¿Castellano o español?

Yo tengo la costumbre de llamar ‘español’ a la lengua de nuestros vecinos de poniente, y con mucha frecuencia, en Twitter, algunos de mis seguidores me interpela: «¿español o castellano?». Para ahorrarme el dar cada vez la misma respuesta haré aquí un articulito y lo enlazaré cada vez que alguien me pida aclaraciones. Este texto no es para decir a nadie qué tiene que decir, porque cada uno dice lo que quiere. Es una justificación de lo que hago yo. Naturalmente, quien esté de acuerdo, bien, y quien no lo esté, tan amigos como antes.

Yo llamo ‘español’ a la lengua en primer lugar por una razón muy simple: porque prácticamente en todo el mundo le llaman ‘español’, y, como he proclamado muchísimas veces, me gusta seguir las soluciones lingüísticas que siguen las lenguas europeas. Algunos me dicen que el catalán también es una lengua española, lo cual es cierto si clasificamos las lenguas según criterios de fronteras estatales. Con este criterio el catalán es una lengua tan española, como francesa, como italiana como andorrana. Y el occitano sería una lengua tan francesa como española. Pero este criterio clasificatorio no me parece muy estimulante, entre otras razones porque es artificial -tanto como los Estados implicados- y contingente: las fronteras de estos Estados pueden cambiar en cualquier momento. Prefiero ceñirme a la clasificación que aprendí en mis estudios: hay lenguas románicas, germánicas, eslavas, ugrofinesas, etc. Esta es una clasificación más científica y verdaderamente inalterable.

Es evidente que detrás de los dos nombres, ‘castellano’ y ‘español’, hay ideas y posturas políticas. En nuestro país, por detrás de ‘castellano’ hay -aparte de una simple tradición e inercia- quienes desean un Estado español que integre diversas comunidades lingüísticas, y este proyecto es comprensiblemente contradictorio con el nombre de ‘español’. Estos son los que siempre nos dicen que no existe el ‘británico’ o el ‘suizo’. detrás de ‘español’ -en nuestro país, digo, y aparte de una minoría de ultranacionalistas españoles- suele estar el independentismo, o una parte del mismo. Por pura lógica, el independentista típico no se siente español; de otro modo no sería independentista. Y si el independentista quiere salir de España, una vez alcanzada la meta, el nuevo país ya no será España, y la nuestra ya no será una lengua española. No hay ningún problema entonces en llamar ‘español’, como dicen prácticamente en todo el mundo. O de decirlo como avanzada, como afirmación de la voluntad de emancipación.

Esto es en nuestro país. En el país vecino las cosas son diferentes. Es cierto que allí hay una parte de la gente -poca, en realidad- que también desea un Estado que nos integre en un régimen de igualdad, y visto desde esta perspectiva el nombre ‘castellano’ también encaja, mejor que ‘español’. Pero el fondo ideológico dominante en el país vecino es otro, y este fondo ideológico quiere hacer un uso de los dos términos, ‘castellano’ y ‘español’, pero para funciones diferentes: ‘español’ como lengua «propia de todos los españoles», ante los mismos españoles y ante el mundo, y ‘castellano’ como «una de las lenguas españolas», según la fórmula constitucional. Y esto es una emanación terminológica del montaje hecho en 1978, consistente en una subordinación de «las demás lenguas españolas» a la ‘lengua común’ o ‘lengua nacional’. En este montaje, español se opone a francés, inglés, alemán, etc .; y castellano se opone a catalán, gallego, valenciano (¡ay!), etc., y no quieren que salgamos de este juego de oposiciones. De hecho, lo han conseguido: muchos de los que normalmente dicen ‘castellano’, por oposición a ‘catalán’, después sueltan que su vecino alemán habla muy bien el «español». El Estado y sus instrumentos, como la Real Academia, han promovido con afán el nombre ‘español’ para la primera de las dos funciones indicadas antes. Dicha academia hace diccionarios y gramáticas ‘de la lengua española’, y el Estado, a pesar del nombre constitucional de ‘castellano’, no ha aceptado en los usos oficiales de la Unión Europea más que la denominación de ‘español’ o ‘lengua española’. Y yo a este juego no jugaré nunca. Tampoco me esforzaré en combatirlo, porque mis prioridades son otras, más centradas en la misma lengua catalana y en la comunidad que la habla.

Y una última idea para terminar. Última e importantísima. Observamos que en el mundo se llama ‘español’ en todos aquellos países y territorios que no tienen esta lengua como propia. Y se llama ‘castellano’ (junto a ‘español’, ahora esto da igual) sólo en aquellos territorios que la tienen como propia. ¿Aceptaremos que el ‘español’ es una lengua propia de nuestro país? Quizá aquí está el quid de la cuestión. Tenemos una tradición muy arraigada -y difícil, pues de cambiar- de decir ‘castellano’. Aún no ha salido ningún diccionario español-catalán, por ejemplo. Pero los que queremos la emancipación nacional de este país, deberíamos empezar a pensar si no ha llegado ya la hora de cambiar esta tradición.

 

Castellà o espanyol?

RACÓ CATALÀ