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«La desobediencia civil, como su nombre indica, la hacen los civiles, no las instituciones, en principio; y la desobediencia es voluntaria

 

12 de octubre de 2018

Como la coyuntura es tan penosa y marca un punto de inflexión que consolidará la ruptura definitiva de las estrategias para la República, por ahora déjenme hacer un excurso hacia una propuesta de diccionario elemental.

Análisis: es lo que hay que compartir, con datos científicos, para determinar fortalezas y amenazas propias y del enemigo. Sin esto no se puede construir estrategia común alguna. La cúpula españolista comparte un análisis: «a por ellos». Los independentistas o republicanos estamos esperando desde hace un año.

Desobediencia civil: La desobediencia civil, como su nombre indica, la hacen los civiles, no las instituciones, en principio. Y la desobediencia es voluntaria. Ningún movimiento de desobediencia histórico se ha basado en reclamar a otras personas o instituciones lo que uno no está dispuesto a hacer.

Diálogo: el diálogo siempre es el objetivo final de cualquier estrategia no violenta. Por eso mismo es erróneo contraponer diálogo y desobediencia. Sin pasos previos de desgaste de un adversario fuerte, éste nunca se sentará a negociar. Si no, que se lo digan a los sindicalistas. O a Ghandi.

Estrategia: es el método y el camino a largo plazo para alcanzar un objetivo. Pero para que la gente la comparta, debe ser clara y diáfana. No se puede hacer ver que se está en una estrategia por la independencia cuando de hecho se está primero por la revolución. O se está por la hegemonía dentro del bloque republicano y no para alcanzar la hegemonía social.

Estado: el Estado debería garantizar derechos y libertades. En Cataluña desde 2010, el Estado vulnera derechos y libertades a los catalanes y por extensión a todo el mundo. La cúpula del Estado es un auténtico enemigo nacional y de clase; y el conflicto inteligente y sostenido con éste, por tierra, mar y aire es lo que haría falta. No sirve ni el apaciguamiento del conflicto, ni la gesticulación insurreccional suicida.

Hegemonía: el término, definido por Gramsci, que significaba dominar el relato entre todas las capas populares. La hegemonía aritmética parlamentaria no es garantía de hegemonía social. Algunos aquí con las prisas, normalmente recién llegados al independentismo, lo olvidan.

Inquisición: es el método histórico de perseguir la disidencia en España. Lo es la actual actuación de los cuerpos policiales y de la fiscalía y los jueces, fabulando relatos falsos para incriminar personas, utilizando falsos testigos o de parte, imputando causas en función de la intencionalidad ideológica o política.

No cooperación: es uno de los instrumentos de las estrategias no violentas, que normalmente se aplican en fases avanzadas del movimiento y que garantiza que segmentos crecientes de la población desconecten del Estado represor. Pretender, una vez más que esto sólo se les puede exigir a quienes ocupan cargos políticos es de una falsedad histórica y de un infantilismo monstruoso. Ninguna de las entidades, incluso las que van de camuflaje, ha presentado una campaña seria de no cooperación, ni siquiera se ha encarrilado el potencial de dos millones de votantes hacia la emancipación de facto.

No violencia: es una estrategia que necesita objetivos factibles, compartibles más allá de los círculos movilizados por el gran objetivo final, con un calendario escalonado de acciones, con dirección que normalmente tiene que dar la cara y no camuflarse, con una gama de actuaciones que vayan desde las estrictamente legales a aquellas que conllevan riesgos de legalidad, que obviamente deben ser voluntarias. Utilizar ‘performances’ no violentas pero dirigirlas a objetivos que dividen la base social que habría que ampliar es todo menos no violencia. Por ejemplo, buscar el cuerpo a cuerpo con Mossos.

Narros y cachorros (‘Nyerros’ y ‘cadells’ -banderizos catalanes): son las partidas de bandoleros enfrentados a finales del siglo XVI, más o menos como ahora. Si esto nos consuela, las banderías catalanas hacían ingobernable Cataluña por parte del Estado. Al poco se inició el único conflicto claramente de secesión hasta la actual: la Guerra de los Segadores.

Pilares o fundamentos del Estado. Sin saber cuáles son, tenerlos bien medidos y determinar por dónde se pueden desgastar, no habrá estrategia ganadora ni insurreccional ni basada en el diálogo.

Táctica: es la adecuación en cada coyuntura de una estrategia a largo plazo. El gran problema actual del independentismo es que una parte de él no se da cuenta de la ruptura de la estrategia seguida hasta octubre pasado y la necesidad de un cambio. Y se limitan a hacer saltitos tácticos de alta gesticulación, en el marco de un carril de vía muerta.

Unilateralidad. La dialéctica unilateralidad-diálogo es absurda. Sin raciones importantes de unilateralidad no llegará nunca al diálogo. Ahora bien, la unilateralidad a la brava tampoco es garantía de nada. Aprendamos del Estado: el gobierno se llena la boca de diálogo, pero los aparatos del Estado continúan arrasando los derechos y libertades. Pues al revés también: el gobierno catalán debe hablar de diálogo, pero la sociedad civil y el micro aparato autonómico deben trabajar constantemente por la emancipación y el desgaste del adversario.

Violencia: es el uso de la fuerza para imponer una doctrina, un pensamiento, un régimen. La violencia estructural es la constante sobre la población catalana por parte del Estado español y en el último año una violencia sucia evidente. Contra un estado violento estructuralmente sólo se puede responder con una no violencia también estructural. Hasta el uno de octubre se siguió una vía democrática tradicional: votos y mandes. El referéndum fue una acción no-violenta pero no enmarcada en ninguna estrategia no violenta de largo recorrido, pactada y asumida por todos los partidos y entidades. De este vacío estamos ahora sufriendo las tristes consecuencias.

Ochenta por ciento: es la base de población que en todas las encuestas se demuestra partidaria de la República, de la autodeterminación pactada y de las libertades para todos, incluida la de los presos. Resumiendo, todas las tácticas y estrategias que vayan destinadas a dividir este bloque no son no-violentas y no llevan a la independencia. Las estrategias y tácticas destinadas a consolidar este bloque y a aumentar la complicidad de sectores ahora dudosos o incluso de electores ahora unionistas, en las luchas compartidas (Òmnium ‘dixit’) son el ABC de la no-violencia.

Por hoy, dejamos aquí.

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