Dos avisos de amigos, muy importantes

En el acto del sábado de ERC, intervinieron dos invitados internacionales de peso. Por un lado, el esloveno Peter Jambrek, uno de los padres de la constitución de su país, cuya presencia ha enojado enormemente a los unionistas. Por otro lado, el más previsible, pero también importante, presidente del Partido Quebequés y líder de la oposición en ese país, Jean-François Lisée. En sendos discursos, hablando como amigos, dijeron cosas que deberíamos escuchar con mucha atención.

 

Empecemos por Lisée. De joven había formado parte del grupo legendario que rodeaba a Jacques Parizeau y que promovió el segundo referéndum de autodeterminación, en 1995. De hecho, es considerado el principal impulsor de la estrategia de aquel referéndum que dejó a Quebec sólo a 54.288 votos de la independencia. Esto, en medio de una campaña insólita, que hizo ir a votar cerca de cinco millones de personas, el 93% del censo, y con trampas de última hora que hoy sabemos que decantaron finalmente la victoria hacia el no.

 

En Barcelona, ​​el sábado Lisée recordó una obviedad, que es que las oportunidades no son eternas ni se repiten cada pocos meses. Hizo el símil de subir una roca hasta la cima. Si llegas la roca empieza a bajar por la otro pendiente y ya no hay quien la pare. Pero si no llegas, aunque sea por centímetros, la roca puede rodar hacia abajo y pasar sobre ti. Hace veintidós dos años de aquel referéndum y, aunque sólo faltaron cincuenta mil votos y es evidente que una parte importante de la población quebequense sigue pensando en la independencia, la realidad es que no han tenido más oportunidad ni las ven en el corto plazo. Un aviso muy importante, sobre todo para aquellos que creen que no es tan decisivo si lo conseguimos ahora o no.

 

El segundo orador internacional fue Jambrek. Su presencia ha causado tal malestar entre el unionismo porque la solidaridad entre naciones sin estado no molesta e incluso sirve para hacer caricaturas, pero ya no es igual si quien viene a hablar y a apoyarte es alguien que tiene un Estado detrás y que, además, te explica con detalle cómo se gana.

 

Porque Jambrek hizo esto. Explicó con detalle el proceso complicado que llevó a Eslovenia a la independencia. Dijo cosas importantes, pero entre todas quiero destacar una: insistió en que, una vez proclamada la independencia, había que ser inmediatamente el gobierno efectivo del país; esta es la condición indispensable para el reconocimiento internacional. En Eslovenia, dos días antes, todos le decían que no la reconocerían. ¿Y qué pasó? Que el gobierno esloveno gobernaba el país de forma efectiva e indiscutible y esto obligó a todos a aceptar la independencia, como una manera de reequilibrar la situación.

 

Esta palabra, ‘reequilibrar’, la pronunció también Lisée cuando explicó que Estados Unidos, los bancos canadienses y todos los que formalmente se manifestaban contra la independencia quebequense antes del referéndum, al mismo tiempo contaban en privado que en caso de victoria del sí había que correr a ‘reequilibrar’ la situación, por lo que habrían reconocido la nueva realidad.

 

Por ello, ambas experiencias, una exitosa y la otra no, son tan interesantes de escuchar. Y escucharlas una tras otra. Porque nosotros ahora estamos en el punto donde los eslovenos estaban en diciembre de 1990 y los quebequenses en octubre de 1995. Estamos ante una oportunidad única, trabajada con un enorme esfuerzo. Y debemos hacer cumbre. Y hemos de gobernar efectivamente el país desde el día siguiente. De esto, más vale que nos vayamos haciendo conscientes desde ahora.

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