El efecto Cambó

El franquismo dejó muchas lacras en el país. Aunque no lo parezca, las peores son las indirectas por reacción. Y una es este progresismo ‘naíf’ y fofo que ha proyectado una gran influencia social durante la Transición. Y si bien encontró toda una sociedad que salía del franquismo especialmente curtida, conviene decir que el país siempre ha tenido tendencia a una cierta demagogia social de carácter popular.

Uno de los vicios que, gracias a estas influencias, ha arraigado fuertemente consiste en sacar de su contexto temporal las acciones de los hombres y de las sociedades del pasado -sobre todo si son catalanes-. Es así como resulta imposible tan siquiera crear una mitología sólida que nos reúna en un lugar común. Debemos soportar este revisionismo «políticamente correcto» de la historia. Exasperante. Recuerdo que, durante la boicoteada celebración del milenario de Cataluña, las tuvimos que oír de todos colores: que si no hacía realmente mil años, que si los almogávares eran unos salvajes, etc. Definitivamente, si Napoleón hubiera sido catalán no contaría con un impresionante mausoleo como el que tiene en los Inválidos de París. Para suerte de todos, sin embargo, Francia no es Cataluña.

Una de las figuras permanentemente aniquiladas por este espíritu retorcido es la de Francesc Cambó. Se le juzga y ataca en aspectos colocados totalmente fuera de contexto histórico. Uno de los últimos, porque está de moda, consiste en decir que se hizo rico en Argentina sin declarar los ingresos y no teniendo en cuenta la fiscalidad. ¿Quieren una animalada de dimensiones más grandes? ¿Alguien puede decirnos quién era el que declaraba a Hacienda antes del posfranquismo? Tampoco importa que prefiriera morir en el exilio antes que volver a la España de Franco. Se le critica ideológicamente porque no se puso automáticamente al lado de la República al declararse la guerra. Últimamente, ya lo denuncié, se ha puesto de moda elogiar el periodo republicano. Perdónenme: la República fue un desastre, un desorden. Y las barbaries cometidas los meses posteriores al 18 de julio aún están por explicar. Parece mentira tanto cerebro infantilizado. El hecho de que los que tomaran el poder posteriormente -de forma ilegal- fueran unos fascistas, no justifica enaltecer un periodo previo absolutamente fracasado y violento.

El caso es que Cambó mantenía, y así lo dejó escrito varias veces, que era mucho mejor para Cataluña que Franco ganara la guerra. Y no por las afinidades que el dictador mantenía con el país, evidentemente, sino porque si ganaban los republicanos Cataluña los contemplaría como amigos cuando, de hecho, tampoco lo eran. Mantenía que la República, a largo plazo, haría desaparecer el país. Por el contrario, el triunfo de Franco significaría tener un enemigo declarado de la nación catalana y, por tanto, pondría en guardia todas la capacidad de resistencia de los catalanes que -este sí es un mérito- son inconmensurables.

Este efecto Cambó ha quedado ampliamente demostrado durante los decenios de la Transición. Pensar que en Madrid eran nuestros amigos nos ha llevado, a pesar de todo lo que se diga, a una disolución y a un empobrecimiento nacionales sin precedentes. La realidad es que la trampa ha sido fenomenal. Cataluña ha pasado de ser la secular primera región económica de España a ser la cuarta. Tenemos una fantástica TV3 que ha hecho una labor ingente, ciertamente, pero nos han rodeado de docenas de canales en castellano que nadie se ocupa de regular lingüísticamente. ¿Hablamos de la prensa en castellano subvencionada desde Madrid? ¿O de un Liceo intervenido por el Ministerio de Cultura con nuestro dinero? Etc.

Me temo que con la llegada del PSOE al gobierno español este progresismo de EGB nuestro cogerá empuje. Hablo de todos los que, durante tantos años, han sido capaces de montar huelgas por la detención de cualquier obrero sudamericano pero que ahora se les ha tenido que empujar para que fueran a visitar a nuestros presos políticos. Todos estos han dejado huella en este electorado semiseco al que le hizo una gracia tremenda que la señora Colau accediera a la alcaldía de Barcelona. Es el que compite para ver quién acapara más inmigrantes sin saber qué hacer con ellos.

El independentismo ha aumentado en los últimos años. ¿Efecto Cambó? Observo, pues, todo este recambio en Madrid con una gran inquietud. Por ahora sólo constato que Cataluña es la autonomía número nueve de la lista alfabética. Y que si bien el PP opta por poner a nuestros presos políticos en cárceles castellanas, el PSOE los pone en prisiones catalanas. ¿Autonomía? ¡Toda! Ahora tenemos suficientes competencias para edificar y gestionar las cárceles donde ellos nos encarcelan.

ARA