Ejecuciones en Roncal, Salazar y Erro

16 al 22 de enero de 1525

Navarra 1512-1530: diario de la conquista

 

EN 1525 Navarra no era todavía un territorio enteramente sometido, y abundaban los legitimistas que actuaban en secreto, muy especialmente en la zona pirenaica, donde el control español apenas llegaba. Cuando se apresaba a alguno de ellos, no obstante, los castigos eran terribles. Así ocurrió este año de 1525 con Miguel de Urroz y Martín de Latasa, a quienes después de azotar se les cortó el pie izquierdo. O con el puentesino Juan Navarro, veterano de Noáin, Amaiur y Hondarribia, a quien se envió a galeras de por vida bajo unas acusaciones ridículas. Otro antiguo legitimista, el bajonavarro Joan de Domezain, apodado Mendakaia, fue acusado de bandidaje, y hubo de ser sometido a cinco sesiones de tortura a fin de obtener una confesión, cierta o no, y ahorcarlo luego en Pamplona.

No obstante, tal vez sea el proceso de brujería llevado a cabo este mismo año el caso más flagrante de represión en la zona de la montaña navarra, a fin de reducir a la población a un régimen de terror absoluto. Y para ello se eligió como chivo expiatorio al corazón mismo del núcleo familiar: las etxekoandres. El 17 de enero de 1525, un cruel funcionario, llamado Pedro de Balanza, dio inicio a su funesto trabajo, comisionado por el rey para atrapar a los “sospechosos” y darles “muerte corporal y último suplicio”. Aprovechando sibilinamente temores supersticiosos y fanatismo religioso, se inició una feroz caza de brujas en valles como Roncal, Salazar y Erro, cuyo verdadero objeto no era otro que someter a la población a un disciplinamiento salvaje. Ni siquiera las protestas de los párrocos de los pueblos ni de las mismísimas Cortes de Navarra pudieron parar esta masacre. Peio Monteano asegura que fueron más de 200 las personas detenidas en este proceso, casi todas mujeres, de las cuales se ahorcaría a medio centenar. Y Manex Goienetxe afirma que las detenidas entre 1525 y 1527 pasaban de 700, y el número de ejecutadas rondaría las 80. Los que sostienen aún que la Conquista de Navarra fue un melifluo y bonancible paseo de amiguetes deberían sonrojarse al leer los nombres de aquellas desgraciadas mujeres: Joana Garro, Catalina Sagaspe, Joana Bera, María Adot, Joana Bereterra, Graciana Iribarren, Aluzia Roncalesa, Oxa Gaspe, Graciana Laina, Joana Botín, Catalina Urdánoz…

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