Ciudadanos, un partido supremacista de ultraderecha

Ciudadanos es un partido de extrema derecha, supremacista y ultranacionalista español, que nació empujado por una catalanofobia feroz alrededor de la cual giran los discursos a los que nos tiene acostumbrados. Y digo discursos que, por suerte, esta es la única política que puede hacer, dado que hasta ahora Ciudadanos no ha ganado absolutamente nada. Nada de nada. Y la prueba es que no gobierna. Los partidos se presentan a las elecciones para gobernar, y que no puede hacerlo por más combinaciones que pruebe, es que ha perdido. Esta es la triste realidad de Inés Arrimadas, que es una perdedora que ha encontrado en el supremacismo y en las apariciones en la tele el sentido de su vida. Es un sentido muy desgraciado, ciertamente, pero es el suyo.

Cabe decir, sin embargo, que no está sola. Carlos Carrizosa, portavoz de Ciudadanos en el Parlamento, y Juan Carlos Girauta, diputado al Parlamento Europeo, tienen el mismo objetivo en la vida. Ellos, como Arrimadas, también se dedican a pensar frases que les permitan disfrutar de unos segundos de gloria los Telenotícies de TV3. Viven para eso, porque no pueden hacer nada más. Mentiras, barbaridades, calumnias…, todo vale. Y en este sarta de verbosidad rabiosa encontramos perlas como estas:

  • «La ley prevé la suspensión a los cargos públicos involucrados en actividades que atacan la democracia, como la rebelión y el terrorismo».
  • «El daño que han hecho los magistrados alemanes trasciende el ámbito español. Algún día habrá que estudiar el quién y el porqué de esta canallada».
  • «El independentismo ha tocado fondo y ahora tenemos que ver si caminará por el fondo o si subirá hacia aires más oxigenados».
  • «Cambiar de nombre las calles, como por ejemplo el de la plaza del 1 de octubre, no une la sociedad catalana».
  • «Los separatistas tienen que pedir perdón por todo lo que han hecho en Cataluña».

Como vemos, no importa que los tribunales de países verdaderamente democráticos, como Alemania, Escocia o Bélgica, dejen en ridículo la justicia totalitaria española y se nieguen a entregarle personas inocentes acusadas de delitos inexistentes. Los derechos humanos existen para ser respetados y ningún Estado puede violarlos, como hace España, en beneficio de sus intereses políticos. La «canallada», pues, es que un Estado que viola flagrantemente estos derechos pretenda hacerse pasar por democrático.

Ya hace años que Ciudadanos repite como un loro que el independentismo ha tocado fondo y que está muerto y enterrado. Y, mira por dónde, es justamente Ciudadanos quien mejor demuestra la salud de hierro del independentismo, porque no hay día que no hablen. Toda la energía de Ciudadanos se concentra en atacar alguien que dicen que está muerto. Será que, además de supremacistas, son necrófilos, ¿no?

Con todo, es comprensible que a Ciudadanos no le gusten las plazas que se llaman «Uno de Octubre». El 1 de octubre de 2017, cuerpos paramilitares españoles armados hasta los dientes tomaron las calles y plazas de Cataluña y agredieron de manera salvaje a miles de ciudadanos que hacían cola para votar. Todas las televisiones del planeta mostrar las imágenes y todo el mundo vio la auténtica personalidad fascista del Estado español. Fue un acto de terrorismo. Terrorismo de Estado. No es la víctima quien tiene que pedir perdón al fascista que le agrede, es el fascista quien debería ser juzgado por un tribunal penal internacional y expulsado de la comunidad democrática.