debate sobre el futuro de Quebec ya ha pasado, y el independentismo es visto más bien como un proyecto de los padres y los abuelos, protagonistas de la Revolución Tranquila y la estructuración del país.

La mayoría de jóvenes viven con naturalidad su condición de quebequenses, no quieren la independencia, pero al mismo tiempo se sienten menos canadienses que nunca. Encontramos que los jóvenes francófonos se dividen entre los que se consideran separatistas (27%), los nacionalistas (30%), los que se sienten quebequenses pero quieren continuar en Canadá, y los que se sienten ‘canadienses franceses’ (28%).

Quebec no aprobó nunca la constitución de 1982, cuando todas las provincias aceptaron la nueva ley constitucional a escondidas de Quebec. Aunque las cuestiones económicas, culturales y lingüísticas han perdido fuerza, las reivindicaciones independentistas todavía existen. Como también en la capacidad de negociar los tratados internacionales, como el NAFTA (de libre comercio con México y Estados Unidos), o en la transición energética y la protección del medio (que ahora choca con la federación, entre otros motivos, porque ha comprado el oleoducto Trans Mountain en Alberta).

El Partido Quebequés sitúa la independencia como un objetivo concreto pero no inmediato. La intención es dedicar una primera legislatura a recuperar el país (2018-2022), con una política más social que marque los límites de pertenecer al Canadá. Por ejemplo, propone poner fin a la exportación de petróleo y gas, de ampliar la gestión de pensiones o impedir que las empresas quebequenses las adquieran extranjeros, para que no quiten la sede.

En una segunda legislatura, el objetivo será votar una ley de organización del referéndum y hacerlo entre 2023 y 2026.

 

Un nuevo proyecto soberanista

Todo ello ha debilitado al Partido Quebequés, sobre todo desde el 2003. No tiene relevo generacional y le reprochan que haya mantenido un discurso de protección cultural y lingüística, que retiene al electoral más fiel, el que protagonizó el período entre la Revolución Tranquila y el referéndum de 1995.

El partido atribuyó la derrota del referéndum ‘al dinero y al voto étnico’ y por eso le acusaron de endurecer el tono identitario y de promover un nacionalismo étnico, en contraposición a uno cívico. La propuesta principal durante la última legislatura que gobernó (2012-2014) fue la Carta de valores, que quería prohibir los símbolos religiosos ostentosos al personal del Estado y obligar a descubrirse la cara para dar un servicio o recibirlo. Esto puso en el centro del debate la inmigración.

En este contexto, ha aparecido una alternativa independentista, el partido Québec solidaire (fundado en 2006), claramente escorado a la izquierda, que considera la independencia como una herramienta para alcanzar una situación más progresista y socialmente justa.

El partido ha marcado el perfil ecologista y de izquierdas, con propuestas como prohibir la venta de coches de gasolina a partir de 2030, un salario mínimo de 9,86 €/hora o fijar impuestos para los más ricos y las grandes empresas.

Québec Solidaire descartó una coalición con el Partido Quebequés porque no lo consideraba un vehículo unificador. En cambio, se ha fusionado con Option Nationale (0,73% en 2014), una escisión más independentista y de izquierdas que el PQ, manteniendo el nombre de Québec solidaire.

La formación asumió un gran protagonismo, sobre todo, a partir de las movilizaciones estudiantiles del 2012 contra el incremento de las matrículas universitarias, con una huelga indefinida. La base del partido es similar a la que encabezó la Revolución Tranquila y el comienzo del movimiento independentista: jóvenes, con estudios superiores y francófonos urbanos de Montreal.

En la cuestión nacional, con la referencia catalana, Québec Solidaire opta por una asamblea constituyente que redacte una constitución mediante la participación ciudadana y, a continuación, someterla a la ratificación popular en un referéndum, en el que el sí conllevaría la independencia.

Apoyo electoral por edad. Encuesta IPSOS del 25-9-18.

 

Los datos también muestran el contraste por grupos de edad en el independentismo. Québec Solidaire tiene un gran apoyo entre los más jóvenes (podría ser primera fuerza), aunque en esta franja de edad el independentismo no llega al 50%. Por su parte, el Partido Quebequés mantiene la hegemonía del soberanismo muy mermada, entre los mayores.

Québec Solidaire no es el único partido que ha calado entre los votantes del Partido Quebequés. La Coalition Avenir Québec (Coalición por el Futuro de Quebec, CAQ), creada por un antiguo ministro del Partido Quebequés, ha optado por un discurso centrado en la defensa de la identidad quebequense, pero renunciando a un Estado independiente. Esto le ha acercado a una parte de los votantes, sobre todo los mayores. La formación, con un profundo conservadurismo social, ha hecho hincapié en la identidad y la laicidad, ya que considera que la integración insuficiente de los inmigrantes perjudica la identidad de Quebec.

El partido defiende limitar la inmigración de 50.000 a 40.000 inmigrantes anuales, pero principalmente ha propuesto cambiar el estatus de residente permanente a uno temporal, y que se obligue a hacer un examen de francés a los tres años, el cual, en caso de suspenderlo, los obligaría a irse del país (una competencia que, de momento, depende del gobierno federal).

 

Unas expectativas bajas

Esta vez, la campaña electoral no ha estado centrada en la independencia, sino en la educación, la asistencia sanitaria y, sobre todo, la inmigración. Por primera vez desde la fundación del Partido Quebequés, los dos grandes partidos de la política quebequense podrían sumar menos de un 50% de los votos, en unas elecciones en las que la referencia central ha dejado de ser el soberanismo.

El sistema electoral mayoritario a la británica (‘first past the post’) -en la que el diputado es para el partido que saque más votos, aunque sea un porcentaje bajo- ha sido especialmente perjudicial para el Partido Quebequés.

En las elecciones de 2014, alcanzó sólo un 25,38% de los votos y treinta escaños, veinticuatro menos que en 2012. Ahora podría obtener trece escaños, con una intención del 20%, lo que sería una derrota. La baja intención de voto y el crecimiento de los dos partidos alternativos -el Québec solidaire y la CAQ, que será la principal fuerza entre los francófonos- han hecho perder por todas partes a un partido que está en el centro del espectro político, con un perfil socialdemócrata e independentista.

Por su parte, el Québec solidaire obtendría un 16% de los votos, pero el sistema electoral sólo le da unos ocho escaños (en 2014 obtuvieron tres). La situación ha llevado al Partido Quebequés a proponer cambiar la ley electoral proporcional, para acomodar la pluralidad soberanista.

Proyección de escaños segundas las encuestas de la CBC News.

 

El gran ganador podría ser la Coalición por el Futuro de Quebec, que podría obtener entre 44 y 78 escaños (y un 34% de posibilidades de tener la mayoría absoluta, situada en los 63 escaños). Los liberales podrían obtener 41 escaños (entre 30 y 57), lejos de la mayoría absoluta de las últimas elecciones, pero se situaría como uno de los dos grandes partidos. Québec Solidaire podría obtener entre tres y veinte escaños, y el Partido Quebequés, entre uno y treinta y tres.

El resultado del independentismo no sería extremadamente bajo si sumamos las dos formaciones (36%), pero el sistema electoral dará el peor resultado de la historia, con unos veintiún escaños entre ambas fuerzas.

El descenso del Partido Quebequés podría llegar al punto de quedarse sin diputados en todos los distritos de la Isla de Montreal, donde ha tenido al menos un parlamentario desde la primera campaña electoral de 1970. Como hemos dicho, el movimiento tuvo como base a los jóvenes francófonos de Montreal con altos estudios, y esto hizo que, en las primeras elecciones en las que se presentaron, cinco de los siete escaños obtenidos fueran de la Isla.

Dos de los cinco que obtuvo el Partido Quebequés en 1970 fueron a parar al Québec solidaire en 2014 (cuando sólo logró tres). El crecimiento de Québec Solidaire podría hacer que superase al Partido Quebequés en la ciudad (18% por 13%). Aunque en algunos distritos el CAQ se ha situado en cabeza no hacen augurar nada bueno para el referente histórico del independentismo.

Aunque el Québec solidaire se sitúa seguramente demasiado a la izquierda para ser mayoritario, sus resultados pueden servir para que, después de dos décadas en decadencia, el Partido Quebequés redefina su proyecto.

VILAWEB