Antoni Batista: La sinfonía de la libertad

La Sinfonía de la Libertad, de Antoni Batista, es un libro imprescindible para cualquier espíritu culto. Espléndido recorrido por las relaciones entre la política y la gran música a lo largo de la historia.

La Sinfonía de la Libertad es un libro estimulante, culto, pensado. Antoni Batista ha escrito, posiblemente, el mejor de sus numerosos libros, al menos el que más me ha interesado por su intencionalidad y por contextualizar de forma lúcida las relaciones entre la música, la gran música, y la política.

No es una reflexión improvisada sino el resultado de muchas horas de leer partituras, de tocar el piano y de vivir con intensidad los acontecimientos políticos que cubrió como periodista y como activista. Me parecen lúcidas las relaciones que establece entre la música romántica y los cambios políticos que se produjeron en Europa antes, durante y después de la Revolución Francesa. La fascinación de Beethoven por Napoleón le llevó a escribir la Heroica que llevaba originariamente el título de Napoleón.

Pero el episodio que más me ha cautivado ha sido el que se refiere a Dmitri Shostakóvich y su sinfonía de Leningrado. Coincido con Batista que Shostakóvich es posiblemente el mejor músico del siglo veinte, el que pone solfa a las alegrías de la revolución, a sus fracasos, a las difíciles relaciones que cualquier intelectual pudo tener con Stalin. Batista afirma que “tal vez a Shostakóvich sólo le sobrepasaron Bach, Mozart y Beethoven”.

La sinfonía de la libertad que titula el libro cobró sentido en el sitio de Leningrado, una de las batallas más cruentas de la terrible historia de la guerra. Novecientos días penosos de intentar sobrevivir a los ataques de la artillería y la aviación nazis, y a la hambruna del asedio. Setecientos mil muertos en casi cuatro años en aquella absurda batalla. Una tragedia que describió literariamente y patrióticamente Vasili Grossman en Vida y Destino, posiblemente la mejor literatura sobre la segunda guerra mundial, al igual que Tolstoi reflejó la victoria sobre Napoleón en Guerra y Paz. Rusia es siempre redimida por la literatura.

Fue en Leningrado donde lucharon dos totalitarismos enfrentados y “cuando se enfrentan dos monstruos perece el sueño de la razón que los produce y la humanidad es su peor y mayor daño colateral”. Fue en plena batalla de Leningrado donde los altavoces de la sinfonía de Shostakóvich llegaron con volumen amplificado para neutralizar la artillería y la aviación de Hitler. La música venció a las bombas. La cultura siempre arrasa a la sinrazón.

Shostakóvich fue venerado por Stalin, vilipendiado, perseguido, olvidado hasta renacer con su gran fuerza espiritual y artística venciendo a las fuerzas del mal. Batista recurre a la afirmación del teólogo Karl Barth cuando dice que “cuando los ángeles tocan para ellos, tocan Mozart; cuando tocan para Dios, tocan Bach”. Batista se permite añadir que cuando tocan par el mundo, tocan Beethoven. Está convencionalmente aceptado que estos son los tres grandes gigantes de la música. Pero el cuarto ya no está tan claro. Cada persona tiene su cuarto, que puede rondar estadísticamente en Vivaldi, Händel, Haydn, Schubert, Mahler… Y además, afirma Batista, puede ser cambiante, según momentos de la vida de quien lo elija. Yo elijo a Shostakóvich, proclama. Yo, personalmente, también. Gracias Antoni por haber escrito un libro de altura, culto, fruto del estudio y la observación. Una persona culta no puede dejar de leerlo.

Una afirmación solemne de Batista: “los pianistas rusos tocan con la fuerza suficiente para que les oiga toda Rusia”. Exacto.

http://www.foixblog.com/2018/06/18/la-sinfonia-de-la-libertad/