Cuestión de perspectiva

Las cosas que se presentan de entrada como más inestables y provisionales son a veces las que duran más. Cuando hicieron rey Juan Carlos, los graciosos de turno le llamaban «el breve». La provisionalidad del Gobierno Sánchez parece aceptada por la mayoria, de manera más o menos entusiasta y explícita. Cada día pasa algo, y lo que se había dicho ayer ya no sirve porque un hecho inesperado lo trastorna, y sobre lo que acabamos de afirmar tenemos casi la certeza de que tiene las horas contadas. Asímismo, Cuando se analizan los hechos de cada día, a menudo las tripas juegan una mala pasada, y la objetividad -o el intento de objetividad- del comentarista es aniquilado por un asalto insoportable al mínimo sentido de moralidad.

En vista de tanta volatilidad -tanta, que hace añorar la liquidez de Bauman-, quizás ilustraria algo el ampliar el ángulo de visión, mirar de dónde venimos para saber hacia dónde vamos. ¿Todo viene de los enredos al Estatuto frustrado de Maragall? Desde el 3%, ¿a partir de dónde -y con un innegable espíritu vengativo- los de ERC optaron por la alianza con los socialistas?

Visto con perspectiva, cada hecho en sí pierde relevancia, y a la vez el conjunto dibuja una figura capaz de explicarlo todo. Cuando todo encaja, busca dónde te estás equivocando, dice el proverbio chino. Hay, ciertamente, cosas que no encajan e incidentes imprevistos, difíciles de explicar fuera de la estupidez de los gobernantes, como la forma en que el PP echó por la borda unas elecciones que tenía ganadas empeñándose en atribuir a ETA el atentado del 11-M. Entre los políticos hay ladrones -en abundancia-, nepotistas, mentirosos -la inmensa mayoría-, e incluso psicópatas, pero es más complicado imaginar que haya idiotas. Salvo, claro, que se ponga el listón lo bastante alto -tampoco sería tanto- para concluir que lo son todos.

Si lo miramos, pues, desde lejos, lo engloba todo una amplia operación recentralizadora, al fin y al cabo liquidadora de las veleidades de autogobierno e incluso de autoadministración de Cataluña, iniciada por Aznar e imperturbablemente continuada por Zapatero y Rajoy, cada uno a su estilo con el mismo propósito. La estrategia es clara y sistemática: obstruir políticas, escatimar recursos, incumplir compromisos, extraer dinero, responder a cualquier demanda con insultos, descalificaciones y con reiteración incrementada de la acción objeto del agravio.

Aparte del resultado avasallador en sí, la estrategia ha tenído otro efecto: la reacción de la mayoría de la población catalana, que, además de empujar al Gobierno y las instituciones a reaccionar, se ha organizado ella misma desde la base: la ANC, Òmnium recuperado en clave política y los CDR. Por supuesto, esto formaba parte del plan español, y ha servido a este para poner en marcha la maquinaria represiva de inequívoca pestilencia franquista que ya conocemos: presos políticos, instituciones liquidadas, exiliados, conculcación de la libertad de expresión.

Estamos más o menos donde la extrema derecha española -que no ha abandonado nunca el poder, ni durante los fraudulentos y pestilentes interludios psoecialistas– había planeado, y en este punto me gustaría equivocarme, Porque visto cómo han actuado encuentro más que plausible que el Gobierno y la justicia española habian previsto las posibles reacciones de los gestores catalanes, pero está clamorosamente claro que los catalanes no se habian imaginado ni remotamente la actuación de los españoles. Y aún peor: que sean incapaces de analizar la situación más allá del propio marco mental, continuan chupandose el dedo sin ver que al otro lado todo está igual.

Volviendo al día a día, no veo ningún detalle que cuestione la hipótesis. Los economistas dicen que la ministra de Economía, Nadia Calviño, ha sido colocada por la UE, de donde hasta ahora era la directora general de presupuestos, y bendecida, entre otros, por la señora Botín. En referencia directa a Cataluña, parece practicarse -digo «parece»- lo que se llama encender una vela a Dios y otra al diablo. Aúnque en términos objetivos, o sea materiales, no haya que esperar nada -tampoco depende de ella-, las formas y las neuronas están garantizadas en el trato con Meritxell Batet, a quien tengo el gusto de conocer. Será la cara angélica; la diabólica -pero muy de cloaca- es Borrell, de una mala leche e inclinación a enredarse en el insulto para juzgar intenciones y personas antes que debatir argumentos que superan la capacidad adjectivadora de este cronista.

Retomando el inicio: la actual provisionalidad, ¿es tal como parece? El gobierno Rajoy se derrumbaba de podredumbre. No estamos ante una alternativa real, estamos en un movimiento autorregenerador de un sistema extractivo e intrínsecamente corrupto. Hasta la próxima.

EL PUNT-AVUI