Basta

Estoy dando botes desde que me he enterado de la acusación de la fiscalía española. Tengo un trabajo de mil demonios y no consigo concentrarme. No es que esperara una absolución, que sé cómo funciona el Estado español y su justicia, pero es eso de que la esperanza nunca se pierde. Y esta vez se han cebado en la venganza, ¡virgen santa! Está claro que todavía hay que ver qué pasa en el juicio, ¿pero hay alguna posibilidad de que los absuelvan a todos y del todo? ¿Y de que les indemnicen (de otro modo es inaceptable)? Además, ¿podemos consentir que encierren a otros acusados ​​y que continúen encarcelados aquellos que ya lo están? ¿Y que vayan o vuelvan a una prisión de Madrid mientras dure el juicio? ¿Y que pasen por la tortura del juicio en unas condiciones intolerables? (*)

Están muy bien los lazos amarillos, las canciones, los comentarios indignados y etcétera. Por supuesto, como complemento. Sin embargo, hay que ser más contundentes. La fuerza de la gente puede ser tremenda y conseguir hacerlo temblar todo, pero me parece que no lo tenemos bastante asumido. ¿Y si se paraliza el país? Se ha de hacer daño, es necesario o la situación en que se encuentra Cataluña se alargará ‘ad infinitum’. No hablo de violencia física (¡aunque tengo unas ganas de dar unos cuantos puñetazos!, espero que el consul no venga a la universidad estos días), sino hacer daño económico. El mundo se rige por la economía, y por tanto la UE, y España. ¿A qué esperamos?

El perverso reino de España nos tiene retenidos a todos, no como están los presos políticos pero en cierto modo sí lo estamos todos, y ya hace más de un año. He visto, escuchado, leído, la tristeza y la indignación de miles y miles de personas, de las que se abusa emocionalmente a través de los presos políticos y exiliados. ¿Recuerdan cómo nos sentimos cuando se llevaban a los dos Jordis en aquella furgoneta policial? Yo no olvidaré la imagen, ni el choque, ni el dolor que me empapó, y que me vuelve a menudo. Ni cómo poco tiempo después se reproducía con el vicepresidente y los consejeros. Ni la tristeza por nuestros exiliados. Y tampoco olvidaré aquel 1 de octubre que nos marcó a todos. Más de un año de represión, de sobresaltos, de gente golpeada, de gente perseguida, de familias rotas por la fuerza de un Estado, de un reino, que tiene mi pueblo con el alma en vilo, atormentándolo un día tras otro.

¡Basta!

DEL BLOG DE SHAUDIN MELGAR-FORASTER

Prou

 

 

Las malas condiciones en las que declararán los presos en el juicio del 1-O

José Casulleras Nualart y José Rexach Fumanya

(*) VILAWEB

 

Jornadas interminables, traslados agotadores y dificultades para los abogados en el juicio que puede empezar el mes de enero

14/10/2018

 

A las cinco de la madrugada se deben levantar. Sin despertador, porque cuando los vengan a buscar a la celda para trasladarlos a la Audiencia española ya deben estar listos para salir. Los esposan y les hacen subir a un furgón de la Guardia Civil sin visión del exterior. Esto hace que cada traslado sea un calvario para algunos de ellos, porque se pueden marear fácilmente. Es aproximadamente una hora de trayecto. Cuando llegan los esposan por la espalda para hacerlos bajar y pasan a ser custodiados por agentes de la policía española, que los conducen hasta los calabozos. A cada preso, le es asignado uno diferente, donde debe esperar el turno para ir a declarar. Les hacen quitar las gafas, la corbata, los papeles, los bolígrafos, los cordones de los zapatos. Y tienen que esperar unas cuantas horas. Cada calabozo tiene unos ocho metros cuadrados, con un banco de obra, un inodoro y un lavamanos. Es un lugar sórdido y sucio, tal como lo describe el consejero Joaquim Forn en el libro ‘Escritos de prisión’ (Enciclopedia). Es un agujero, e incluso se han encontrado restos de heces. Y allí, alguna vez han tenido que esperar cinco horas.

Cuando les toca declarar les hacen salir, esposados otra vez, y los llevan hasta el Tribunal Supremo en un furgón de la policía española. Lo hacen así porque el Supremo no tiene calabozos, porque no es un tribunal para hacer juicios habitualmente, sino más bien algunas vistas públicas sobre recursos. Cuando comparecen ante el juez deben estar concentrados, en tensión, deben dominar la desazón. Meritxell Borràs explica en ’34 días de otoño y uno de primavera’ (Símbolo Editores) que había tenido que tomarse un tranquilizante. ‘Un juicio es lo más parecido a un examen oral. Un juicio es esto’, dice Àlex Solà en VilaWeb, el abogado de Jordi Cuixart. Un examen que deben hacer en unas condiciones lamentables. Quim Forn también lo explica en el libro: «No sé cuántos abogados, jueces y periodistas son conscientes de lo que llegan a suponer estos traslados y en qué condiciones se producen. No sé si sabemos qué significa estar encerrado en un calabozo unas horas antes de que te tomen declaración. No la haces en las mejores condiciones». Los acusados ​​se pueden encontrar en el Supremo cuando uno ha terminado de declarar y otro llega a la sala para empezar. Pero no se les permite hablar entre ellos. Si se quieren saludar, los policías les llaman la atención. Cuando uno ha terminado, hacia los calabozos de nuevo. De comer, un bocadillo de queso o de chorizo incomible.

 

De lunes a viernes, ¿mañana y tarde?

Así es una mañana de traslado de la cárcel al juzgado para declarar. Los presos políticos se han encontrado varias veces a lo largo del año que hace que están en prisión preventiva. Lo recuerdan y lo describen como los peores momentos por los que han tenido que pasar durante todo este tiempo sin libertad. Pronto, cuando previsiblemente en el mes de enero comience el juicio por los hechos de octubre del año pasado, tendrán que volver a pasar por lo mismo. Pero esta vez deberá ser cada día, de lunes a viernes y durante los dos o tres meses que pueda durar el juicio. Los abogados de los presos son los últimos que se enteran de muchos de los detalles. Antes ya hablan los medios de comunicación e incluso el ministro de Justicia español: Rafael Catalá era capaz de adelantarse a las decisiones que tomaba poco después Pablo Llarena. Hace un tiempo también se hace correr en los medios españoles el rumor de que el juicio será no sólo de lunes a viernes, sino también mañana y tarde. Una barbaridad, en un macrojuicio como éste, de un sumario de 140.000 folios, de miles de vídeos y fotos y de más de una quincena de acusados. El poder judicial español quiere ir muy deprisa, y quiere terminarlo en poco tiempo para que no se extienda a la campaña de las elecciones municipales de mayo, por lo que deberá proponer un calendario de sesiones casi inhumano para los acusados.

Si también hay sesión por la tarde, posiblemente habrá un receso de una hora para comer. La semana pasada Jordi Pina, abogado de Jordi Sánchez, Jordi Turull y Josep Rull, comentó en RAC-1 que lo veía así: ‘Nosotros deberemos ir a tomar un menú en el bar de enfrente y ellos comerán en un calabozo de cuatro metros cuadrados un bocadillo de chorizo ​​y un agua. Esto durante dos meses seguidos, cada día. Y cuando suban arriba deberán estar serenos, con los cinco sentidos puestos. No pueden estar agotados, pero los juicios agotan. Estar todos los días desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde en un juicio en el que te piden diez, quince o treinta años de cárcel no es ninguna tontería. No puedes desconectar de ello ni media hora. Ellos han tener las capacidades plenas y tomar notas. Todo ello dificulta la atención que deben tener los presos. Y por eso nosotros dijimos que nuestros clientes estarían en condiciones de igualdad si estaban en libertad’.

El abogado Àlex Solà dice: ‘Si se hacen sesiones de lunes a viernes, mañana y tarde, significa que el traslado de vuelta deberá comenzar a las siete o a las ocho de la tarde, que deberán de llegar hacia las diez o las once a la cárcel, después de la cena’. Hay que tener en cuenta que la vuelta a la prisión madrileña donde se estén mientras dure el juicio se hace en unas condiciones similares a las descritas en el traslado para ir a declarar. Y al día siguiente, vuelta a empezar, habiendo dormido poco, con la tensión del juicio, con las condiciones duras del traslado… Además, para los abogados, preparar un juicio como este, de lunes a viernes y con sesiones de mañana y tarde, es un inconveniente, porque no pueden tener ningún momento, ningún agujero, para poder hablar con los clientes y encarar mejor las jornadas de juicio que queden. Es una vulneración más del derecho de defensa y del de trabajar en igualdad de condiciones con las acusaciones. ‘No sé en qué momento nosotros, los abogados, podríamos hablar con nuestros clientes. Este tipo de juicios largos no se hacen de lunes a viernes, se hacen como mucho de lunes a jueves y suelen dejar el viernes para recuperar tiempo de las cosas que no se hayan podido hacer. Si tú planificas de lunes a viernes, ¿qué puedes hacer como abogado? ‘, dice Solà.

Y la defensa confía que todo ello pueda ser televisado. La decisión dependerá en última instancia del Supremo, aunque no tiene ningún argumento objetivo para justificar que no se emita la señal de televisión. ‘Es imprescindible que sea televisado para que pueda fiscalizar públicamente y todos puedan ver qué pasa’, decía hace unos días uno de los letrados en VilaWeb. Esto puede tener dos efectos. Por un lado, la fiscalización pública de la forma en que se desarrolla. De otra, que todo el mundo pueda acceder directamente a los argumentos de la fiscalía, de la acusación popular, de los abogados defensores y de las alegaciones de los encausados.