En el centenario de la Independencia de las Repúblicas de Transcaucasia

El comienzo del siglo XX resultó trágico para el Cáucaso. Los tres países de la Transcaucasia (Azerbaiyán, Armenia y Georgia), a la sazón partes integrantes del Imperio ruso, estaban ubicadas en el frente turco durante la Primera Guerra Mundial. Desde 1915 a 1923 tuvo lugar la deportación forzosa y exterminio de 1,5-2 millones de civiles armenios promovida por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano. Por otra parte, la Revolución de Octubre de 1917 desencadenó una serie de acontecimientos en cadena en toda Rusia que constituyeron las causas de muchos de los conflictos actuales en el Cáucaso.

Después de la Revolución de Octubre de 1917 los territorios transcaucásicos rechazaron la abolición del Gobierno provisional ruso con la toma del poder de los bolcheviques, y por tanto, no reconocieron al nuevo Gobierno soviético. La firma del Tratado de Brest-Litovsk el 3 de marzo de 1918 significó la ocupación turca de parte de Armenia y Georgia. Con el objetivo de formar un sólido frente contra Turquía, y faltos de apoyos de los soviéticos, los partidos dominantes de las naciones de Transcaucasia proclamaron la independencia de la República Democrática Federal de Transcaucasia en abril de 1918. ​Las desavenencias entre las tres repúblicas federadas respecto a cómo afrontar la situación acabaron con ella en poco tiempo, por lo que la República Democrática Federal de Transcaucasia duró menos de cinco semanas: Georgia se separó el 26 de mayo de 1918, y dos días después Azerbaiyán y Armenia siguieron su ejemplo.

Una vez conseguida la independencia, todos los estados de Transcaucasia presentaron reclamaciones territoriales entre sí en el período 1918-1920. Armenia y Azerbaiyán discutían sobre Karabaj, Zangezur y Najicheván (después de la “sovietización” Karabaj y Najchiván serán entregados a Azerbaiyán, y Zangezur a Armenia). A fines de 1918, estalló el conflicto georgiano-armenio en la región de Lori. Asimismo, Georgia reivindica la región Zagatala de Azerbaiyán poblado por georgianos Ingiloys, y Azerbaiyán regiones Gardabani de Georgia densamente pobladas por azerbaiyanos étnicos. A su vez, arreciaron los conflictos internos georgiano-abjasio y georgiano-osetio, así como los enfrentamientos entre armenios y azeríes en Armenia y Azerbaiyán. Todas estas confrontaciones tuvieron lugar con la intervención de Turquía y los “poderes centrales”, luego con los países de la Entente. Consecuentemente la vida de estas repúblicas fue corta. La República Democrática de Azerbaiyán duró 23 meses; la primera Armenia republicana 29 meses, siendo Georgia quien sostuvo más su período de independencia durante casi 3 años.

La experiencia política de las bisoñas repúblicas transcaucásicas no se limitó a las disputas fronterizas y a la limpieza étnica, porque hay que considerar que en las condiciones de la formación de nuevas identidades y estados nacionales la democracia usualmente suele coincidir con el nacionalismo sin contradecirlo. Y es así que, gracias a la primera experiencia de la construcción del estado nacional, conceptos tales como parlamentarismo, libertad de expresión y derechos civiles entraron a formar parte del argot político de las 3 repúblicas de Transcaucasia. Y sus líderes, a tal punto valoraron el papel de la educación, considerándola una garantía de libertad e independencia, que inmediatamente inauguraron universidades públicas en Tbilisi, Bakú y Erevan.

Consumada la pérdida de independencia de las repúblicas con la invasión militar de los bolcheviques, el 13 de diciembre de 1922 fue proclamada la República Federal Socialista Soviética de Transcaucasia. La unión federal tuvo lugar no sobre la base del ámbito nacional, sino en los principios político y socioeconómico, logrando combinar eficazmente los recursos naturales, geopolíticos e intelectuales. En este segundo intento de Federación, la Transcaucasia se desarrolló como una única región industrial y económica integrada, multisectorial y equitativa. Y su existencia fue célebre y notoria durante 14 años, desde 1922 hasta 1936. Los resultados fueron importantes porque además de ofrecer salida directa a los dos mares (Caspio y Negro), la Federación constituía potencialmente un núcleo estratégico del transporte y del crédito, así como un centro financiero de primer orden en el cruce de dos continentes y dos mundos. Pero su éxito era observado con recelo tanto por Turquía como por Stalin, para quien todo lo que no estuviera conectado con Moscú y con él personalmente estaba bajo sospecha. En el año 1936, fecha que marca el inicio de las grandes purgas de Stalin, fue disuelta la Federación de Transcaucasia. Pasados los años de Khruschov y Brezhnev, la Perestroika anunciaba en lontananza un tercer posible intento de consolidación federal transcaucásica. Pero ésta no tuvo lugar, ya que los problemas nacionales habían llegado a tal punto de radicalización que los proyectos federalizadores carecían de cualquier tipo de perspectiva.

Desde aquel Mayo de 1918, en que tuvo lugar la última reunión del Seim Transcaucásico anunciándose oficialmente la disolución de la República Democrática Federal de Transcaucasia con la posterior proclamación de independencia de las 3 Repúblicas, han pasado ya 100 años. Ciertamente, la evolución política soviética interrumpió la transformación propia de las primeras repúblicas de Transcaucasia. Y si bien el desarrollo de las naciones-estado en Armenia, Georgia y Azerbaiyán no se detuvo por completo, sí es verdad que cambió a un formato diferente por cuanto fue en el marco del proyecto nacional soviético donde se formaron los atributos de la futura estadidad y, a su vez, donde se definieron las fronteras republicanas transcaucásicas que, a la postre, se convirtieron en las fronteras estatales después del colapso de la URSS. Transcurridos 100 años, y a pesar de que las primeras Repúblicas tuvieron una existencia efímera, significativamente los ecos de ese período todavía se escuchan en la política de los estados de Transcaucasia. Pero, siendo tan fuerte esta conexión de los tiempos, es revelador que Armenia, Georgia y Azerbaiyán reaccionen de manera diferente a estos acontecimientos del pasado. Ante la necesidad de separarse del “maldito pasado soviético”, los nuevos estados independientes de Transcaucasia no siempre están dispuestos a abandonar las configuraciones territoriales que les proporcionaron las autoridades soviéticas, por lo que su reacción diferenciada ante el legado soviético es digna de reseñar.

1-En Georgia el centenario del 26 de Mayo ha sido rememorado con orgullo y alegría contenida. Y no es para menos. La mayoría de los georgianos consideran que la primera república marcó y definió la identidad de Georgia, y en la actualidad continúa dirigiendo su línea política. El estado georgiano independiente fue proclamado el 26 de mayo de 2018 y existió hasta marzo de 1921, cuando el poder en Georgia pasó a manos de los bolcheviques. Se puede decir, sin ningún género de dudas, que Georgia es la que está más radicalmente disociada del pasado soviético. La Constitución de Georgia aprobada en agosto de 1995 tras su independencia, restaura la estadidad de la República Democrática de Georgia de 1918 remarcando que se basa en la Constitución de la primera república, y declara taxativamente que recupera la independencia perdida en 1920. Por lo tanto, se concluye que la actual Georgia moderna es heredera de la ideología y la Constitución de la República Democrática de Georgia proclamada el 26 de Mayo de 1918.

Por otra parte, la liberación del legado de la URSS está simbolizada por otras dos fechas del calendario estatal georgiano: el 9 de abril y el 25 de febrero. El primero de ellos es el Día de la Unidad Nacional que recuerda los trágicos acontecimientos de 1989 ocurridos en Tbilisi con 19 muertos y 200 heridos graves, como resultado de la actuación de las tropas soviéticas del distrito militar de Transcaucasia. Este día se ha vuelto “nuclear” para la historia postsoviética de Georgia. La segunda fecha es el Día de la ocupación soviética, que se celebra el 25 de febrero, día en que la invasión soviética puso fin a la independencia de la primera República. La entrada de Georgia en la URSS fue consecuencia de un hecho violento de conquista militar, no hubo voluntaria entrega ni sovietización pactada. La decisión de celebrar esta fecha, respaldada por unanimidad por el Parlamento de Georgia, ordena al gobierno organizar diversos actos conmemorativos cada 25 de febrero y enarbolar banderas nacionales a media asta para rememorar a los cientos de miles de georgianos víctimas de las represiones políticas de los comunistas durante esas jornadas de invasión y ocupación.

2-En Azerbaiyán la celebración del aniversario se ha visto un tanto ensombrecida por las consecuencias deletéreas de la represión política ejercida por un gobierno semiautoritario y sedicentemente democrático. La actual República de Azerbaiyán, que recuperó su independencia después del colapso de la URSS en 1991, también se considera sucesora y legataria de la primera República Democrática de Azerbaiyán que se proclamó el 28 de Mayo de 1918 y que feneció el 28 de Abril de 1920 con la invasión del ejército rojo. La primera República de Azerbaiyán independiente fue declarada como república democrática, con vocación de establecer relaciones de buena vecindad con todos los miembros de la comunidad internacional y, en particular, con los pueblos y estados vecinos. De acuerdo con la Declaración de Independencia, se garantizan los derechos civiles y políticos a todos los ciudadanos, sin distinción de nacionalidad, religión, condición social y género; por primera vez en el mundo musulmán se reconoce el sufragio femenino.

Sin embargo, en la actualidad existe una opinión, cada vez más extendida entre los azerbayanos, de que los valores ideológicos de libertad y democracia de la primera república aún no han triunfado. Y es que la dinastía Aliyev, que rige desde el inicio los destinos de la nueva República, ha implantado un régimen estable de “sultanismo semiautoritario” que ha alcanzado, gracias al petróleo, altas cotas de prosperidad económica a la vez que la oposición ha sido duramente reprimida y la corrupción se ha extendido por todo el país. En tanto las fechas del 10 de mayo (cumpleaños de Heydar Aliyev) y 15 de junio (día de salvación nacional, es decir, el retorno de Heydar Aliyev para dirigir el país) son festivos con celebración de conciertos, fuegos artificiales…, el 28 de mayo es celebrado más como día de descanso que como fiesta nacional propiamente dicha. La familia gobernante, comprometida con los métodos monárquicos de administración, intenta de todas las maneras posibles menospreciar el papel de los fundadores de la República Democrática de Azerbaiyán, que abogaron por los ideales y valores republicanos. De este modo, es explicable que el obelisco instalado en mayo de 2007 y construido de granito y mármol blanco, donde está grabada en letras árabes y latinas la “Declaración de la Independencia” adoptada el 28 de mayo de 1918, se haya colocado en un callejón escondido de difícil localización.

3-En Armenia la conmemoración del 28 de Mayo ha suscitado menos atención que en años anteriores, debido al actual clima de crispación y agitación política que viven los armenios. Es significativo que, para la actual élite armenia, el día 28 de Mayo fiesta de la independencia de la primera República de Armenia, pase de puntillas y un tanto inadvertida. Según su parecer, Armenia declaró formalmente su independencia el 21 de Septiembre de 1991, día en que se realizó un referéndum sobre la liberación de la URSS que tuvo lugar en todo el país. De tal modo que Armenia, a diferencia de sus vecinos transcaucásicos, se convirtió en la única república de la antigua “familia fraterna de pueblos” que abandonó la URSS de conformidad con el procedimiento legal de salida adoptado en ella. Así pues, la élite armenia no considera actualmente que la primera República de Armenia de 1918 constituya una “edad de oro”, cuya conexión debiera enfatizarse y recordarse. Antes bien, estima que los temas de la crítica histórica en Armenia están más relacionados con Turquía que con Rusia. Lo cual es entendible por el genocidio que los turcos cometieron con los armenios, que se caracterizó en primer lugar por la brutalidad en las masacres y, en segundo lugar por la utilización de marchas forzadas con las deportaciones en condiciones extremas, que generalmente llevaba a la muerte a muchos de los deportados. Armenia, pues, celebra el 24 de Abril como el día en recuerdo del genocidio, en homenaje a los armenios asesinados por los turcos en 1915-1916.

También a este respecto es digno de mencionar la rememoración que los armenios hacen del tratado de Kars de 1921, que estableció las fronteras contemporáneas entre Turquía y los estados del Cáucaso Sur y en el que Armenia perdió alrededor de la mitad de su territorio en beneficio de Turquía. La URSS intentó anular el Tratado de Kars y recuperar el territorio perdido. Las reclamaciones soviéticas fueron presentadas por los armenios a los líderes de los Aliados de la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, la oposición vino del líder británico Winston Churchill quien objetó a estas reclamaciones territoriales. Al final, la URSS no presionó más a Turquía. En la actualidad el gobierno de Armenia no ha tenido ningún problema con la validez del Tratado de Kars, ya que respeta todos los acuerdos heredados de la URSS. Efectivamente, en el actual contexto del acercamiento entre Moscú y Ankara, el temor al “gran problema” de las principales potencias detrás de Armenia sigue siendo un elemento importante de la memoria histórica y de la política actual.

Por lo tanto, dos de los tres estados del Cáucaso (Georgia y Azerbaiyán) se proclaman sucesores de las Repúblicas Democráticas de Georgia y Azerbaiyán. A diferencia de los países vecinos que rompen con el pasado heredado de la URSS, el actual Estado armenio piensa más que su actual estado es continuador de la RSS de Armenia, es decir, forma parte integral de la “genealogía” de la Armenia postsoviética. No obstante, en las celebraciones de este centenario en las tres Repúblicas sobrevoló la idea del proyecto confederal trascaucásico. Es evidente que el sur del Cáucaso es una macro-región única desde Sukhum hasta Bakú, desde el Mar Negro hasta el Mar Caspio. La creación de esta macro-región única impulsaría la relación entre los pueblos en una dirección positiva, que fundamentada en los principios de los “derechos de los pueblos” lograrían una solución más racional, humana y democrática a los actuales problemas inter-étnicos que los agobian (Nagorno-Karabaj, Abjasia, Osetia del Sur), a la vez que harían cambiar las estrategias de las potencias gran-nacionales. La construcción de una futura Confederación Transcaucásica que prescinda de los consejos y las “quinta columnas” de las grandes potencias, y fundamentada en los principios democráticos y en “los derechos de los pueblos” se convertiría, pues, en una parte importante del gran proyecto de integración de la Gran Eurasia. En todo caso, y aún teniendo como referente este horizonte utópico de reflexión, es relevante la importancia que tiene, cien años después, la experiencia de la primera estadidad nacional en estos países de Transcaucasia, que buscan en el pasado una explicación de su presente al encuentro de un futuro que necesariamente tendrá que ser compartido.