Clara Ponsatí: ‘No me parece coherente votar la independencia y enseguida acatar la Audiencia’

Entrevista desde el Reino Unido a la exconsejera de Enseñanza

Clara Ponsatí ha dejado Bruselas y se ha instalado en Escocia a comienzos de esta semana, cuando tomó un avión para reincorporarse a la cátedra de Economía en la Universidad de St. Andrews. Las autoridades académicas ya han recibido a la exconsejera de Enseñanza, que ha presentado la dimisión al presidente Puigdemont. Ponsatí recibió a VilaWeb ayer sábado en un lugar indeterminado del Reino Unido para explicar su paso por el gobierno, por qué ha dejado Bruselas, que hará en Escocia, cómo afronta su futuro personal y legal, y cómo ve el actual proceso político. La catedrática Ponsatí, sin embargo, también tiene tiempo para mirar atrás y valorar el 1-O y los días posteriores.

– ¿Por qué ha venido a Escocia?

– Tengo que seguir con mi vida y necesito actividad profesional y modus vivendi. Al mismo tiempo me ha parecido positivo que hubiera una voz de los exiliados catalanes en el Reino Unido. He escrito una carta al presidente Puigdemont en que le explico que renuncio a mi puesto de consejera, que ha sido un periodo muy breve y extraordinariamente intenso, que estoy agradecida de que se me diera confianza y que, a pesar de que todo lo que hemos hecho está pleno de aciertos, también hay limitaciones obvias: Cataluña aún no es independiente. Para mí fue un honor y un privilegio ser la consejera de enseñanza del 1-O. Él me agradece el servicio y me pide que siga disponible para la causa de la libertad de Cataluña. En ello estoy.

– ¿Se siente segura desde un punto de vista legal, en el Reino Unido?

– Al 100% no lo estás nunca. Aquí podría vivir, ciertamente, un proceso como el vivido en Bélgica: arresto policial, declarar ante el juez, ver qué decreta, etc. Y nos podríamos encontrar con un juez que estuviera de acuerdo con Llarena. Poco probable, pero quién sabe. No se puede descartar.

– Quizás una monarquía le salva de otra monarquía.

– Pero quizá dentro de unos días vaya a una república. La vida académica permite viajar mucho.

– ¿Tiene ningún abogado? ¿Cómo encara el aspecto legal?

– He hablado con varios abogados de aquí, sí. Todo dependerá de lo que escriban desde España. Si escriben algo para arrestarme, entonces veremos.

– Hace unos días que se encuentra en Escocia. ¿Qué recibimiento ha tenido en la Universidad de St. Andrews?

– Me valoran a escala profesional y me tienen afecto. Y eso está bien. Y en particular me gustó mucho la frase que usó mi jefa: Clara, estamos muy orgullosos de ti. Está muy bien que las autoridades de la universidad, políticamente independientes, y no especialmente alineados con la independencia de Cataluña, valoren que sus profesores ocupen posiciones importantes y ejerzan liderazgos políticos. Han manifestado apoyo desde los primeros días.

– Los partidos flamencos se han volcado con el presidente Puigdemont. ¿Qué hará el SNP, en Escocia?

– No tendré el impacto que ha tenido la llegada del presidente a Bruselas. Mi perfil es menor. El centro del exilio continuará siendo Bruselas. Al final, soy una persona que vuelvo a dar clase y artículos académicos. Por una parte, podría ser que ellos prefirieran ahorrarse el problema. Pero ya estoy aquí. Soy residente, tengo casa, tengo trabajo, y unos derechos. ¿Que esto podría tener un impacto político? Quizás. Ya veremos. Sólo habrá ocasión de que tenga impacto si la justicia española comete la imprudencia de pedir una orden de arresto. Me parece que sólo les puede perjudicar a ellos. El escenario más probable es que les digan que esto no está justificado.

– Desde Bruselas, ¿cómo ha vivido el proceso en Barcelona?

– Lo veo tan empantanado como se ve desde Barcelona o Londres. Por una parte hay un gran empeño para formar gobierno. Esto tiene dos componentes. El componente natural de recuperar las instituciones y servir al país. Y el otro es que hay una pretensión vana de recuperar la normalidad, que nunca podrá volver. Qué pesa más no está claro. Y las negociaciones para formar gobierno no está claro que hayan puesto el foco en lo que era más importante: cómo mantener la tensión con el Estado español para detener la represión y recuperar la democracia. Es una tarea que tenemos pendiente. Me parece que no puedo dar grandes ideas más allá de compartir la preocupación por la situación de callejón sin salida. Es evidente que, para que Bruselas pueda hacer todo el trabajo, aún necesitamos dar pasos. Y también que se acabe de entender desde Barcelona. Porque parece que todavía no está claro que no se trata sólo de formar un gobierno autonómico. Hay mucha niebla aún al respecto.

– ¿Por qué cree que existe esta niebla?

– En Barcelona la represión se ve de manera diferente a cómo la viven los que nos han represaliado. Los exiliados, como quien dice, hemos atravesado el río. Estamos al otro lado. Y quizás tenemos más libertad de expresión y pensamiento. El chantaje del Tribunal Supremo y el gobierno español sobre la política catalana es muy efectivo en Barcelona, en el Parlamento, y con el comportamiento de algunos altos cargos del gobierno de la Generalitat. En Bruselas este chantaje no nos hace efecto personal. Y entonces existe la tensión entre el deseo de intentar detener la represión y el pensamiento, yo creo que equivocado, de que si volvemos al discurso autonómico, la represión parará. Todavía no hemos entendido que esto es mentira. Aún lo tenemos que acabar de digerir.

– Los del exilio, qué cobardes, comparados con los de la prisión. Más de uno lo dice sin saber que en su momento marcharse de Catalunya parecía inseguro, y quedarse, no tanto.

– Cuando empecé a hablar sobre la posibilidad de marchar, todos los abogados a los que me fui me dijeron que no lo hiciera. Que el sistema de eurooden era automático y que en 24 horas estaría presa. Y hablé con más de uno. Pero un abogado que practica en Londres me lo hizo ver diferente. Tampoco fue muy categórico. Pero sólo fue uno. A finales de agosto ya estaba tomando medidas al respecto y ya sabía que una euroorden en según qué países no era tan automática. No quiero entrar en la discusión de quién es más valiente y quién no. Ahora, a mí no me parece coherente formar parte de un parlamento que proclama la independencia y en menos de 48 horas se acepta la jurisdicción de la Audiencia Nacional. Y con acusaciones que no estaban fundamentadas. A mí eso no me parece coherente. Y lo critico.

– ¿No estaban decididos?

– Teníamos sobredosis de camisetas de colores. Que fueron muy bien, para arrancarlo, pero hubo un momento en que las camisetas se habían de terminar. Y todavía estábamos con la mentalidad de las camisetas. Cada país tiene la historia de la independencia que tiene, y la nuestra aún está por escribir. Seguramente esta es una fase que teníamos que pasar. Sólo podemos pensar eso. cualquier otra cosa sería demasiado derrotista. Hubo unos días, la tarde del 1-O que pensaba que teníamos una oportunidad. Pero no insistiré en quién tenía razón, y discutir sobre la historia es un poco absurdo. El no haberlo hecho del todo, lo podríamos intentarlo justo después del 1-O… Esto lo piensas, pero quizás ni yo ni muchos estábamos lo suficientemente informados. Lo que pasa es que fue duro ver que no se intentaba, y luego ver que quizás no se hacía porque no teníamos las herramientas. Yo aún no he sacado nada en claro. Y no sé cuándo lo sacaremos.

– Pasado hecho. Y ahora, ¿qué hacemos?

– Ahora es una carrera de fondo. Y de resistencia. El Estado español no puede aniquilar a Cataluña. Y su agenda es esta. Que seamos todos españoles. ¿Cómo lo harán? La única manera de satisfacer su agenda es que Barcelona no sea Cataluña, sino España. Y por eso es necesario que los que viven se reconozcan como españoles. Y esto se hace proponiendo un proyecto atractivo. Pero no lo están haciendo. Creo que no pueden. Si lo único que planteas es que hay que ser español porque te lo mando… No lo lograrán. Pero una cosa es que ellos no tengan éxito, y otra que lo consigamos nosotros. Estamos empatados. Pero el dolor está todo en nuestro lado. Ellos no están sufriendo. Sería muy pretencioso saber qué hacer. Creo que hay que aguantar la posición y no sufrir tanto por el día a día por lo que pasa a los despachos de Barcelona. Pero también entiendo que cada uno hace el análisis desde su respectiva posición. Y a mí no me agobia demasiado directamente el…

– …el no tener gobierno

– No. En cambio me angustia bastante que el ‘sottogoverno’ que hemos dejado no está resistiendo como debería resistir. Encuentro que esta reacción colectiva que hemos tenido de querer que parara el dolor de forma muy rápida, que no haya más presos, que hagan lo que sea para salir, todo esto nos está saliendo muy caro. No seré yo quien diga que tiene que haber más presos y exiliados. Pero si no tenemos una cultura de disponibilidad a sufrir… Será una carrera de fondo bastante larga. Tengo la sensación de que debe haber un cierto relevo generacional en los liderazgos. Tampoco conozco al detalle cómo han funcionado los directores generales y secretarios generales. Pero no tengo la sensación de que sean trinchera. De hecho, sin embargo, ni el parlamento de Cataluña ha sido trinchera.

– Y Bruselas, ¿ha sido trinchera?

– Creo que sí, pero jugamos con ventaja: jugamos lejos del fuego. Por lo tanto, si el parlamento no puede hacer cosas porque somos un país ocupado, las deberá hacer otro espacio. Esto me parece que se debería institucionalizar.

– Hay gente que dice que el trozo que falta será echado del gobierno.

– Si pudiéramos entrar para hacer frente, pero como no tenemos las fuerzas… Creo que hay cosas que las tendremos que hacer desde fuera, sí. Los próximos tiempos quizás toca hacer cosas que no serán aceptables desde el régimen autonómico y se deberán hacer fuera.

– ¿La represión hace aflorar cosas que pueden ser destructivas?

– La represión ha hecho aflorar las debilidades de nuestro liderazgo. Y eso es triste, pero no nos podemos esconder a nosotros mismos. Hubiera estado muy bien que el juez Llarena escuchara declaraciones mucho más decididamente en defensa de lo que habían hecho los catalanes el 1-O. Ha escuchado alguna. Y habría tenido que oír alguna más. A mí me hubiera gustado. Y ya entiendo que yo no estaba, allí y por lo tanto… Los grandes liderazgos son los que ante la dificultad verbalizan sus posiciones de forma contundente.

– Y ahora con liderazgos débiles, ¿cómo avanzamos?

– Resistiendo, y dando relevo a nuevas generaciones. Deberá pasar. En nuestras instituciones, que son españolas, tenemos listas cerradas, por ejemplo, que no favorecen nada los relevos y el rendimiento de cuentas ante los ciudadanos. Pero estamos en una situación tan extrema que acabará pasando. El otro día alguien hablaba de la trituradora de la política catalana.

– Suerte de Europa, también.

– Es que es tan delirante eso de Llarena. España podría haber tenido una reacción represiva sin pasarse tanto. Y han optado por cobrar por adelantado las cárceles. Saben y entienden que siguiendo sus reglas no podrían tener a nadie en la cárcel. Por eso se lo están cobrando por adelantado. El escarmiento. Os haremos pasar un escarmiento. Y entonces los presos políticos son un mensaje: vigilad que os puede pasar como a estos. Ahora, esto Europa no puede tolerar que pase en su casa. Pero permite que pase en España. Lo tolera. No mueven un dedo para que esto no ocurra en España, pero otra cosa es dejar que pase en su casa.

– No puedo evitar preguntar sobre la polémica conversación filtrada de Lluís Salvadó.

– Nunca he considerado mis pechos uno de mis méritos. Podrían, eso sí, ser un mérito adicional. Yo ya soy mayor y mis pechos no causan mucho interés. Yo no tengo nada más que decir de este episodio.

– Llegó al gobierno para hacer la independencia, pero también era consejera con ideas sobre enseñanza.

– Me hubiera gustado mucho ser consejera una temporada. Al país le falta grueso intelectual. Ahora ya sé que no podré hacer los cambios. Pero los tenía, sí. Sobre todo en la formación del profesorado: ser más exigentes formando profesores. Pidiendo más nivel. El éxito de los sistemas educativos depende de la calidad humana e intelectual de los profesores. Creo que tenemos unos grupos de profesores con calidad humana excelente. Mérito que no se puede despreciar. Pero aún tenemos que mejorar mucho en otros aspectos. Y creo que esto tiene que ver con cómo el país reconoce el esfuerzo. No es sólo un problema de los maestros. Debemos reconocer la ventaja intelectual y social de ser exigentes con los niños. Están muy preocupados de que los niños sean felices. Muy bien. Pero en cambio no lo estamos demasiado en el hecho de que los niños aprendan a hacer cosas que no les gustan. Porque son por su bien. No es un problema sólo de Cataluña. Como somos una sociedad muy cohesionada, y cohesionadora, que tiene mucha cultura de la integración, y eso es muy bueno, muchas veces nos cuesta, por ejemplo, el no dar oportunidades a las altas capacidades. De no dejar que haya grandes diferencias. Porque nos da mucho miedo la diferencia.

VILAWEB