Clara Ponsatí: ‘Digo sí a la moción de censura para dividirlos’

Entrevista al exconsejera de Enseñanza y profesora de Saint Andrews

La economista Clara Ponsatí, exconsejera de Enseñanza de Cataluña con el gobierno Puigdemont, vive y trabaja en estos momentos en Escocia. Mientras queda pendiente de ver cómo acaba la euroorden del juez Llarena, continúa haciendo investigación en la Universidad de Saint Andrews. Y prepara clases sobre desigualdad que comenzará en septiembre. VilaWeb ha hablado telefónicamente con ella para saber cómo ve su caso y la actualidad política catalana y española. Como siempre, Clara Ponsatí responde de manera directa y sin pelos en la lengua.

 

– Impresiona su abogado, Aamer Anwar. ¿Qué puede decir?

– Es un abogado conocido y que se dedica a casos de impacto público. Gran parte de su estrategia es lo que aquí llaman PR. Estrategia de comunicación. Él lo trabaja mucho. En el despacho, tiene gente que no sale en la televisión, pero que es muy importante. Porque él no actúa dentro del juicio. Dentro del juicio actúan los ‘advocates’, y estos son QC, ‘Queen Counsel’, los abogados de la reina. Son los que se ponen la peluca. Dentro del juicio sólo pueden hablar ellos. Una cosa son los ‘Solicitors’, como Anwar, y otra los ‘advocates’. Los ‘Solicitors’ preparan, hacen la estrategia, hacen de managers del caso. Y los ‘advocates’ defienden el caso ante el juez.

 

– Veo más directos y al ataque a los abogados europeos que a los de casa.

– Seguramente. Los abogados de casa tenían esperanzas de que una actitud más sumisa con el sistema podría dar resultados. Pero ya se ha visto que no. Tenemos interiorizada la forma en que funciona el sistema judicial, y también el político. Afuera hablan de manera mucho más directa, porque dicen las cosas tal como las ven. En casa hay una cultura muy sumisa. El mismo hecho de que haya estas acusaciones tan ridículas de supremacismo y de racismo y que no haya ninguna respuesta contundente…

 

– ¿Eso es carácter latino o cuarenta años de dictadura?

– Son los cuarenta años de dictadura o trescientos años de ocupación. Es un poco de todo.

 

– ¿Tiene contactos con el SNP?

– El SNP de Edimburgo me ha pedido que dé una conferencia. Y la semana entrante el SNP me ha invitado a la conferencia anual. Supongo que me harán hablar en alguna sesión. Y sé que es posible que en el congreso del SNP haya alguna toma de posición, sí.

 

– Pasemos al gobierno catalán. Al final no ha quedado ni un consejero del gobierno Puigdemont. ¿Cómo lo valora?

– No le doy mucha importancia. Cuando el presidente Puigdemont no pudo ser votado en el parlamento porque uno de los grupos decidió no hacer ningún acto que pudiera interpretarse como una desobediencia… Una vez aceptado que esto era así, todo esto que ha pasado después creo que ha sido demasiado largo y demasiado complicado. El gobierno podía haber hecho esto que han hecho esta semana hace tres meses. Los dos intentos de Sánchez, de Turull, la restitución de varios consejeros, todo esto no lo critico, porque tampoco tengo argumentos contundentes para decir que ha sido una tontería, pero tampoco creo que haya sido especialmente productivo. Y creo que nos ha servido para ir perdiendo credibilidad en cada escalón. Cada vez que queríamos subir un escalón y después retrocedíamos, era un escalón de credibilidad que perdíamos. Está el argumento de que lo hacemos para cargarnos de razones. Pero es que ya tenemos razones de sobra. Ahora necesitamos credibilidad. Perdemos más en credibilidad que lo que ganamos en razones.

 

– La gente no tiene ni idea de qué hacer: ni los legitimistas, ni los pragmáticos ni nadie.

– Hay unos que sí ven claro qué hacer. Son los que entienden que la estrategia es aceptar que no podemos hacer nada más sino administrar la autonomía tal como habrá quedado ahora, y durante mucho tiempo. Y sacar los beneficios que esto pueda tener para los que la administran y los administrados. Y esperar tiempos mejores. Hay una estrategia que es esta. Y esta es la estrategia, creo yo, de ERC. Todo lo que escuchamos de Junqueras, de Tardà, siempre va en esta dirección. ¿Hay estrategia alternativa a esta? No. Y es verdad que yo tampoco la sabría explicar. Por lo tanto, los que tienen estrategia tienen ésta. Y los demás no la tenemos. He dicho ERC, pero seguramente el PDCat también, y es posible que esta también sea implícitamente la estrategia del gobierno que acaba de empezar. Aceptar que no sabes qué vas a hacer es muy duro. Lo entiendo, pero no lo comparto.

 

– Pongamos un caso concreto. En la moción de censura. ¿Qué habría hecho Clara Ponsatí?

– Desde el primer momento pensé que había que votar sí. Sabiendo que nadie nos dará nada a cambio. Yo creo que Sánchez propuso esta moción de censura para que no saliera. Y ahora se encontrará que sale.

 

– ¿Moción para expulsar a Rajoy, entonces?

– No. Para expulsar a Rajoy, no. Digo sí a la moción censura para dividirlos a ellos. Eso sí. Si hay algo que se puede hacer para dividir el 155, hagámoslo. Ahora, si no saliera la moción tampoco pasaría nada. ¿Que convocan elecciones? Pues que convoquen elecciones. Me es bastante indiferente. Pero veo ventajas en votar sí. Creo que si ahora hay un cambio de gobierno creará un cierto desconcierto en las estructuras del Estado, y eso nos puede venir bien. También entiendo a los que hacen el argumento de que votar al PSOE no se puede hacer porque nos toman el pelo. Quiero decir que entiendo el argumento del Vicent Partal en el editorial. Mire ahora a Rodríguez Ibarra. Dicen desaguisados y tan tranquilos. Y les parece normal. Es brutal.

 

– O hay República o los exiliados no puede volver. Es así de bestia.

– Creo que desgraciadamente no es así de bestia.

 

– Ah. ¿Amnistía?

– Podría ser que las cosas para nosotros se resolvieran, pero para Cataluña no. No es condición necesaria. Si lo fuera podríamos ser más optimistas respecto de la República. Pero no lo sé. Ahora mismo no se ve la luz ni por un túnel ni por otro. Para el Estado español es más digerible poner las condiciones para que yo pueda circular por Barcelona, que para la República. Ahora, quizá sí que sólo podré volver si existe la República. En ambos casos, lo veo complicado. Los exiliados seremos exiliados tanto tiempo como los presos estén retenidos. Irá muy ligado. Y realmente es indigerible que haya presos durante mucho tiempo más.

 

– ¿Qué le preocupa?

– Lo de la estrategia me preocupa mucho. Todos los que se quejan de que no tenemos estrategia, que nos ayuden a pensar de ella. O que tal vez entiendan que la estrategia es no tener estrategia, ahora mismo. Esta presión para decir qué vas a hacer es un autogol. Entiendo, por otra parte, que esta secuencia, de la no-investidura hasta ayer, pues no ha sido estrategia. Debemos vigilar mucho la credibilidad. Pase lo que pase hoy, sabemos que habrá elecciones en el Parlamento español. Pues pensemos en eso. O pensemos en las elecciones municipales.

 

– He visto que es muy favorable a la idea de Graupera. Primarias independentistas.

– Totalmente. Creo que se debe hacer una sola lista independentista. ¿Y cuál es la manera de hacerla que no sea que se sienten Alfred Bosch y Munté y elijan uno para mí, y uno para ti? Esta. Ahora, no tengo claro que tenga éxito. Al final una de sus principales misiones es repartir trabajo en el sector. No renuncian a eso. A veces no lo consiguen. Pero no renuncian.

 

– La lista unitaria, ¿la haría en toda Cataluña?

– La lista unitaria la haría cada vez que se pueda votar algo. Sí. Siempre. Sin parar. El argumento que necesitamos diversidad básicamente viene a decir que la independencia no nos importa lo suficiente. Yo hablo de listas unitarias en una situación que no se parece nada a la de Escocia. No hablo de partidos únicos del independentismo, como el SNP. No me parece que sea necesario. Si hubiera una sola lista habría un poco de todo. Cuando los catalanes nos presentamos a las elecciones, ahora hasta que haya una República, no nos presentamos para gobernar. Nos presentamos para desarrollar un combate político. Hilar fino si uno cree en la educación pública o concertada, si los tranvías deben ser azules o rojos me parece importante, pero entiendo que es compatible con el hecho de que las elecciones se aprovechen para explicar al mundo que la mayoría de los catalanes quieren la independencia. Y unas elecciones españolas me parecen el momento ideal. ¿Qué más podemos hacer, aparte de usarlas como un plebiscito simbólico, no real. ¿Para qué más sirven? Ahora, tal como van las cosas tengo muy poca fe. Diría que la clase política catalana piensa en otro tripartito. Es muy surrealista decirlo así. Y cuesta entender que estando en prisión se pueda pensar en otro tripartito. Ahora tienes gente en prisión y gente exiliada. Hiciste un referéndum, pero fuiste incapaz de resistir y te han pegado una paliza. Dejémonos de historias. Hemos perdido, volvemos a casa, hacemos ver que no ha pasado nada y pedimos perdón. Esta es una estrategia, pero no la mía. La otra es ‘preparémonos para cada una de las elecciones que vendrán a partir de ahora’. Y no tengamos la pretensión de poder gobernar. No podemos. Y todos los votos de Cs del 21-D haríamos bien en desinflarlos los. Cuesta creer que todo este porcentaje de la población está cómoda con el discurso agresivo y neofalangista, pero existe el peligro de que sea así. Hay trabajo.

 

– Se quiere hacer sin acuerdo y sin violencia.

– Yo soy optimista, a pesar de todo. Si no hacemos el burro, generacionalmente las cosas nos van a favor. La demografía nos va a favor. Pero tenemos que mantener el discurso. Temo la credibilidad, el acomplejamiento. Insisto, la reacción que ha habido con los ataques contra Torra es una muestra de debilidad total. Al fin y al cabo ¿qué pasa? Este señor es un catalán sin complejos. Es eso. Tiene una retórica que a alguna gente le suena un poco ajena, digamos novecentista. Obsesión intelectual perfectamente respetable. Y que todo el ataque se haya centrado en esto denota que no saben dónde escarbar. Nuestra reacción a los ataques contra Torra denota acomplejamiento. Incluso su reacción, con todos los respetos. Él es tan bien educado, tan pulido siempre (y hace muy bien, es un señor), pero yo he echado de menos defensas más encendidas en el caso Torra. O ataques más contundentes contra el abuso de la mentira y la tergiversación. He escuchado demasiadas veces ‘no estoy de acuerdo con lo que dice el presidente Torra, pero…’ Cuando la previa es esta, das credibilidad a los ataques. Torra es un catalán sin complejos y orgulloso de serlo. Y, como tal, es crítico con los españoles. ¿Qué problema hay? Aquí si un escocés critica a los ingleses nadie le llama racista. ¡Ya vale! Es esta tergiversación del lenguaje. Esta maldad. Fíjense que dicen nazis y no dicen franquistas. ¿Por qué será? La ‘raza’, la ‘hispanidad’ ¿Qué problema hay? Y todo eso ¿qué? Todo el mundo que tiene una conciencia nacional, tiene un orgullo. Esto forma parte de la salud mental colectiva. Pues siempre con la reacción acomplejada. Y por eso mi abogado, que es una persona normal, profundamente demócrata, con una trayectoria de defensa encendida de las situaciones injustas, llega a TV3, dice lo que dice y todo el mundo alucina. Pues ya vale de que las cosas normales nos sorprendan.

 

– Hay un punto de justicia poética que en la católica España el abogado que quizás les gane el juicio, sea el señor Anwar, musulmán. Lo digo como ateo.

– Personaje muy curioso. Dice que fue a Barcelona, entró en la catedral y rezó. Musulmán, pero entra en la catedral a rezar. [Se ríe]. Cuando él dice que es musulmán es como decir que yo digo soy católica. Estamos demasiado acostumbrados a pedir permiso y perdón.

VILAWEB