El nacionalismo español recupera a los “conquistadores”

Desde hace ya algún tiempo las librerías del Estado español se han llenado de libros de historia que legitiman el colonialismo español o glorifican la expansión española por Flandes. Algunos de estos libros se han convertido en grandes éxitos de ventas. Por este motivo se ha querido preguntar a algunos especialistas en historia colonial española qué valoración hacen de este tipo de libros y de su éxito editorial.

Desembarque de Colón. Dióscoro Puebla. Museo del Prado.

Pervivencia del franquismo

Gonzalo Álvarez-Chillida, profesor de Historia de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en el colonialismo español en Guinea Ecuatorial, apunta que las raíces directas de este fenómeno se encuentra en la bibliografía franquista. Afirma que las tesis sobre las bondades del colonialismo español: “No supone ninguna novedad, sobre todo para los que nos educamos en tiempo de Franco. El nacionalismo español, no sólo con Franco, sino desde mucho antes, siempre intentó combatir la leyenda negra, a veces con el curioso argumento de que los anglosajones y franceses fueron más brutales y racistas, como si ‘el libro negro del colonialismo francés o británico’ sirviera para blanquear el español”. Para Antonio Espino, catedrático de historia moderna de la UAB y especialista en historia de América, estos libros sólo mostrarían “un desconocimiento profundo de aquello que hablan” y en algún caso se podrían tildar “de indigencia intelectual” (en cambio Pilar García Jordán, catedrática de Historia de América de la Universidad de Barcelona, cree que estas teorías reflejan, simplemente, diferentes visiones de la sociedad).

Teófilo Castillo (1857-1922). El saqueo de Coricancha. Pinacoteca Ignacio Merino, Municipalidad Metropolitana de Lima (Perú).

Tiempo para elogiar el colonialismo

José Antonio Piqueras, profesor de Historia en la Universitat d’Alacant, cree que el contexto mundial no es ajeno a esta producción bibliográfica: “La revisión del papel del colonialismo cotiza al alza en una Europa derechizada”, afirma, y pone como ejemplo lo que pasa en Francia. Piqueras explica que esto todavía es más grave en el Estado español, porque “el nacionalismo español conservador, hegemónico, se construyó en el XIX con la reivindicación del imperio (civilización y religión)”. Esta reivindicación de imperio fue la base del franquismo y “le ha sobrevivido y sigue impregnando cultura, educación y valores…” (recuerda, en este sentido, que la “fiesta nacional” sigue celebrándose el 12 de octubre). Por su parte Marta Sofía López, profesora de Filología Moderna de la Universidad de León, especializada en estudios postcoloniales, apunta que el resurgir de la nostalgia de los imperios perdidos está relacionada con “las muchas incertidumbres que genera el mundo contemporáneo, en el que sólo hay un imperio global: el capitalismo sin fronteras”.

Monumento a Juan Vásquez de Coronado en Costa Rica.

Nada de positivo

Las supuestas bondades de la colonización española despiertan mucho escepticismo entre los historiadores consultados. Álvarez-Chillida afirma que como historiador, más que valorar hechos y personajes, él intenta comprenderlos y explicarlos, pero afirma que eso no excluye que “como ciudadano, me parece claro que una sociedad como la colonial, basada en la explotación del trabajo, esclavo y forzado en la mayoría de los casos, para producir riquezas en beneficio de los colonizadores y de la metrópoli, en la segregación y la discriminación racial, y en la destrucción de las culturas de las sociedades colonizadas, no me parece que presente un balance positivo”. Y aclara que eso es extensivo a cualquier colonización europea. Espino y Piqueras coinciden completamente con González-Chillida en que ningún colonialismo fue positivo para los colonizados: “Sólo una ideología conservadora, nacionalcatólica, españolista… nos permite decir que un colonialismo como el español tuvo aspectos positivos”, argumenta Espino; Piqueras, además, apunta que el colonialismo construyó “estados autoritarios y violentos” y no estados de derecho. Lisa Surwillo, profesora de Culturas Ibéricas y Latinoamericanas en la Universidad de Stanford, recuerda que la empresa colonial española ya fue cuestionada por los españoles a lo largo de los siglos. Y Marta Sofía López apunta que los que realmente tendrían que valorar hoy en día la experiencia colonial son los descendientes de los colonizados. En cambio, Pilar García Jordán prefiere interpretar el fenómeno sin entrar en valoraciones, y argumenta que las sociedades excedentarias tienden siempre a la expansión, un fenómeno que acaba dando lugar al colonialismo y a la sujeción de los colonizados a los colonizadores.

Juan B. Lepiani, La captura de Atahualpa. Museo de Arte de Lima.

Libros para sentirse superiores

Lisa Surwillo considera que no es extraño que estos tipos de libros se conviertan en grandes éxitos de ventas: “Hay una recepción positiva de cualquier libro o producto cultural que sugiera que el pasado del imperio español fue correcto”. Piqueras afirma que eso no pasa sólo en España y apunta que esta bibliografía refuerza el “sentimiento de superioridad occidental” e incluso podría relacionarse con las “actitudes xenófobas actuales”. Espino considera que el hecho de que este tipo de obras, que él considera de baja calidad, tenga tanto éxito, se debe a que en nuestros tiempos no podemos “formarnos críticamente”. Espino reflexiona al respecto y afirma que es un signo de los tiempos: “Nadie lee estos libros para aprender alguna cosa, sino para reafirmarse en lo en que cree”. Marta Sofía López no encuentra nada extraño este éxito de ventas, y lo valora con mucha ironía: “También el Cinquanta sombras de Grey es un best-seller y no deja de ser una apología de las relaciones de poder más insanas y tóxicas, pero fascina a millones de personas (tristemente, mujeres en su mayoría)”.

Ilustración para la Brevísima relación de la destrucción de lasIndias, de Bartolomé de las Casas. Theodor de Bry, 1590.

Indios y catalanes

Los expertos tienen opiniones divergentes sobre si el boom de la historiografía colonialista tiene que ver o no con el proceso soberanista catalán. Lisa Surwillo lo niega, mientras que Marta Sofía López no tiene la menor duda de la relación. José Antonio Piqueras argumenta que este tipo de legitimación del colonialismo español sería “anterior a la reivindicación soberanista catalana”. Pero también apunta que “se ve impulsada por el nacionalismo catalán que cuestiona no sólo el presente, sino el pasado de España y la función, autoatribuida por el nacionalismo tradicional español, de justificarse a través del imperio.” También Pilar García Jordán explica que si estos libros han llegado a ser best-sellers se debe al actual contexto político: “un nacionalismo siempre necesita a otro”. Espino cree que pese a que el enaltecimiento del colonialismo español ha existido desde hace mucho tiempo, la situación actual “ayuda a vender más libros”, aunque también critica que “desde ciertos sectores independentistas y/o catalanistas han escuchado en los últimos años todas las tonterías que se han dicho sobre la catalanidad de Colón, etc.”. Álvarez-Chillida también apunta que el “momento de euforia nacionalista por todas partes” explica el éxito de los libros de historia “del más rancio nacionalismo español”. Y apunta que en Catalunya y en España se organizan los que quieren que se difunda (o se imponga) “su visión nacionalista de la Historia”. Y recuerda que en la “negra historia del imperialismo español” participaron todos los pueblos de la España actual.

 

Foto de portada: Prisión de Guatimocín, último emperador de Méjico. Carlos Esquivel Ribas. Museo de Zaragoza / Museo del Prado.

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