El euskera: una lengua original

según escribió Félix Zubiaga en su libro Origen y desarrollo del lenguaje, para los lingüistas el euskera es una lengua de origen desconocido, cuando en realidad, el euskera es testigo natural del nacimiento del lenguaje articulado, por lo tanto, el único idioma que aclara su origen a través de sus monosílabos originales, fuentes primarias del lenguaje. El euskera conoce mejor que las lenguas clásicas y las actuales de su entorno la historia de su origen, porque la tiene grabada en la audición de sus voces significantes y en el entramado de sus estructuras de cuerpo general del lenguaje.

La pregunta que se hacen los expertos y eruditos es si el euskera está emparentado con otros idiomas del mundo o si es un idioma isla. Lawrence Trask en su libro History of Basque: dice que “se le han propuesto a la lengua vasca conexiones al menos con el antiguo ibérico, con el antiguo aquitano, con el indoeuropeo, con las lenguas bereberes del norte de África, con el semítico, con el etrusco, con el sumerio, con el urálico (especialmente el finés), con las lenguas de Siberia, con el chino-tibetano, con el esquimal y sobre todo con los idiomas caucásicos”.

Trask llegó a comparar el húngaro con el euskara y encontró 65 palabras parecidas que sólo pueden ser fruto de la casualidad. El ejercicio comparativo probado por otros investigadores con otras lenguas sin relación entre ellas, ha dado el mismo sorprendente resultado. Como el mismo Trask sentencia: “No acierto a entender por qué algunos lingüistas se emocionan tanto cuando encuentran dos docenas de palabras vascas que se parecen a otras dos docenas de palabras bereberes o sumerias”.

El filólogo americano Morris Swadesh creó un mapa mundial de idiomas actuales según la lingüística comparada, atendiendo a su origen. Su método léxico-estadístico se basa en la toma de 215 palabras en dos grupos de poco más de 100, con palabras clave de un idioma: pronombres personales, numerales, partes del cuerpo, nombres de parentesco, verbos de acción, adverbios de tiempo y lugar, objetos de la naturaleza y acciones muy corrientes, Swadesh aseguraba que en el vocabulario básico, el ritmo de cambio es tan regular en las lenguas, que había podido crear un sistema de medición del tiempo transcurrido en el que dos idiomas estuvieron relacionados en el pasado por el número de elementos de la lista, calculándose a razón de 1,4% cada siglo. Ese vocabulario básico cambia menos de un 20% por milenio en cada idioma. Estas variaciones en el vocabulario dejan un poso común a dos o más lenguas actuales relacionadas entre sí, que se trata de medir cronológicamente, estableciendo de esta forma la distancia entre un idioma y sus parientes más modernos. Si el número de palabras de la misma raíz entre dos idiomas de esos dos grupos de 100 es menor o igual al 5% se considera casualidad y si es superior sería fruto de algún pasado común. Se ha estudiado una fórmula comparativa entre idiomas conocidos para, en función del porcentaje resultante, saber cuándo se produjo el contacto entre esos idiomas.

Nadie discute ya la no relación entre la cultura íbera y la vasca y los lingüistas se muestran también escépticos con el parentesco del euskera con los idiomas caucásicos, pese a que existan algunas similitudes léxicas. En cuanto a la relación del euskera con el bereber, tenemos que el porcentaje de relación léxico-estadístico de nuestra lengua con el bereber del sur es de un 7,38%. Luego, según este método, sí hay una relación entre ambos idiomas. No existe ningún otro idioma con el que se ha emparejado el euskara por el método léxico-estadístico que dé un porcentaje de correlación superior a ese 5% crítico. Pero todo parece indicar que la raíz del euskera está aquí.

Las lenguas primitivas, base de las lenguas modernas, reproducen los sonidos o vibraciones naturales de las diversas manifestaciones de la madre tierra. Establecen un sistema de acción natural, pues unen a través del fonema, el mundo mental del ser humano con las leyes naturales y con el campo vibratorio del objeto nombrado (sonidos naturales u onomatopeyas). Un ejemplo de lengua primitiva lo tenemos en el euskera. La lengua vasca tiene raíces propias, raíces que la conservan unida a la naturaleza. Está situada en el grupo de lenguas básicas de la humanidad.

En el euskera hay una métrica y un numero de raíces que combinadas permiten formar palabras nuevas a cada paso. Estas raíces representan ideas esenciales y son como los átomos que forman la materia, que se combinan para formar los elementos. Estas ideas o elementos esenciales, son, en euskera, de dos tipos definidos: unos son propios de la vida física y animal, externas al ser humano, y por lo tanto, concretas;y otras son propias de la vida mental del individuo y por lo tanto, abstractas. Por ello tenemos ideas que representan formas concretas, que están representadas por los sonidos de las consonantes e ideas abstractas que representan creaciones puramente mentales, y que están representadas en las lenguas por las vocales. Así, cuando decimos árbol, esta palabra representa una idea de una forma concreta y existente en la naturaleza. Pero, cuando decimos bondad, pensamos en una idea que no existe en sí en la naturaleza. Esta idea abstracta es, pues, una apreciación mental de una cualidad. El idioma surge de la propia naturaleza como todas las cosas, pues el ser humano hace consciencia de algo que ya existe. Así, el arte es, en origen, imitador de las formas naturales. Todo en la naturaleza deriva de las leyes naturales y la formación de los idiomas también. Cada ser, constituido como individuo, posee una vibración determinada, que da un sonido o nota determinada. El origen de las lenguas es el intento humano de reproducir ese sonido vibratorio natural. La fonética de cada lengua está formada por dos componentes esenciales que son las consonantes y las vocales. Las consonantes imitan el sonido vibratorio ya existente en la, naturaleza, y por ello forman el cuerpo concreto u objetivo de la palabra. La vocal fija esa vibración formando un símbolo o sílaba que encierra a la vibración. En la naturaleza, lo importante es la vibración, pero en la vida mental del ser humano, lo importante es la idea. Las vocales serían una apreciación mental nuestra de aquello que es lo abstracto, para poder fijar esa vibración natural. Es decir, unimos a través de la vida mental del ser humano lo objetivo y lo subjetivo, formando las sílabas y las palabras. La consonante es lo positivo o concreto y el sonido surge del ruido natural objetivo. Es onomatopeya. El euskera es más que una lengua, es nuestra música: la banda sonora que los vascos le hemos puesto a este mundo.

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