Cambio climático: ¿última oportunidad?

Los efectos del cambio climático -aumento de fenómenos extremos, incremento del nivel del mar o descenso del hielo en el Ártico- ya están aquí. Las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el ser humano han elevado aproximadamente un grado centígrado la temperatura global respecto a los niveles preindustriales, según el último informe del grupo de científicos asesores de la ONU en materia de cambio climático, conocido por sus siglas en inglés IPCC. La cuestión ahora es hasta dónde se llegará y qué impactos se están dispuestos a asumir.

Los expertos alertan de que algunos de los impactos futuros pueden ser duraderos e irreversibles, por ejemplo, la pérdida de algunos ecosistemas. Los estragos del calentamiento podrían reducirse si se frena el aumento de temperaturas a 1,5ºC. Pero esta ambiciosa meta requeriría introducir cambios rápidos, de gran alcance, en el modelo energético y económico. Adaptarse y combatir el calentamiento contribuiría, no obstante, a proteger a los más desfavorecidos, a combatir la pobreza y a velar por los objetivos de desarrollo perdurable de la ONU.

El calentamiento provocado por el ser humano está incrementando la temperatura a un ritmo de 0,2ºC por década. El fenómeno está siendo experimentado, según el informe de IPCC, en muchas regiones terrestres, y alcanza valores entre 2 y 3 veces superiores a la media en el Ártico.

Se prevén impactos más acusados en la mayor parte del planeta con un aumento de temperaturas de 2ºC en comparación al escenario de 1,5ºC. Habrá más episodios de calor extremo en amplias zonas del planeta e “incrementos en la frecuencia, intensidad y/o la cantidad de fuertes precipitaciones en varias regiones”, pero no en todas. En cambio, la probabilidad de un aumento de sequías o déficit de precipitaciones merece un nivel de confianza medio (tanto puede darse como que no);y lo mismo ocurre con el riesgo de fuertes precipitaciones asociadas a ciclones tropicales. Sí hay seguridad de que el número de días con calor extremos aumentarán.

La subida del mar sería de entre 0,27 m y 0,77 m para el 2100 (respecto al período 1986-2005) si se contiene el aumento de temperaturas a 1,5ºC. Esto supone una elevación de 0,1 metros menos que en un calentamiento de 2ºC. Con una subida de 1,5ºC y no de 2ºC, habría 10 millones menos de personas expuestas a esos riesgos, apunta el estudio.

Para contener el aumento en 1,5ºC y estabilizar el clima, las emisiones de CO2 que produce el ser humano deberían descender un 45% para el 2030 con relación a las del 2010, y continuar incluso su senda descendente hasta alcanzar un balance neto de cero emisiones para el año 2050.

Cualquier senda para limitar el calentamiento a 1,5ºC requeriría una transición rápida en sectores como la energía, la agricultura, la gestión urbana o las infraestructuras incluidos el transporte y la edificación. Cambios como éstos se han dado en el pasado en sectores específicos, “pero no hay precedentes históricos para la escala que ahora se precisa”, se dice en el último informe de IPCC.

El cambio climático tiene dos imágenes icónicas: el deshielo ártico y la subida del nivel del mar que amenaza la supervivencia de estados isleños, pero también es un riesgo cierto y analizado para la península Ibérica. El nivel del mar va a seguir subiendo bastante entrado el siglo XXII, pero el ritmo y la magnitud depende del nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, vaticina el informe del IPCC: el calentamiento de 1,5ºC reduciría en 0,1 m. esa subida. Parece poca cosa. Sin embargo, los científicos subrayan: “Daría muchas más oportunidades y tiempo para adaptarse a los estados-isla, las zonas costeras y los deltas”.

El informe de los expertos climáticos internacionales no deja lugar a dudas: hay que actuar más rápido y con más ambición para cumplir con el acuerdo de París, aprobado en diciembre de 2015. Sin duda, una de las conclusiones principales de este trabajo científico es que son cada vez más cortos los plazos y requieren de medidas absolutamente necesarias que pasan por transformar profundamente el sector de la energía, la industria, el transporte y la agricultura. Necesitamos una transición rápida hacia una energía 100% renovable, la eliminación definitiva de los combustibles fósiles comenzando por el carbón, reducir las emisiones que provienen de la agricultura y la ganadería, así como aumentar la capacidad de nuestros bosques y cultivos para eliminar el carbono ya en la atmósfera. En paralelo, es necesario cambiar nuestro modelo de vida: contratar energía verde, movernos de forma sostenible, una gestión ecológica de los residuos, etcétera.

No nos queda mucho tiempo. El Estado español no cuenta todavía con una ley de cambio climático, aunque se viene trabajando con intensidad en los últimos meses, después del fiasco del anterior Gobierno del PP en materia climática. Navarra sigue cumpliendo con sus deberes en materia climática, con la Hoja de Ruta de Cambio Climático HCCN-KLINA, aprobada en sesión de Gobierno de 24 de enero de 2018, y sus diversas actividades de concienciación y sensibilización en torno al principal problema ambiental de alcance planetario -la próxima, con las Jornadas Mujeres y Cambio Climático que se celebrarán los días 15 y 16 de octubre en Pamplona-, aunque se deberá de estudiar y reflexionar sobre el último informe de IPCC. Pero la lucha contra el cambio climático es un combate que implica a todas las administraciones, empresas y ciudadanía en general.

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